Vitrina de nimiedades | Una radiografía verbal de nuestro tiempo

20/12/2025.- Poder, cotidianidad, popularidad, apropiación, libertad, terquedad, omisión deliberada, memoria imborrable: estos conceptos se quedan cortos cuando comenzamos a analizar la presencia de cada palabra en nuestra comunicación diaria. Términos entran y salen de la misma forma en que se va moviendo el mundo. En un guiño a la intención de entender nuestro tiempo, FundéuRAE ha anunciado esta semana que la palabra de 2025 en lengua española es “arancel”, un término que inevitablemente asociamos a Donald Trump, pero que apenas hace justicia a lo vivido en estos últimos 12 meses.

La elección del término parte de un elemento muy simple: la forma en que se incorporó rápidamente en el habla cotidiana, sin necesidad de tener conocimientos de comercio internacional. Más que el saber técnico, se impuso la incertidumbre generada por un presidente que, con sendos carteles en mano, comenzó a jugar con tarifas como herramienta para forzar acuerdos y discusiones. Ese juego geopolítico también supuso incógnitas para las compras electrónicas y la adquisición de bienes por la vía de las importaciones, aspectos cuyo impacto percibe la gente común, esa que no hace vida en la Casa Blanca ni en Zhongnanhai.

El impacto de “arancel” también es medible en el ámbito digital. Un vistazo a Google Trends ubica al término entre las principales búsquedas web sobre economía este año. Si bien el pico de consultas se encuentra entre el 2 y el 12 de abril, cuando Trump inició su “estrategia”, se mantiene entre las expresiones clave usadas por los internautas, especialmente entre los asiáticos y los canadienses. Es una conducta razonable, conforme se han dado los acontecimientos.

A pesar de ese panorama, podríamos pensar que el peso de la palabra no reposa en sí misma, sino en expresiones afines de una era neoimperial que rompe con las normas del disimulo. Es una fase superior del “Lo hacemos porque somos quienes somos y nos da la gana”, asociada a otros términos como trumpismo, que también fue candidata a la palabra del año. Pero esa lista está incompleta, y desde este lado del mundo tenemos unas cuantas sugerencias para considerar.

Si desde el Caribe tocara hacer la selección, obligatoriamente deberían estar: bloqueo, destructores, portaaviones, pescadores, aerolíneas, amenaza, guerrerismo, antidrogas, naval, aeropuertos, petróleo y riquezas, todas unidas en torno a un concepto madre: el neocolonialismo estadounidense. Del otro lado, es un desafío reivindicar las nociones de soberanía, autodeterminación, unidad regional, derecho internacional y multilateralismo, fundamentales ante la nueva etapa de agresión abierta desde Washington este año.

Plantear estas posibilidades no es un ejercicio ocioso. La forma en la que verbalizamos el presente nos permite detectar los desafíos y los puntos ciegos planteados en esta nueva coyuntura, cuando imperio, recursos y neocolonización se combinan para ser un arma tan amenazante que “arancel” es apenas una de sus balas. Así funciona la radiografía verbal de nuestro tiempo.

Rosa E. Pellegrino 

 

 

 

 

 

 

 

 


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