Punto y seguimos | Invasión

28/10/2025.- Parece tan absurdo que cuesta creerlo. Sin embargo, vivimos en un mundo donde ya no se respetan las reglas de la convivencia entre naciones. En Estados Unidos de Norteamérica eligieron presidente a un megalómano anaranjado y racista que cree —sin atisbo de duda, como todo fanático ignorante— que es el todopoderoso jefe del país más fuerte del mundo. Ninguna de las dos cosas es cierta, pero sí que es verdad que tiene el poder de tomar decisiones en una nación con un ejército enorme y bien equipado, con experiencia en invasiones, golpes y cretinismos varios. Donald Trump, el vomitivo Donald Trump, no gobierna, porque gobernar requiere una formación y un carácter que no posee. Trump escupe órdenes y dirige una corporación de mercenarios.

Parece tan absurdo que cuesta creerlo. Sin embargo, dentro y fuera de Estados Unidos, miles apoyan a Trump, a su estilo y su descarnada manera de maltratar al mundo a nombre de una superioridad que, no por imaginaria, es menos peligrosa. La misma sociedad global que permite que desaparezcan a los palestinos de la faz de la tierra, permite que Estados Unidos y su tanda de jefes vociferen y se rían en espacios nacionales e internacionales, explicando cómo irán a matar, castigar, reprender o encauzar a quienes se les antoje. Porque pueden. Nadie se planta para decirles NO.

Parece tan absurdo que cuesta creerlo. Sin embargo, estos Estados Unidos delirantes desplegaron una flota militar de guerra en aguas pacíficas, bombardean botes, asesinan personas y se matan de risa contando que “ya no salen los pescadores” en el Caribe, por miedo a que ellos los maten. Y gobiernuchos de la zona aplauden como focas, aunque sean sus propios ciudadanos las víctimas. Salen a matar en nombre de un enemigo a todas luces inventado e inflado, burdamente, como todo lo que hacen. Y Occidente se calla.

Parece tan absurdo que cuesta creerlo. Sin embargo, Trump y sus matones dicen que vienen por nosotros. Con nombre, por mar, por tierra. Y sí, vienen. Porque creen que nuestro petróleo les pertenece por derecho divino. Y, a diferencia de hace 20 años, no estamos rodeados de amigos, estamos desunidos, cercados por cipayos y traidores. Ojalá se revolvieran las miles de tumbas de los miembros de los ejércitos libertadores de América, a ver si los vivos despiertan con el temblor. A ver si, por fin, recuerdan en este continente cómo enfrentar la ignominia de un imperio inmoral y asqueroso atreviéndose a creerse nuestros dueños.

Mariel Carrillo García 

 

 

 

 

 

 

 

 


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