Punto de quiebre | Militar asimilado asesinó a un miliciano
La discusión se originó por una propiedad
04/12/2025.- La esposa del miliciano recibió cuatro balazos y salvó la vida de manera milagrosa.
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El desalojo de unos inquilinos que llevaban más de 10 años ocupando un inmueble en la urbanización Bello Monte de Caracas terminó este domingo 23 de noviembre en tragedia, luego de que un teniente coronel asimilado, que presuntamente usurpaba la propiedad del inmueble, accionó en varias ocasiones una pistola nueve milímetros y asesinó al miliciano Eduardo Súnico, de 43 años de edad, y le metió cuatro balazos a su esposa Elvira González de Súnico, quien, afortunadamente, salvó la vida.
Hasta este miércoles, el infortunado miliciano aún no había sido sepultado, pues los familiares esperan por la llegada de uno de sus hijos que se encuentra en Colombia, mientras que la señora Elvira fue intervenida quirúrgicamente y se encuentra estable. Fue dada de alta para que asistiera al sepelio de su esposo.
Eduardo Súnico era un hombre muy querido en la comunidad en la que llevaba habitando desde el año 2012, amante de su patria; incluso se había alistado en la Milicia Bolivariana y estaba recibiendo entrenamiento en las últimas semanas ante las amenazas de ataque y/o intervención a Venezuela por parte de Estados Unidos.
Los hechos ocurrieron a pocos metros de la entrada de la quinta Canaima, ubicada en la segunda transversal de la avenida Casiquiare, Bello Monte, municipio Baruta, estado Miranda.
El sábado, día anterior a la tragedia, Eduardo Súnico y su familia fueron desalojados violentamente de la vivienda, luego de que el teniente coronel, identificado como Ítalo Di Pasquale, médico de profesión y asimilado en la FANB (GNB), se presentó con unos policías de la zona 7 de Boleíta, al mando de un funcionario de nombre Ender Lara; el fiscal del Ministerio Público, William Sánchez (fiscal 73 del AMC) y su auxiliar, Hayleth Zerpa Álvarez, y llevaban una supuesta orden de inspección para tomar varias fotografías del inmueble, pero, al parecer, era una trampa orquestada de la mano con el Ministerio Público, pues estaban apurados porque la etapa de investigación vence el 10 de diciembre, y cuando se les permitió la entrada, ingresaron, insultaron y agredieron a los presentes y luego los desalojaron y les sacaron todas sus pertenencias para la calle. Las familias afectadas los denunciaron y hay hasta un control judicial sobre el caso.
El sábado 22 de noviembre, Eduardo Súnico fue al inmueble para recuperar un vehículo de su propiedad que estaba allí y que estaba dañado, y fue insultado y amenazado de nuevo por el militar Ítalo Di Pasquale, quien le dijo: “No es lo mismo invocar al diablo que verlo llegar”.
Al día siguiente, el grupo del militar, con sus fiscales y policías, se presentaron en otra de las viviendas con la intención también de desalojarlos. Eduardo Súnico fue llamado por teléfono y acudió al sitio en solidaridad. Allí comenzaron los insultos y amenazas. Dentro de la vivienda estaba Ítalo Di Pasquale, quien vestía pantalones jean, una franela manga larga de color negro y una gorra beige; junto con su madre, la abogada Altagracia Acosta de Di Pasquale, afuera se habían aglomerado los vecinos y los afectados.
Hubo un momento en que la señora abrió la reja y Eduardo Súnico se acercó. “Eduardo, vente, no te acerques allá, Eduardo, vente”, fueron las últimas palabras que escuchó el infortunado. Fue entonces cuando el militar asimilado sacó su pistola, empujó a su mamá y comenzó a disparar, no al aire para ahuyentar, sino en línea recta, e impactó en varias ocasiones a Eduardo, quien cayó de bruces, muerto en el acto, y contra su esposa, que estaba cerca de él.
Eduardo Súnico, quien deja huérfanos cinco hijos, pertenecía al Movimiento de Inquilinos e Inquilinas, organización que emitió un comunicado en el que explica que el origen del conflicto data de un supuesto derecho de propiedad del presunto asesino sobre la quinta Canaima. Aclara que una señora de nombre Piedad, dueña original de la casa, había alquilado la vivienda a Eduardo Súnico y luego se divorció en 1994 de su esposo, Aba Sadovnik, e hicieron repartición de bienes. Dejó una hija de nombre Sasha, quien vive en Estados Unidos. En 2014 falleció la señora Piedad y su hija Sasha sacó su declaración de única heredera universal y envió a sus abogados para renegociar el alquiler del inmueble. Fueron incluso al Sunavi, levantaron actas y llegaron a un acuerdo para el pago respectivo. Pero luego, el exesposo, Aba, también se declaró heredero único universal y reclamó el 100% de la propiedad y comenzó el rollo legal, pero, en ese ínterin, nadie sabe cómo o de qué se valió, y logró vender el inmueble a Ítalo Di Pasquale, quien se apersonó al inmueble y les dio plazo de cinco días para desalojarlo, valiéndose de que tiene contactos con altos políticos y militares, y en diciembre de 2024 denunció a Eduardo Súnico y a otros vecinos por invasión.
Tras asesinar a Eduardo Súnico y herir de gravedad a su esposa, el militar llamó por teléfono a sus contactos en los cuerpos policiales y los funcionarios que acudieron al lugar se encargaron de recoger algunas conchas de bala e intentaron mover el cuerpo, quizás con intenciones de colocarlo dentro de la vivienda para que el caso quedara como que el militar actuó en defensa propia y/o en defensa de su propiedad, pero los vecinos no lo permitieron sino hasta que llegaron los funcionarios del Cicpc.
El militar quedó detenido, pero ahora la familia teme que utilice sus influencias en el Gobierno para que se manipule el expediente y lo absuelvan, por lo que hacen un llamado al presidente Nicolás Maduro y al fiscal general Tareck William Saab, a que no permita la impunidad y que el asesino sea castigado.
Se conoció que Ítalo Di Pasquale ejerció como neurocirujano en el Hospital Clínico Universitario, de donde fue sancionado por un año al incurrir en “misoginia y actos violentos”. La providencia administrativa también indica que se consideraba pertinente que el galeno “asuma la realización de terapia, a fin de mejorar las relaciones interpersonales en su entorno institucional de trabajo”.
Wilmer Poleo Zerpa

