Vitrina de nimiedades | Páginas de resistencia periodística
06/07/2025.- Del heroísmo al aislamiento solo hay unas cuantas herramientas tecnológicas de distancia. Eso lo comprenden bien (o al menos lo intentan) quienes ejercen el periodismo hoy, cuando la irrupción de nuevas plataformas y el aparente desmontaje del sistema mediático tradicional pretenden ponerle fecha de caducidad a la profesión. El influencer como el arquetipo válido del hombre y la mujer del mañana parece invalidar otras formas de aproximarnos a la realidad, incluida la mirada del agudo y prolijo reportero. En ese punto, el libro puede salvarnos.
En un mundo donde la atención es uno de los bienes más demandados, nuestros patrones de lectura se reducen a cápsulas. Un post por aquí, los inserts de un video por allá, una publicación en un canal de mensajería instantánea o un estado en una red social: esos son los productos que "leemos" a diario. Como si se tratara del Pac-Man de la infoxicación, vamos consumiendo esa cantidad de datos inconexos, servidos en los dispositivos móviles según nuestros patrones de acceso al mundo digital.
Ante ese panorama, el periodismo debe hacer más para captar la atención y contar una historia en el menor tiempo posible, bajo el yugo de las formas narrativas imperantes hoy. La palabra escrita parece reservada en su extensión y riqueza para quienes paguen suscripciones en medios de comunicación o para quienes sean lectores voraces de cuanto escrito se les cruce en la web o en sus manos. Conocer más, sumergirse en una historia o simplemente aproximarse a un hecho desde un texto se ha vuelto un acto para pocos.
Sin embargo, los cambios de formato y la economía de la atención no han apagado el mundo editorial contemporáneo. Según datos atribuidos a la Unesco, se publican 2,2 millones de libros al año, una cifra que parece declarar como falaces aquellas informaciones que auguraban el fin del mundo editorial. Para 2019, de acuerdo con plataformas de datos globales, se espera que la población lectora supere los 2 500 millones de personas para 2029.
Esas proyecciones señalan que el libro sigue siendo un espacio de resistencia para el periodismo, ya sea para preservar en el tiempo trabajos de largo aliento, para enseñar las bases de esta profesión o para pensar su futuro. Sea a través de Google o con un buen prompt, es posible encontrar títulos producidos por periodistas, así como talleres para la edición de este tipo de recursos documentales. Pero si la opción es explorar en vivo y directo, una visita a la 21.° Feria Internacional del Libro de Venezuela (Filven) es una invaluable muestra de la sinergia entre el periodismo y el libro como apuesta a un mundo donde la profundidad y la memoria no estén en peligro de extinción.
En esta edición de la feria, Ciudad CCS compartió este 5 de julio su experiencia en la producción editorial con la Librería digital CCS, una iniciativa que ha recopilado el esfuerzo de reporteros, cronistas, historiadores y otros profesionales que hallan en la palabra un espacio de combate. Fue un encuentro con las páginas escritas desde la resistencia periodística ante la superficialidad impuesta por las plataformas.
Rosa E. Pellegrino