Memorias de un escuálido en decadencia | Buque
12/12/2025.- ¡Qué arrecho! Usted, compañero Trump, es arrecho. Usted roba en tierra, aire y mar. Esa vaina de robarse un buque petrolero dejó a la dictadura en pañales. Todos quedaron locos de bola a bola y usted, muerto de la risa, declarando que robaron un buque con una buena cantidad de petróleo. Es que le digo una vaina: nosotros no sabíamos que se podía hacer eso. Claro, uno le paraba antes al derecho internacional y a lo que pudiera decir la ONU, pero llegó usted y nos enseñó que ni el derecho ni las instituciones sirven para un carajo, y ahí está la prueba. Y nosotros, que fuimos olvidados en la entrega del Premio Nobel de la Paz —porque allí no hubo pueblo por ninguna parte, sino puro millonario, mientras el pueblo estaba en la calle protestando contra la entrega de ese premio, pero repito, nosotros lo admiramos—, ahora sí creemos que se viene usted con todo. Es la mejor acción que han hecho después de 23 semanas amenazando y matando pescadores en ese mar Caribe, como quien mata moscas en una mesa —ahora sí parece que es cierto aquello de que todas las opciones están sobre la mesa—, y después de esa heroica acción, viene usted y amenaza a Colombia con una vaina más arrecha. Es que con usted se rompió el molde, primer combatiente...
En este país, o mejor dicho, lo que queda de país, la gente salió a celebrar que le dieron no sé qué vaina al joropo allá en la India. Una comisión de la Unesco decidió esa vaina y se olvidaron de que medio mundo estaba desde temprano en Oslo esperando a la compañera María —Súmate— Machado, quien iba a buscar su bien merecido premio de la paz —aunque ella nunca ha estado en paz con nadie—, pero aquí la gente estaba celebrando lo del joropo. Una cosa que se baila con alpargatas, es decir, una cosa bien marginal. Además, los instrumentos son arpa, cuatro y maracas, una cosa pobrísima, porque no llega ni a conjunto. Mientras estemos reconociendo ese tipo de cosas, tenemos que reconocer que nos va a costar una bola salir adelante. Menos mal que a usted se le ocurrió robarse ese buque en pleno jolgorio joropero, porque así la gente ya se olvidó de esa guarandinga y comenzó a hablar de lo arrecho que es usted. Es verdad que también se olvidaron de nuestra premiada, pero lo importante es que usted ahora tiene la palabra, y que hablen de usted es hablar de nosotros, porque somos nosotros los que más lo estamos apoyando en este precioso momento en que estamos a punto de comer hallacas sin el dictador, si usted nos permite ese sueño de una noche de verano.
También tiene que cuidar a su gente por allá, porque al compañero Pete Hegseth lo quieren sacar del juego por la orden esa que dio de "mátenlos a todos". De paso, una buena orden para hacerse sentir como lo que somos, es decir, gente arrecha hasta más allá de más nunca, como diría nuestro escritor Rómulo Gallegos, para que vea la gente de la dictadura que nosotros también leemos. Desde aquí le decimos una vaina: si usted nos permite llegar al 2026 con un nuevo gobierno, de rodillas iremos hasta la Embajada de Estados Unidos y allí esperaremos que se establezcan las relaciones para entrar y poner la fiesta que nos merecemos. Allí, en nuestra embajada, celebraremos en grande este 2026, y ojalá no nos pase como los españoles que vivían aquí, en Venezuela, que todos los diciembres decían "este año cae Franco y nos vamos", y el hombre murió en su cama, como debe morir todo demócrata.
El papá de Margot llegó de la calle con una cara de asombro y diciendo: "¿Vieron? El gran carajo de Trump se robó un buque cargado de petróleo ahí mismo, en playa Pantaleta. ¡Qué arrecho ese hombre! Con razón Estados Unidos es un país de hombres poderosos, de superhéroes, porque hay que ser bien arrecho para robarse un buque como ese. El derecho le importa un carajo. Las buenas acciones son las que hacen al hombre, y este hombre se ha de encumbrar. Ahora que se venga con todo y nos libere de esta dictadura antes que la gente empiece a cantar que 'faltan cinco pa las doce y el año va a terminar'". Y se fue al cuarto y agarró la puerta y le metió ese coñazo tan duro que la vecina salió gritando: "Trump, mete tu mano y róbate a este carajo".
—Amanecí bien, magníficamente bien, todo arisco... —me declama Margot.
Roberto Malaver

