Palabras... | Los Premios Nobel. Séptima parte
26/12/2025.- Creo que el Comité Nobel debería reasesorarse en cuanto a de qué lado se programa y ejecuta la tragedia contra la paz de los pueblos. Observamos que en la mayoría de ocasiones se entrega más el Premio por una influencia y trama exclusivamente geopolítica, donde los actores hartamente irreconciliables no tienen la potestad de detener la barbarie, y menos cuando su presidente está empeñado junto con su país en cumplir los designios de poderes imperiales.
Un ejemplo es el caso Santos de Colombia, premio nobel de la paz 2016. Es miembro de la Fundación Rockefeller, donde los acuerdos firmados en plena escalada trágica del terrorismo de Estado no pudieron ser defendidos por todos los colombianos, ni se respetó la transparencia de su inclusión, relacionado con que fuerzas a favor de la guerra intimidaron, asesinaron, compraron y manipularon la voluntad popular en el intento de plebiscito, donde increíblemente perdió la paz.
Más allá de los temas políticos, el Premio Nobel debería optar por un compromiso más justo con los pueblos y no tomar la paz como espectáculo de intereses económicos y partidistas, representados en la cartera de los postulados a fin de complacer la geopolítica del poder económico mundial, preocupándose más por mantener la notoriedad y la susodicha fama del Nobel.
Santos, el representante de Colombia, el Israel de las Américas, el de las siete bases militares gringas pese a las dificultades, logró culminar con una histórica firma el 26 de septiembre de 2016, en Cartagena. Inmediatamente, se dejó venir la debacle; parecía otra crónica de hipocresía avisada. El Estado oligárquico colombiano ya tenía montada la emboscada a la paz. Debido a presiones y planes en desarrollo, tanto externos como internos, el Premio fue muy apurado por fuerzas subyacentes, sin importar la toma en cuenta de la conflictividad. De hecho, cuando se entregó el Premio no había un acuerdo de paz real y al someter el acuerdo al consenso de las urnas, la gente, contra la pared y la mano peluda de los resultados, votó No.
El precio que se tuvo que pagar por precipitarse ha sido tortuoso y traumático para la premiada paz del país. De hecho, posteriormente se rompieron los acuerdos por parte de un gobierno plegado a la guerra como forma de desviar desmanes, corrupción y reiteración de masacres hasta el punto de que el pueblo ha tenido que rebelarse contra los gobernantes actuales, involucrados en fraudes, asesinatos y persecución a los guerrilleros firmantes de las negociaciones de paz suscritos en La Habana. El saldo, en cincuenta años de guerra hasta hoy en Colombia, oscila aproximadamente en siete millones de desplazados, un millón de muertos y 250 mil desaparecidos. Desde el 2018 se han contabilizado 105 masacres en tiempos de Iván Duque, y en lo que iba de septiembre de 2020, se incluían 67 masacres. Líderes de la FARC, signatarios de los Acuerdos de Paz suscritos en La Habana, han optado por regresar a la montaña al temer por sus vidas, al haberse irrespetado dichos acuerdos por parte del gobierno del subpresidente Duque, colgado de la magistral dirección del expresidente Álvaro Uribe, en quienes cae la principal sospecha de las masacres como método de desviar la atención.
Mientras, Uribe tenía casa por cárcel y está siendo sometido a juicio a causa de innumerables crímenes de lesa humanidad en alianza con el narcotráfico, el ejército de paramilitares y la mirada socia de los Estados Unidos. Todo esto sucedía en momentos en que Colombia, a mansalva del covid, tenía al pueblo en paros nacionales y en la calle, presionando la renuncia de Iván Duque, quien, autorizando la represión policial, causó decenas de muertos entre los manifestantes. El expresidente Santos, el enmascarado de la paz, no tuvo ni un pronunciamiento, ni una palabra sobre el atropello y burla del gobierno contra los acuerdos de su paz, y menos por el asesinato de diez personas y 148 heridos a manos de la policía el 10 de septiembre de 2020.
¿Y el Comité Nobel? ¡Qué sé yo!
Sobreviven más las palabras de Santos que el pueblo colombiano cuando dijo, tras recibir el Premio Nobel de la Paz: "Hay una guerra menos en el mundo y es la de Colombia". Santo y seña.
Carlos Angulo
