Derreflexión | Tecnología y serenidad: la esclavitud al teléfono

29/12/2025.- La tecnología está transformando nuestra forma de comunicarnos y también de vivir. En particular, los teléfonos celulares parecen haberse convertido en extensiones de nuestro cuerpo. Los usamos desde el momento en que despertamos. De hecho, es común que despertemos con la alarma del teléfono, luego vemos la hora, leemos los mensajes con tareas por hacer, revisamos el correo, entre otras actividades, y casi todo desde la cama.

Esto ha traído consigo una paradoja filosófica: a mayor conexión, menos posibilidad de habitar el presente. En este escenario, lejos de ser abstracta, la filosofía nos ofrece consejos valiosos para volver a nuestro centro de serenidad, sin tener que renunciar a los avances tecnológicos.

Para los epicúreos, el bienestar no viene de acumular, sino de ser moderados. Epicuro fue defensor de una vida simple, sencilla, con los placeres necesarios y naturales, advirtiéndonos que lo contrario, es decir, los deseos innecesarios, solo producían inquietud.

Trayendo este planteamiento a la modernidad, nos preguntamos: ¿cuánto tiempo gastamos frente a la pantalla del teléfono? ¿El contenido que consumimos obedece a una necesidad real o es innecesario? Los desplazamientos infinitos al explorar las redes sociales solo están trayendo comparaciones que llevan a las personas, en especial a las mujeres, a la sensación de carencia y de no sentirse satisfechas y a gusto con lo que ya son.

Disminuir el uso del teléfono no es un rechazo a la tecnología, sino traer de vuelta la capacidad de discernir y elegir, desde la consciencia, para qué usamos el teléfono y cuándo lo hacemos.

La filosofía zen enfatiza la atención plena, el estar presentes en lo que estamos haciendo, sin que nuestra mente se disperse atendiendo, por ejemplo, las notificaciones del teléfono. La atención de muchas personas parece estar fragmentada hoy día, pues caminan y no disfrutan del entorno, sino que van viendo su teléfono. Comen, pero revisan mensajes y responden correos al mismo tiempo.

Vivir serenos en el mundo digital no significa que debemos tomar medidas extremas. Se trata de tomar una pausa y atender únicamente lo necesario, silenciar notificaciones prescindibles, fijar un momento sin el teléfono, como, por ejemplo, durante la cena, a fin de reducir la sobreestimulación.

Caminar sin auriculares o volver a los relojes con alarmas tradicionales son formas simples de recuperar nuestro ser y evitar que nuestra atención se fije en muchas cosas al mismo tiempo, generando ansiedad.

Tal como decían los estoicos, la libertad es interior. No somos libres controlando todo, sino solo aquello que en realidad podemos manejar, tal como nuestra capacidad de elegir cuándo desconectarnos, cuándo responder y cuándo estar plenamente en un momento y situación, por completo, sin que las alertas del teléfono nos quiten atención al presente.

 

Isbelia Farías


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