Xin cháo | Yankees go home

 

Nos quieren destruir,

no por lo que somos hoy,

sino por lo que seremos mañana.

Juan Vicente Cabeza

(Comandante Pablo)

 

19/12/2025.- Ese titular que abre página pareciera un lugar común, pero es que la propia terquedad del imperio que nos ocupa insiste en no dejarse querer, empeñado en sus pretensiones supremacistas, por lo cual ese “Go home” retumba más que nunca en todos los rincones del planeta Tierra.

Esa frase anglosajona se constituyó para mí en una suerte de puente que nos conecta con nuestros años de liceísta, ataviado en aquel recordado uniforme de caqui o kaki, cuando rayábamos paredes con esas tres palabras que no agradaban para nada a los gobiernos puntofijistas (1959/1998).

Por escribir en una pared esa sonora consigna de protesta, muchos jóvenes de la época caímos en manos de la nefasta Digepol del capitán Vega o de Atahualpa Montes, que en nuestros casos nos encarceló en la Residencia Las Brisas, irónico nombre de una prisión que existió en la urbanización Los Chaguaramos.

Una semana en prisión bastó para que nuestra carga rebelde se multiplicara gracias a los círculos de estudios de marxismo-leninismo que disfrutamos en el calabozo uno, dictados por veteranos militantes comunistas como Héctor Rodríguez Balza o el dirigente universitario para la época, Jorge Valero.

Se trató del inicio de una militancia revolucionaria prematura en el liceo Agustín Aveledo de La Pastora, donde a la edad de 16 años fue que pude descubrir lo que era un aula de secundaria porque para entonces no era fácil para un muchacho del barrio Catuche de la parroquia Altagracia conseguir un cupo para estudiar secundaria en un liceo público.

Del calabozo cuatro de la Digepol salí orgulloso, convencido de que era necesario gritar más fuerte en las manifestaciones estudiantiles, sobre todo las consignas de apoyo a la lucha del pueblo vietnamita, y aquel "Yankees go home". ¿Qué iba a pensar que ocho años más tarde iba a viajar a la Unión Soviética para tomar un curso en la Escuela Superior del Konsomol y que en 2008, ya como chavista, cumpliría una misión diplomática de 10 años en la Hanoi de Hồ Chí Minh, Võ Nguyên Giáp y Nguyễn Thị Minh Khai?

Retumbó el “go home

En medio de la convulsionada Venezuela de los años 60, con la llegada de la información sobre la derrota de los invasores franceses en la explanada de Điện Biên Phủ (1954) y luego la entrada a La Habana de los guerrilleros de Fidel Castro tras la derrota del dictador Fulgencio Batista, el grito ¡Yankee go home! tomó cuerpo, expandiéndose mundialmente, para proyectarse como un significativo impulso moral para los vietnamitas, a quienes, tras vencer a los franceses y a los japoneses, les tocó enfrentar durante 21 años al poder militar estadounidense, sobre todo a su imponente aviación, apuntalada por los gigantescos superbombarderos B-52.

Uno de los excepcionales aliados del pueblo vietnamita resultó ser los estudiantes y veteranos de guerra estadounidenses, que durante los mandatos de Lyndon B. Johnson y Richard Nixon tomaron las principales calles y avenidas estadounidenses entonando con fuerza el Yankees go home o el Yankees get out of Vietnam, además, con la presencia de los cantantes y famosas bandas de rock, en las voces de Angela Davis, Bob Dylan, Jimi Hendrix, Joe Cocker, Johnny Winter, Janis Joplin, Joan Báez y John Lennon, entre tantas rebeldes celebridades. También se sumaron grandes personalidades contra la guerra, como el gran líder afroamericano Martin Luther King o el campeón mundial de boxeo profesional Muhammad Alí, quien fue encarcelado por negarse a combatir en Vietnam.

Al entrar Lyndon B. Johnson a la Casa Blanca, tras el asesinato de John F. Kennedy en Dallas, el nuevo mandatario engavetó la guerra especial de su antecesor y tomó como bandera la guerra local, e inmediatamente ejecutó un falso positivo en el golfo de Tonkin, acusando a marinos vietnamitas de hostigar al destructor USS Maddox. De esa manera, Johnson presionó al Congreso para obtener millonarios recursos para incrementar la masacre contra los vietnamitas. Así elevó el poder de ataque e implementó los bombardeos en tapiz desde los gigantescos B-52, como la Operación Rolling Thunder, así como el uso del llamado agente naranja-dioxina y el napalm o fósforo blanco, para desaparecer aldeas y pueblos, sobre todo en la parte sur de Vietnam. Pero en el inicio de las Navidades de EE. UU., el Frente de Liberación de Vietnam del Sur lanzó un masivo ataque contra 60 bases militares en el norte de Saigón, el delta del río Mekong, el sur de Tay Nguyen (meseta occidental) y la provincia central de Quang Nang.

El mayor golpe sufrido por la guerra local de Lyndon B. Johnson se produjo a finales del mes de enero de 1969. Se llamó la Ofensiva del Tet, lanzada por 80 mil soldados vietnamitas en 36 capitales de provincias y Saigón, para entonces la capital del sur, en poder de EE. UU.

Se trataba de las festividades del Año Lunar, que sorprendieron a miles de soldados vietnamitas y estadounidenses, involucrados en la celebración del Tet, que fueron aprovechadas por una treintena de comandos que atacaron puntos claves del sur, incluyendo la principal base aérea gringa, ubicada en Da Nang, la principal emisora del gobierno de Saigón y la mismísima embajada de Estados Unidos.

El Gobierno estadounidense anunció entre bombos y platillos que habían derrotado a los vietnamitas en aquella Ofensiva del Tet; sin embargo, el jefe de las tropas estadounidenses, William Westmoreland, fue removido del cargo y al unísono Johnson anunció que no se presentaría a las elecciones presidenciales siguientes, dejándole despejado el camino a Richard Nixon para los comicios de 1969, mientras miles de manifestaciones tomaban calles y avenidas de Estados Unidos, agitando banderas por la paz y el regreso a casa de sus tropas, mientras Europa era sacudida por el Mayo Francés, que también alzaba banderas por la paz en Vietnam al grito de: Hồ, Hồ, Hồ Chí Minh, que retumbaba en las universidades de París.

El 6 de diciembre de 1972, comenzaba una verdadera tragedia para la aviación más moderna y espectacular del mundo, ante un masivo ataque de las fuerzas militares indochinas contra las tropas americanas acantonadas en el aeropuerto de Than Son Nhat, muy cerca de Saigón, donde fueron destruidos cincuenta aviones y dos gigantescos tanques de gasolina. Ese ataque sobre Than Son, donde hoy funciona un moderno aeropuerto internacional, vislumbraba uno de los acontecimientos más dramáticos que viviera la fuerza aérea estadounidense en Vietnam, durante la gestión de Richard Nixon, quien a los 12 días de aquel ataque del 6 de diciembre ordenó la ejecución de la Operación Linebacker, llevada a cabo entre el 18 y el 29 de diciembre. Se trató de una ofensiva de 12 días y 12 noches sobre Hanói y Hai Phong, durante los cuales EE. UU. perdió 81 aviones, entre ellos 34 superbombarderos B-52.

Como resultado de esa histórica derrota de la aviación yanqui, Nixon admitió su derrota frente a la artillería antiaérea de la República Democrática de Vietnam. El otro derrotado fue el secretario de Estado, Henry Kissinger, quien recibió la orden de regresar a la mesa de negociaciones de París para firmar el alto el fuego y el regreso a casa de los miles de soldados estadounidenses que combatían en la parte sur de Vietnam. Sin embargo, Nixon desconoció parte de los acuerdos firmados, ordenando al gobierno títere del sur aumentar el número de efectivos militares. De esa manera, las tropas proyanquis se convirtieron en el mejor equipo del mundo, pero solo pudieron resistir dos años de combate porque el 30 de abril de 1975, el Frente de Liberación Nacional del Sur entró a Saigón como Pedro por su casa. Tras tomar el Palacio de la Independencia, detuvo al presidente Duong Van Minh y su gabinete en pleno, que apenas había asumido el poder 15 días antes, debido a que los anteriores mandatarios: Nguyen Van Tien y Tran Van Huong habían escapado hacia su querido y amado Estados Unidos.

Ángel Bastidas G.

Consultas:

  • Manuela Pineda L. (2017). Movimiento pacifista de EE. UU. Pontificia Universidad Javeriana. Colombia

  • Mai Ly Quang (2004). Vietnam, un panorama. Ed. Thế Giới

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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