Vitrina de nimiedades | 2026 (im)predecible

27/12/2025.- Un continuum que, más allá de lo formal, no tiene cierre inmediato. Ese parece ser el mejor concepto para definir la transición entre 2025 y 2026. El mundo se mueve tan rápido que no da chance para digerir un cierre de ciclo. Esa convención social que pretende segmentar el tiempo, quizás para encapsular la memoria, fracasa ante el devenir de situaciones que solo tienden a intensificarse. Gaza, Rusia y Ucrania, la persecución de migrantes, el giro a la derecha que ha dado Latinoamérica: la complejidad de esas situaciones no sabe de fines de año. Siguen su ritmo sin importar calendarios, pausas o fiestas.

Acá, en este lado del Caribe, el panorama geopolítico también provoca la misma sensación. EE. UU., fiel al destino que le ha dado la Providencia, como dijo Bolívar, se ha propuesto plagar de miseria a la región por nuevas vías. Aquello que fracasó a pesar de la imposición de cientos de medidas coercitivas unilaterales, cuyos efectos siguen pesando en nuestra vida nacional, pretende consumarse ahora con un bloqueo naval contra Venezuela y la reiteración de una confesión: el asunto es el petróleo. Donald Trump lo admitió en 2023, cuando reconoció el daño infligido en su primer mandato y el propósito de ese asedio: “Venezuela estaba a punto de colapsar. Nos hubiéramos apoderado de ella, nos hubiéramos quedado con todo ese petróleo”.

Por alguna razón, a inicios de 2025, aquellas revelaciones habían quedado dormidas para las mayorías, mientras que algunos analistas señalaban que Trump actuaría de una forma más cauta e inteligente. Otros, en cambio, pedían evitar la tentación de dormirse en los laureles ante quien no ha disimulado sus intenciones. Parece que los segundos, aunque les asiste la razón, se quedaron cortos en sus proyecciones. Con el pensamiento MAGA ni siquiera puede hablarse de un umbral de sorpresa.

Mientras el campo geopolítico no tiene punto de corte, los venezolanos en su cotidianidad han ido por la vía contraria. Las grandes agencias de noticias muestran a un país que sigue su ritmo, a pesar de las amenazas, de las locuras del mercado cambiario informal y el halo pesimista de quienes, con bola de cristal o no, auguran tiempos de restricciones e imposibilidades. Para algunos, es síntoma de un país que prefiere resistir y vivir. Otros miran el transcurrir de estos días esperando ese “estallido”, ese boom que marcará el inicio de un nuevo caos.

La situación soporta tantas lecturas como posiciones políticas y deseos existan en estas tierras. De eso sabemos bastante, sin importar de qué lado late nuestro corazón político. Siempre estará quien apueste por ver a un pueblo aguerrido. También andará por ahí quien espere —o ruegue— por la destrucción colectiva. Cada quien decide dónde pararse, pero si queremos entender los tiempos que vienen, debemos leernos como pueblo de otra manera, como individuos y como parte de este entramado social que llamamos patria. ¿Qué viene en 2026? Eso será tan (im)predecible como nuestra forma de entender —de verdad, verdad— al país.

Rosa E. Pellegrino 

 

 

 

 

 


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