Palabr(ar)ota | Izquierda Boric

25/12/2025.- "Los perros ladran, Sancho, señal de que avanzamos".

No importa que la frase anterior no aparezca en el Quijote ni sea invención de Cervantes, lo que importa es saber cuándo y por qué ladran los perros.

Hay unos que ladran más que otros, pero ninguno como el imperialismo, que no suele equivocarse acerca de a quién hay que mostrarle los dientes.

Y, por supuesto, también sabe cuándo no vale la pena malgastar siquiera un aullidito de cachorro.

Cuba, por ejemplo, ha estado sometida a un ladrido constante que ya va para setenta años.

En Venezuela, pelaron los colmillos desde muy temprano, y en 2002 intentaron dar el primer mordisco.

A Evo Morales le lanzaron una dentellada que amenazó con dividir Bolivia en dos partes.

En el Ecuador de Correa, amamantaron por años y en silencio a esa encarnación del traidor que fue Lenín Moreno.

La lista podría alargarse bastante con solo enumerar las múltiples mordeduras ejecutadas en Centroamérica.

Pero, sin dudas, de que el gran desgarrón lo provocó aquella terrible embestida en contra de Salvador Allende.

Esa mordedura engendró la feroz jauría que invadió todo el Cono Sur, reprimiendo y asesinando a mansalva.

El horror que acompaña al recuerdo del golpe contra Allende puede que sea la razón por la cual, a la hora de un gobierno progresista en Chile, lo mas lejos que se llega es a líderes tan inocuos como Bachelet o Boric.

El propósito primordial del Gqobierno de Boric parece haber sido el de hacerse perdonar que en algún momento se dijera de izquierda.

Y vaya que lo perdonaron.

¿Alguien oyó que le lanzaran al menos un gemido de cachorro?

Ni falta que hacía. El hombre sufría (sufre) del síndrome del judío converso, tenía que hacerse perdonar a toda costa ese asunto del izquierdismo.

Gobiernos como el de Boric no son nunca parteros de la historia, sino sumisos porteros.

Sirven para abrirle la puerta al fascismo.

Fascismo sin calificativos, porque no hay adjetivo que atenúe o agrave al fascismo. Es lo que es, y al pueblo chileno no le faltará ocasión para recordar, en el futuro próximo, los pavorosos momentos de la dictadura de Pinochet.

Cósimo Mandrillo

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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