Palabras... | Los Premios Nobel. Octava parte
28/12/2025.- Fuera de tantos comodines, escándalos, crisis, apuestas y filtraciones es de apreciar que el carácter inimaginado, aberrante y extravagante de los premios nobeles va a depender también de la visual geopolítica, influencias del poder global y las tendencias normalmente de derecha que presionan y condicionan el Premio en general. De ahí que su consistencia o inconsistencia igual se filtra con los años, desvaneciendo los argumentos usados para seleccionar o haber sido seleccionado. Ya se ha constatado, en muchos casos, que los méritos del individuo premiado, su conducta personal frente a la sociedad que representa, su respeto por la justicia y su comportamiento solidario, adecuado y esperado sociéticamente se ha ido lacayando, lucrando y corrompiendo con el pasar del tiempo.
A saber, Costa Rica, a través de Óscar Arias, presidente del país durante los períodos 1986-1990 y 2006-2010, obtuvo el Premio Nobel de la Paz en 1987 por su participación en los procesos de paz en Centroamérica. Todo ocurrió bajo la conducción y orientación interesada del gobierno de los EE. UU., quien no podía contener los conflictos armados revolucionarios de la región, en la que estaba siendo vapuleado el proyecto de control Monroe: América para los estadounidenses.
En el año 2019, la doctora y activista antinuclear de 35 años Alexandra Arce von Herold (quien no reclama indemnización monetaria alguna) acusaba de manera formal al famoso expresidente de Costa Rica Óscar Arias por agredirla sexualmente. A partir de esta denuncia, ocho mujeres más lo hicieron, entre ellas una reina de belleza. Quedaba expuesto a una prisión en Costa Rica de diez a dieciséis años, en caso de ser menor de edad la agraviada.
En Costa Rica las investigaciones no tienen plazo y la ley determina que los casos se pueden dilatar el tiempo que lo ameriten, y más si se trata de que caduquen a conveniencia de un presidente o expresidente.
En agosto del año 2018, la Fiscalía General de Costa Rica también acusaba al expresidente y premio nobel de la paz Óscar Arias por un caso del año 2008, cuando era presidente de la República, en relación con el delito de prevaricato.
A pesar de faltar conscientemente a los deberes de su cargo al dictar de forma premeditada una resolución con plena conciencia de su injusticia y avalar permisos irregulares para explotar una mina de oro a cielo abierto por parte de una trasnacional canadiense, a finales de febrero de 2019, un juzgado libera a Óscar Arias de este juicio por corrupción. La acusación de este caso contra Arias está registrada para siempre en el expediente 12-000124-0621-PE.
En el 2017, en Rosario, Argentina, con su bozal de mantenido y rabo de paja, Arias tomaba partido contra Venezuela, enfrentando a otro premio nobel de la paz (1980), Pérez Esquivel, de trayectoria transparente y consistente y apegado a la solidaridad con los pueblos en lucha. Esquivel argumentaba que "Venezuela tiene un gobierno constitucional, pero Estados Unidos no quiere perder su poder sobre su patio trasero, por eso el hostigamiento". Allí dijo Óscar, el de Costa Rica, partícipe del desprestigiado grupo de Lima, cumpliendo un mandado de los EE. UU. y en momentos de estar acusado por la fiscalía costarricense por corrupción y acoso sexual a nueve mujeres, que "hace rato que el gobierno de Venezuela daña a su pueblo" con "expropiaciones, libertades coartadas, inflación y crisis humanitaria", y que en Venezuela no había democracia. Comparaba que Hitler también había llegado al poder por votos y que el chavismo le había hecho mucho daño a su gente.
Después, Óscar fue absuelto por un juzgado menor y seguramente con presiones de los injerentes de Estados Unidos, que hilaban sus decisiones. Dijo un legislador costarricense:
Para la justicia, esta es una deuda histórica. Si esto queda así, es una pésima señal para la ciudadanía, para la independencia de los poderes y para el respeto de la justicia. Aquí perdería el país, la República como tal, porque todos y todas somos iguales ante la ley, pero en el caso de cierta gente que son defendidos por intereses muy poderosos, la ley parece estar por debajo.
En nada ofuscó al flamante Óscar Arias que el Premio Nobel de la Paz de 2018 se dedicara a la lucha contra la violencia sexual. Fue entregado al congoleño Denis Mukwege y a la iraquí Nadia Murad por "sus esfuerzos para terminar con el uso de la violencia sexual como arma de guerra y en conflictos armados".
La revista estadounidense Time había publicado una lista de punteros para ganar el Premio ese mismo 2018, basada en los nombres que más sonaban en las casas de apuestas. ¿A que no saben quién salía candidato a ganador? Donald Trump, el flamante presidente de Estados Unidos, quien tenía múltiples señalamientos de mujeres referidos a la violencia sexual. Más de trece señalamientos tenía durante la campaña electoral sin que eso impidiera su llegada a la Casa Blanca.
Guatemala es el único país en Centroamérica con dos premios nobeles: el escritor Miguel Ángel Asturias, que recibió el de Literatura en 1967, en los inicios del conflicto armado interno, y Rigoberta Menchú, el de la Paz en 1992, cuatro años antes de la firma de la paz en Guatemala.
Aunque fue un premio a la literatura, es necesario ejemplificar aquí las aberraciones, confusiones y debilidades de los nobeles, en relación con la infame tesis universitaria de Miguel Ángel Asturias, El problema social del indio. Fue esa la tesis con la que increíblemente se graduó de abogado, en presencia de las altas autoridades académicas de la Universidad de San Carlos, Guatemala. Publicada en 1923, plantea allí su pensamiento nefasto sobre el pueblo maya, tal vez convencido o influido por la época, no obstante su vida en Europa, donde vivió muchos años y murió, y donde su trabajo literario fue altamente valorado tanto por la calidad como por sus historias bebidas de la fuente de la cultura maya. Nunca se retractó de la tesis.
Aparte de que Asturias define al indio como enfermo psíquico y supone a los indígenas como necesitados de un apareamiento con inteligencia del viejo continente para superarse, definitivamente lo que allí se dice, todavía hoy, al analizarse, es también brutal y desquiciado:
El indio es el prototipo del hombre antihigiénico, prueba de ello es la facilidad con que se propagan las enfermedades entre sus congéneres (…) El estancamiento en que se encuentra la raza indígena, su inmoralidad, su inacción, su rudo modo de pensar tienen origen en la falta de corriente sanguínea que la impulse con vigoroso anhelo hacia el progreso.
Así sentenció para siempre 44 años antes de ganar el Premio Nobel de Literatura. Posteriormente, en su discurso, diría estar orgulloso de sus orígenes.
Quién sabe si con la frase siguiente se refería a su trayectoria o su actitud ante la vida: "Para ser el bueno, como en todos los entierros, habría que ser el muerto". Murió en Madrid en junio de 1974, lejos, muy lejos, de su pueblo maya, por el que tantos premios recibió.
En una entrevista que le hace Mario Benedetti a Roque Dalton, publicada en marzo 1969, en la última pregunta le deja un consejo a Miguel Ángel: "No soy amigo de dar consejos, pero ya que me lo preguntas, me permitiría aconsejar a los escritores viejos solo dos cosas: a los que puedan, que rejuvenezcan lo antes posible; a los que sean honestos, que sigan siéndolo...".
Carlos Angulo
