Primer año de la justicia que humaniza al territorio

Más de 111 mil actuaciones marcan el nuevo rostro del sistema judicial

Más de 600 mil personas de han beneficiado a través de esta iniciativa.

 

17/12/25.- Cuando el libertador Simón Bolívar proclamó en 1819 que "la justicia es la reina de las virtudes republicanas y con ella se sostienen la igualdad y la libertad", trazó un norte que hoy, dos siglos después, encuentra su eco en las calles y comunidades de Venezuela.

Este 15 de diciembre, el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) se vistió de gala para conmemorar un hito doble: los 26 años de la Constitución Bolivariana y el primer aniversario de la elección de 28.374 jueces y juezas de paz comunal, una iniciativa de la gestión del presidente Nicolás Maduro que ha sacudido las bases del sistema judicial tradicional para "humanizar la humanidad".

Balance: Una justicia de números y rostros

La magistrada Caryslia Beatriz Rodríguez, presidenta del TSJ, fue enfática al recordar que hace un año el pueblo se manifestó de forma soberana para elegir a sus mediadores. Pero más allá de la efeméride, los datos presentados por la magistrada Tania D’Amelio, coordinadora nacional de esta jurisdicción, revelan una maquinaria de paz en pleno funcionamiento:

 
 
 
 
 
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Balance nacional de gestión (Primer año)

- Actuaciones totales: 111.337 procedimientos.

- Personas beneficiadas: 646.212

- Casos cerrados con éxito: 37.163

- Acuerdos alcanzados: 35.790

- Asuntos decididos 5.599

- Remisiones a otras instancias: Solo 3.681

"La Justicia de Paz Comunal es esfuerzo de todos. Es el pilar estratégico para la paz de nuestra amada patria", sentenció la magistrada D'Amelio.

"Patear" las calles: La justicia en las catacumbas

Para el juez Carlos Plaza, del circuito Gran Colombia Socialista, este aniversario llega en el "tiempo perfecto de Dios". Plaza evoca el espíritu del comandante Hugo Chávez para describir su labor diaria: "Yo creo mucho en esas palabras de Chávez cuando dijo: 'Me voy hacia las catacumbas'. Él apostó a las trincheras del pueblo, y hoy los jueces de paz nos adentramos en ellas de manera cautelosa, conociendo la realidad desde adentro".

Plaza insta a seguir educando a la población en cuanto a esta figura de justicia.

 

La labor no ha sido plana. En su módulo han gestionado 160 intervenciones, logrando resolver 140. Sin embargo, Plaza advierte que no todo es color de rosa: "No deja de tener sus bemoles; a veces uno quiere rendirse ante situaciones incómodas que no estás acostumbrado a ver, pero el compromiso con el barrio te mantiene en pie".

El Paraíso: Entre edificios y condominios

En la parroquia El Paraíso, el escenario cambia. Aquí, la justicia de paz se enfrenta a la complejidad de las juntas de condominio y la propiedad horizontal. Marlene Colina, juez principal del circuito Pedro Lárez, destaca un hito: de 180 casos dirimidos, solo dos escalaron a instancias superiores.

- Rapidez: "No tenemos que ir a entes donde la respuesta no es emergente".

- Ahorro: "Es totalmente gratis; el vecino se ahorra los costos de un abogado".

- Convivencia: "Hemos logrado, incluso, realizar elecciones en juntas de condominio que tenían 10 años estancadas".

Casos con alma

Lo que diferencia a un juez de paz de un tribunal ordinario es la capacidad de sentir el problema del vecino como propio. Jeannette García, coordinadora del módulo en El Paraíso, relata dos casos que marcaron este primer año por su alto contenido social. El primero de ellos, relata García, era un tema de salud pública, donde en un edificio habitaban más de 100 gatos. "La cuidadora lo veía como una agresión hacia los gatos, pero era un tema de salud pública porque también comenzó a generar una proliferqación de pulgas. Tuvimos que remitir el caso a Misión Nevado para buscar una solución equilibrada, hasta el día de hoy estamos esperando respuesta".

Los jueces de paz de El Paraíso consideran que el poder popular se está adaptando a que hora ahora tienen justicia en su territorio.

 

El otro caso recaía en un problema social que afectaba a toda una comunidad, "se trata de una ciudadana de 85 años con Alzheimer", aclaró la jueza.

"Su condición la llevaba a tener problemas de convivencia, pues hacía cosas indebidas dentro de su comunidad que perjudican a los vecinos en general. Conversamos con ella, llegamos a un acuerdo, pero luego de mes y medio nos llamaron nuevamente los vecinos de la comunidad mencionándonos las condiciones de la señora y cuando llegamos a verificar la situación, la encontramos en un estado bastante crítico", relató García.

Los jueces no se limitaron a "dictar sentencia"; estos buscaron a sus familiares e instaron a uno de sus hijos a hacerse cargo antes de ser remitido a instancias mayores. Jeannette menciona que durante la revisión del caso lograron que la señora recibiera su bolsa CLAP y que algunas autoridades territoriales ayudaran con el mantenimiento de su apartamento, hoy por hoy, fue trasladarla a un ancianato donde es cuidada y le brindan una mejor calidad de vida. "Esta justicia de paz está humanizando al territorio", afirma García, con orgullo.  

La alternativa a la violencia

En El Guarataro, Ulises Castro ve en esta figura de juez de paz una barrera contra la violencia. "En el barrio, los problemas estructurales de las viviendas multifamiliares degeneran rápido en agresiones verbales", comenta. Castro manifiesta que "la gente está viendo la posibilidad de que los jueces de paz son una alternativa para no llegar a los extremos, para no llegar a la violencia", haciendo énfasis en que la comunidad ha arropado y acogido esta nueva forma de justicia de forma positiva.

Considera que debe promoverse la educación sobre el marco jurídico legal a toda la población.

 

Castro recuerda una audiencia multitudinaria que parecía escaparse de las manos: ocho familias (16 personas) en un conflicto habitacional. "Hicimos una lista de problemas y una de soluciones. Logramos un acuerdo firmado y, tras cinco meses, la mayoría de esos problemas han sido superados".

Para Castro, la justicia no es solo resolver el choque, sino prevenirlo a través de la cultura. Por ello, vincula su gestión con el proyecto "Guarura", una escuela de producción cultural. "Promovemos la paz positiva con la pedagogía de la ternura y la crianza amorosa", detalla.

Los desafíos de cara al segundo año

No todo es celebración. Los protagonistas coinciden en que la figura del juez de paz necesita fortalecer su "músculo" institucional. Juan Yánez, juez de paz de la parroquia Santa Rosalía, señala debilidades logísticas:

- Infraestructura: Muchos jueces atienden en esquinas, casas prestadas o parques. "Necesitamos una localidad propia; las audiencias son privadas y merecen respeto".

- Tecnología: "No tenemos teléfono ni internet; es una debilidad que hay que subsanar".

- Educación: Carlos Plaza y Ulises Castro coinciden en que hay que "enseñar al pueblo qué somos". No son verdugos, son imparciales. No son conserjes, son figuras de justicia.

Yánez asegura que los conflictos más prtesentes dentro de las comunidades son aquellos de carácter intrafamiliar.

 

Una justicia con olor a pueblo

A un año de aquel 15 de diciembre, la Justicia de Paz Comunal se consolida como el brazo más humano del Estado venezolano. Como bien dice la jueza Marlene Colina: "Llegamos al territorio para humanizar la humanidad". El camino hacia el 2026 implica masificar la formación y dotar de herramientas a estos hombres y mujeres que, sin cobrar un salario (ad honorem), mantienen viva la llama de la armonía social. La Constitución del 99, en su cumpleaños 26, parece haber encontrado en estos jueces su expresión más viva y directa.

THUAREZCA JULIO / FOTOGRAFÍA: ENRIQUE HERNÁNDEZ Y AMÉRICO MORILLO / CIUDAD CCS


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