Al derecho y al revés | Hackeo y conclusión

13/05/2025.- Consecuencia de los adelantos tecnológicos del presente siglo, aparecen nuevos delitos que se asocian a palabras extranjeras, que hoy en día son parte de la jerga cotidiana del caraqueño.

Una de estas palabras es hacker, con la que se define al delincuente, abusador o, también —por qué no—, a la esposa que duda del marido y se introduce sin pedir permiso en los correos y cuentas de quien supone le monta los cuernos.

Bien, el mismo día en que escribo estas líneas, caí como idiota en el cuento de uno de esos delincuentes que hackean cuentas ajenas buscando escamotear dinero o listas de amigos electrónicos a los que después intenta robar.

Caí en la trampa porque, enterado de que la operadora de mi celular ganó la licitación para ofrecer al público venezolano internet 5G, me pareció, estando medio dormido a media mañana —trabajo de madrugada, como mucha gente que labora para otros países en este siglo que todo lo transforma—, que era lógico explicarles a los usuarios los intríngulis del cambio de plataforma desde la 4G.

El cuento es que al darme cuenta del hackeo de mi celular por no poder ingresar al WhatsApp, que es la aplicación —otra palabreja nueva— que nos permite comunicarnos gratis con personas que migraron, como si fuese un teléfono, comencé el camino —para mí desconocido— de recuperar mi WhatsApp, que es otra herramienta de trabajo en estos días.

Agradezco a los muy amables funcionarios en el CICPC, los trabajadores de los bancos y, también, a los empleados de la operadora, sin quienes recuperar mi herramienta de trabajo habría tardado quizás un mes.

Por fortuna, no salí perjudicado, ni mis amigos tampoco, pero ese no es el punto. Gracias a los investigadores del CICPC que me ayudaron, me enteré de que la red de hackers de mi caso operan desde México. También me explicaron que hay otra desde Brasil, que contrata venezolanos para que hackeen números que, por sus movimientos, son blancos para cada ciberladrón que busque robar al prójimo.

Bien de nuevo. Ya en casa y preparándome para mi trabajo nocturno, medité sobre las estupideces que se escuchan por parte del gobierno yanqui para malponer a nuestro país y, sin el debido proceso, detener venezolanos, acusándolos sin la menor prueba o indicio de ser miembros del Tren de Aragua, una banda desaparecida hace tiempo.

Con datos y pruebas en la mano en el caso del hackeo a que fue sometido mi teléfono celular, me parece aún más increíble el cuento del presidente Trump sobre el Tren de Aragua, banda que de ser tan poderosa como afirma el gobierno estadounidense, jamás permitiría que en su territorio hackeen mexicanos y brasileños como les venga en gana.

¡A otros perros con ese hueso!, como se decía en Caracas.

 

Domingo Alberto Rangel


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