Las dos orillas | Una reseña tardía
14/12/2025.- En 1998 el maestro Luis Britto García se estrena en el escandaloso género de la novela histórica. No fue casual que este primer intento de abordar temas históricos, producto de una pesquisa rigurosa, terminara siendo una narración con sólidas bases documentales. El libro fue publicado bajo el signo de la editorial Fundación Francisco Herrera Luque, otro incesante indagador que agregó ficción a sus estudios. El libro en cuestión apareció con el título Demonios del mar. Piratas y corsarios en Venezuela 1528-1727.
El profe Britto García invade los predios de la historia sin abandonar su vena ficcional. Se aleja de la aparentemente inevitable exposición cronológica de los acontecimientos y acomete una exhaustiva investigación que recorre las variables políticas, económicas y culturales que impulsaron el auge de la piratería en el mar de los Caribes, haciendo snorkel en Venezuela, entre 1528 y 1727. El texto es profuso en fuentes y, adelantado, Britto usa enfoques interdisciplinarios —braceos entre la economía y la antropología— y una narrativa que arponea la hierática tradicional de los textos académicos.
En lugar de presentar una historia que solo se ve el ombligo, Luis Britto incorpora epígrafes estratégicos, múltiples voces narrativas y elementos que le trazan una raya al lector y lo retan a sumergirse en un pasado vivo y palpitante y, últimamente, muy actual. Esta mirada socializadora, íntima, no solo acerca la anquilosada historia a "todo público", sino que también "frentea" la idea de que la historia es un hecho inmutable. Por eso advierte que "la historia no se narra desde un podio, sino desde la mesa común donde todos compartimos el pan de la memoria".
La figura central es la del pirata que se mantuvo en el imaginario durante siglos, navegando entre las aguas turbulentas de la historia y la ficción, expresado tanto en el mito como en la realidad de los mares caribeños. Más que simples criminales, los piratas han sido representados como símbolos de resistencia, libertad y, en ocasiones, como peones en los juegos de poder colonial.
En Demonios del mar. Piratas y corsarios en Venezuela 1528-1727 y la novela Pirata, Britto García plantea dos vertientes o tratamientos, uno desde la investigación histórica y otro desde la ficción novelada. Ambas conversan para ofrecer una visión renovada y compleja de la piratería en el Caribe de los siglos XVI y XVII. Constituyen así un puente entre historia y literatura, retando las fronteras entre ambos géneros y proponiendo, a través de sus obras, una lectura crítica y profundamente humana de nuestro pasado.
En Demonios del mar, el pirata deja de ser un mero villano de aventuras para convertirse en un actor complejo, atrapado en las estructuras de poder de la época. En este sentido, el autor se alinea con las teorías de Michel Foucault, quien sostiene que el poder no es un ente estático, sino una red de relaciones que atraviesa y transforma a los individuos y las instituciones. Así, los piratas, tradicionalmente vistos como victimarios, son también víctimas de un sistema colonial que los utiliza como herramientas de expansión y, al mismo tiempo, los condena al ostracismo.
En Pirata, Britto García explora las vidas imaginadas de los protagonistas del Caribe colonial. La obra sigue a Hugh Goodwind, un personaje inspirado en figuras históricas reales, cuya vida se desarrolla en los intersticios de lo conocido y lo desconocido. Capturado por aborígenes tras participar en la expedición de Sir Walter Raleigh a Guayana, Goodwind habita un espacio narrativo que la historia, con sus límites documentales, no puede abarcar. Es en este vacío donde la ficción despliega su potencial creativo.
La novela no solo recrea episodios históricos y aventuras míticas, sino que también se apropia de relatos previos de Luis Britto, como el cuento "El corsario" de La orgía imaginaria. Este recurso de intertextualidad transforma la experiencia individual en una memoria colectiva, evocando las utopías de comunidades piratas como los Hermanos de la Costa o el legendario pirata Misson. En este sentido, Pirata no solo narra historias, sino que las resignifica, interrogando los límites de la utopía y la libertad en un mundo marcado por la violencia y el caos.
En Pirata, el lenguaje de Britto García es un reflejo de esta tensión. Fragmentario, lúdico y a menudo poético, su estilo evoca la inestabilidad de los mares y las batallas, mientras que su narrativa visual recuerda los recursos del cine. Esta experimentación formal subraya la intención de la novela: más que representar fielmente la realidad, busca ofrecer una experiencia estética que invita a reflexionar sobre la memoria y la historia.
El Gabo en los laberintos del Caribe
En 1989 Gabriel García Márquez, nobel de literatura colombiano —y costeño, para más señas—, acude a Britto García para reforzar el proyecto de El general en su laberinto. El Gabo también estuvo vinculado en varias de sus novelas a los temas históricos ficcionados.
El Gabo pintó, con su estilo despojado de grandilocuencias y retóricas, los últimos días de Simón Bolívar. En la novela hay varias menciones a piratas y corsarios, ya que el Caribe y los ríos de la región eran escenarios frecuentes de estos personajes en la época colonial y republicana. Así nos legó esa visión de piratas y corsarios: "En las noches, cuando el viento soplaba fuerte y la luna se ocultaba, los hombres contaban historias de barcos fantasmas y de tesoros ocultos por los corsarios ingleses en las islas del Caribe".
Varios narradores de aquella época fueron tomados como referencia a la hora de "etiquetar" el género: Arturo Uslar Pietri, Denzil Romero, Pancho Herrera Luque, José Vicente Abreu y Ana Teresa Torres, entre otros, de varias generaciones, le faltaron el respeto a la historiografía académica para avanzar hacia una concepción según la cual la historia es aquello que nos pasa mientras pasa.
Armando Carrieri

