Palabras... | Los Premios Nobel y el Che Guevara
Solo existe un sentimiento mayor que el amor a la libertad: el odio al que te la quita.
09/10/2025.- En los tiempos de la aberración extremista del poder global, el internacionalismo lo han vuelto mercenario, o está prisionero detrás de los barrotes que significan las fronteras para los pueblos indignados.
A pesar de la rabia y el malestar que siente el acorralamiento del sufrimiento de los pueblos ante la injusticia, no se ha podido llevar a buen término, el accionar en la práctica, la frase del Che Guevara: “Donde quiera que haya una injusticia”...
“Si avanzo, seguidme; si me detengo, empujadme; si retrocedo, matadme”. El ‘Che’ mundializó esta frase que dijo por primera vez Julio Antonio Mella, periodista y revolucionario cubano. Frase que también usaron los Kaibiles, soldados de élite guatemaltecos, cuando iban a masacrar al pueblo en sus aldeas durante el conflicto armado interno, causando más de 200 mil muertos en 36 años. Asesorados por los mismos de siempre. Tapándole a este ejército la sensibilidad por medio de técnicas de personalidad inanimada. Para tal misión, usando los expertos de la jauría israelí, la dictadura argentina y el mal olor mayor, EE. UU.
No hay nada criminal que sea nuevo bajo el sol. Sí, cada vez mayor impunidad, en todas las variantes. Sobre todo antes del año cero, estrategia temporal de la teoría cíclica de Friedrich Nietzsche. Obstruyendo la luz de ese sol con un dedo, las incuestionadas atrocidades de la multitud de genocidios acaecidos en esa historia antigua, llevados a los documentales y al cine como la maravilla de las guerras entre los imperios y su ansiedad. Vendiéndonos la ridiculez de la guerra como arte y la historia de la lucha de clases como una mala suerte. Sin dejar ver que allí se asesinaron o esclavizaron varios mundos enteros, en nombre de los dioses o un botín, que al final era lo mismo. Eso de “quítate tú pa ponerme yo”.
En 1964, dijo el Che en un discurso en la ONU, como representante de Cuba: “El capitalismo es el genocida más respetado del mundo”, pero solo los que viven rendidos no gastan energía en intentar abatirlo.
Es difícil de explicar, por ejemplo, cómo a alguien que nunca perdió su entereza, como diría el Che: "Hay que endurecerse sin perder jamás la ternura”, tal cual como a Mahatma Gandhi se le negara el Premio Nobel de la Paz, pese a ser candidato hasta en cinco ocasiones (1937, 1938, 1939, 1947 y poco antes de su muerte en 1948). El Comité Nobel no ofreció nunca una explicación clara sobre por qué no recibió el premio, aunque posteriormente algunos miembros lamentaron esta omisión, sugiriendo que factores como el nacionalismo dividieron a los miembros del comité en ese momento. Bueno, sabemos que era demasiada gente para acceder a un premio demasiado prostituido. Pero tan difícil comprender que se lo entregaran al traidor de la esperanza negra, el presidente Barack Obama en 2009, después de gestar y hacerse cargo de las guerras que le correspondían a su mandato. El premio le fue entregado a Obama por el único mérito de prometer que no iba a ser un “halcón”, artimaña que no cumplió. Pero habérselo concedido a Kissinger a 20 días de haber sido el artífice del golpe de Estado al presidente más afectivo del pueblo chileno, habiendo sido el cerebro de las dictaduras latinoamericanas y el manipulador de la paz con Vietnam, al saberse EE. UU. derrotado por el pueblo vietnamita. Tanto así, que tuvieron que adular a la China comunista y a la Unión Soviética para que intercedieran ante los dirigentes de Vietnam, respecto a que firmaran la paz. Pero negárselo al padre de la no violencia era ya una enfermedad en camino, que se volvió un cáncer cuando postularon a Hitler. Aunque ya nada inhumano nos sorprende, duele la atrocidad.
Y cáncer terminal cuando Netanyahu, después de haber lanzado 200.000.000 de kilos de explosivos sobre un pueblo indefenso, acercándose al millón de asesinatos genocidas, homicidios sistemáticos con un altísimo porcentaje de niños, mujeres y ancianos, le valga mierda proponer al presidente más descerebrado del mundo como candidato al Premio Nobel de la Paz. No obstante, sabemos y sentimos que da pena recibirlo. A no ser por la también desprestigiada complicidad palangre mediática, la única que lo avala indolora e insípidamente a espaldas de los escombros y cadáveres sepultados que borran las calles de Gaza, gracias al racimo de estrellas bomba venidas desde el cacareado cielo prometido. Obviando ex profeso aquel escrito del Che en su libro El socialismo y el hombre nuevo: “Vale, pero millones de veces más la vida de un solo ser humano que todas las propiedades del hombre más rico de la Tierra”.
Para consideración, no es que el creador de dicho Premio Nobel era la Madre de Calcuta, pues se ubicó entre los más multimillonarios de su tiempo, a expensas de vender la dinamita al mejor postor de la guerra, produciendo un ejército mundial de mutilados sobre la tierra en llamas bajo el venerado Sol de los Invictus. Tan mal vista su imagen, que el periodismo honesto francés de aquella época sacó una reseña de su muerte, matándolo por adelantado, hablando de su arrogancia millonaria y de su vil vida, respecto a su mal habida riqueza a causa de la venta garantizada de la muerte. Reseña periodística que lo deprimió, y fue causal de reacomodar su imagen, creando el deteriorado Premio Nobel, para lavar su tránsito por este herido planeta, cosa que no logró.
El Che, en uno de los países más afectivos del planeta, le escribió a sus hijos en la despedida, antes de ir a cumplir en la práctica su verso en Bolivia: “Sean siempre capaces de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo. Es la cualidad más linda de un revolucionario”.
Es la tarea de un legado, un mandato amoroso propio de los convencidos en identificar y sufrir los sentimientos que genera la injusticia.
Carlos Angulo