27/12/2025.- Enjuiciar políticamente al presidente de Estados Unidos de América (EE. UU.), Donald Trump, es cumplir con lo estatuido en la Constitución de esta gran nación. El continuo abuso de poder ejercido por dicho mandatario lo ha alejado de los verdaderos asuntos de Estado y ejercer así el Poder Ejecutivo lo mantiene inmerso en un gran deterioro de sus facultades presidenciales.

Donald Trump, en su segundo camino a la Casa Blanca, emocionó a sus seguidores y no seguidores, ofreciéndoles terminar con los dos conflictos armados de nuestro planeta más agudos políticamente en el Medio Oriente y Ucrania y dar con la solución definitiva a fin de que sea posible detener de una vez el genocidio israelí en la Franja de Gaza, Cisjordania y Jerusalén; como también en las regiones en las que se independizaron legítimamente del territorio ucraniano las repúblicas de Donetsk y Lugansk en el Donbás, etc. Por cierto, estos dos conflictos armados, en donde las autoridades de la Casa Blanca están involucradas hasta el cuello, elevan la violencia y el derramamiento de sangre sin límite alguno. Aún no cesa totalmente el fuego en ambas regiones, lo que pudiera agravar la situación. Trump se ha expresado verbalmente, sin tapar el sol con un dedo, al insistir en echarle más fuego a la candela. Los recientes acontecimientos en el Caribe y el Pacífico (ataques a supuestas narcolanchas dejan ya más de 100 pescadores asesinados); la torcida arrogancia de propiedad del petróleo venezolano ha originado el secuestro y robo de dos buques petroleros; esto constituye un acto de piratería de la alta esencia cruel y profundamente antidiplomática del actual inquilino de la Casa Blanca.

Hoy más que nunca, esto contradice constantemente y en forma dramática todos los argumentos hipócritas del presidente Trump sobre derechos humanos, democracia y libertad y aquellos aspectos formales a través de los cuales da al mundo una imagen legítima de un sistema podrido y corrupto, cuyo derrumbe está marcado por las atrocidades y la represión contra la humanidad, sin distinción y en forma indiscriminada. Es muy larga la lista de salvajismos cometidos por el gobierno de Trump en su propio país y en todo el mundo. En la lucha del pueblo palestino hay numerosos ejemplos: el de más de 16 mil niños palestinos asesinados por Israel en los bombardeos a la Franja de Gaza, a Cisjordania y a Jerusalén norte. La cifra de palestinos asesinados, en el presente, sobrepasa los 71 mil muertos. Por ahora, la celebración de las Navidades en Palestina (la tierra del Niño Dios) estará marcada por una realidad histórica de gigantesca tristeza. La complicidad de Trump y Benjamín Netanyahu en el genocidio de la población palestina se acentuó con un engañoso ropaje de pacifismo y liberalismo.

La administración Trump está llenando al mundo de fake news y malas vibraciones; quizá la mejor garantía de paz y seguridad internacional que tenemos sea la de Rusia y China, que no están familiarizadas con espantosos ejemplos del pasado como el de Hiroshima y Nagasaki. Estas dos superpotencias están de acuerdo en cerrar las puertas del infierno a las pretensiones de los países occidentales que desean dar un golpe nuclear, aunque estos saben que las armas nucleares y la ciberguerra son tecnologías de daños muy elevados y de pocos beneficios. Se pueden emplear estas herramientas para destruir países enteros, pero en absoluto para reconstruir sus imperios rentables.

En la actualidad, más del 70% de los estadounidenses, según encuestas de últimas horas, desean que el presidente n°. 47, Donald Trump, sea destituido y/o inhabilitado mediante un juicio político. Se ha podido conocer que pesa sobre su mala administración de la presidencia 34 cargos: malversación; apropiación indebida; chantaje; usurpación; difamación, calumnia e injuria; caso de los archivos Epstein; violación de la Constitución de Estados Unidos de América, entre otros.

El juicio político a Trump permitiría realizar una labor profiláctica en el sistema político norteamericano que se va por un precipicio porque está corrompido hasta las raíces.

El juicio político a Donald Trump, que debe recaer sobre él, debe asegurar a los estadounidenses que la acusación lo enjuicie, juzgue y castigue con arreglo a derecho.

J.J. Álvarez