Micromentarios | Golpe de Estado a mis bolsillos
16/09/2025.- A fines de marzo de 2002, una editorial especializada en obras de divulgación para escolares aprobó una colección que le propuse, a la que llamé Enciclopedia de secretos y curiosidades. Contendría informaciones poco conocidas que había coleccionado durante más de veinte años.
Constaba de doce volúmenes: Dinosaurios; Animales; Arqueas, bacterias, hongos y protistas; Plantas; Elementos y minerales; Cuerpo humano; Planeta Tierra; Sistema solar; Historia; Inventos y creaciones; Ciencia e Idioma español.
El mismo día fui convocado a una reunión el 11 de abril para firmar el contrato respectivo y recibir un cheque de anticipo por derechos de autor de cien mil bolívares, equivalentes entonces a 76.460 dólares, según el valor de la divisa en esa fecha.
Mientras me dirigía en metro a la sede de la editorial, en la urbanización Los Ruices, en Caracas, se produjo el golpe de Estado contra el presidente Hugo Chávez.
Al abandonar el tren subterráneo, advertí en la avenida Francisco de Miranda una atmósfera de desasosiego, tan densa que afectaba a la luz solar. La gente con la que topé no caminaba, sino que parecía deambular sin rumbo y sin noción de hallarse entre los seres vivos.
Cuando estaba llegando a la editorial, recibí una llamada en mi celular, en la que su director me comunicaba que, en vista de lo que estaba ocurriendo, tendríamos que posponer no nada más nuestra reunión, sino la publicación de la colección.
Como el presidente por 46 horas, Pedro Carmona Estanga —presidente hasta ese momento de Fedecámaras, la institución que agrupa a los empresarios e industriales—, eliminó de un plumazo todos los poderes públicos, el editor decidió cerrar su empresa e irse del país, cosa que me comunicó a primera hora del día doce. Me dijo que si alguien, nada más al asumir la presidencia, generaba tan enorme caos, él no iba a esperar la que se venía.
—¡Ese hombre está loco! —me expuso horrorizado—. ¡No se da cuenta de que, al eliminar los cargos de todos los poderes, también elimina los del suministro de agua, de electricidad, los teléfonos y pare usted de contar! ¡Esto es el caos!
Nuestra reunión la había pautado para el 12, porque debía viajar a Tenerife el día 15 y, en efecto, en tal fecha se trasladó allá y más nunca regresó.
Entretanto, al día 13, y como si resucitara de entre los muertos, Chávez fue restituido en la presidencia de la República, rescatado por la propia gente que votó por él, algo que, como se sabe, era inédito en la historia contemporánea.
Dos semanas más tarde, el editor me refirió telefónicamente que él había nacido en Canarias y que, desde hacía algún tiempo, planeaba abrir la editorial también en España.
Cuando le pregunté si publicaría mi colección en el futuro, su respuesta me hizo trastabillar:
—Me encantaría, pero primero debo asentarme aquí, empezar de nuevo. Quiero hacerlo, pero no creo que pueda editarte antes de cuatro o cinco años.
Para mí fue un mazazo: ya yo había elaborado íntegramente los doce volúmenes.
Chávez recuperó lo que legítimamente era suyo, en tanto yo perdí la ocasión de, por primera vez, recibir un buen pago por mis libros de divulgación científica e histórica. Los sucesos del 12 de abril fueron contra Hugo Chávez, pero el golpe de Estado se consumó —y de manera irreversible— contra mis bolsillos.
Armando José Sequera