Retina | Lucha en la cultura

24/11/2025.- Imperialismo no es solo acumulación. Es una fuerza ideológica, cultural, que indica que hay pueblos que necesitan y ruegan su dominación. La base de su autoridad reside en la mente del colonizado y puede justificarse en la idea de un supuesto interés común con el dominador o en la imposibilidad de concebir otra alternativa.

El imperio actúa en la cultura. Se presenta como una fuerza civilizatoria y modernizante. Su dominación dice llevar a otras naciones a un rango más alto de existencia. Estos valores impregnan todas las artes.

La cultura es central en la acción de dominar. Se requiere monopolizar el poder de narrar y frenar otros relatos. El mundo y su explicación están contenidos en narraciones que modelan la visión de dominados y dominadores.

Uno de los datos que evidencian la fortaleza de esos relatos es el hecho, ampliamente ignorado, de que el Estado con el sistema legal más racista que participó en la Segunda Guerra Mundial no fue Alemania, sino Estados Unidos.

Este mismo hecho presenta otro elemento importante en el debate de la cultura, porque gran parte de sus disputas lo constituyen las estrategias de interpretación del presente en su vínculo con el pasado. No es solo un desacuerdo sobre lo que sucedió; es más la incertidumbre de si el pasado sigue siendo presente bajo otras formas.

De hecho, naciones de África, Asia, América Latina y el Caribe, aunque formalmente independientes, de muchas maneras están todavía dominadas, como cuando eran colonias europeas.

La cultura posibilita esta situación porque en Europa y Estados Unidos es consenso considerar al llamado Tercer Mundo como cultural y políticamente inferior, mientras que entre nosotros domina la certeza de que los países dominantes son “superiores” en lo tecnológico, económico, militar y moral. Ellos sienten que tienen el deber y el derecho a guiar. Entre nosotros, encuentran justificación y colaboración.

Incluso algunos sectores del progresismo europeo y estadounidense simpatizan con la independencia de nuestros pueblos, siempre y cuando sea acorde con su cultura. Si corresponde a la nuestra, no la “aprueban”.

Afortunadamente, frente a esta dominación imperial, siempre surge una energía cultural transformadora que no solo amortigua los efectos de nuestra existencia urbana, agresiva, mercantil y brutalizadora, sino que es fuente de identidad, una fuente de resistencia y beligerancia. En ella reside la fuerza para ser libres.

Freddy Fernández

@filoyborde


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