Arte de leer | La Gran Pulpería del Libro, una memoria cultural

Entrevista a Rómulo Castellanos

 

 

 

02/12/2025.- La avenida Sucre no estaba congestionada como suele suceder un lunes a eso de las 10:00 am. Tampoco el “recogelocos” de la ruta Magallanes-Chacaíto estaba atestado de gente. Así que el trayecto hacia el límite entre los municipios Libertador y Chacao fue rápido, pasando por la avenida Baralt, Urdaneta, Andrés Bello, Libertador y, ahora sí, el comienzo de la avenida Solano.

Como asiduo visitante de esos lares (aunque últimamente no tanto), se debe reconocer que la nostalgia invadió los terrenos del alma. Recordar las veces que hablaba con mi difunto amigo Rafael Ramón Castellanos, temas afines como la Historia, Bolívar, Rufino, Bolívar Coronado, Argenis Rodríguez, Trujillo, Waraira Repano, teleférico de Caracas y más…

En este sentido, los libros siempre son un encuentro y el mejor lugar en Caracas (que me perdonen mis otros amigos libreros) para hacer honor a esa premisa es La Gran Pulpería del Libro Venezolano. Ahora, Rómulo Castellanos, hijo del “gran pulpero” y también entrañable amigo, nos recibe cordialmente; alguien a quien siempre hemos visto con su sonrisa sincera.

¿Cuándo y cómo nació la Gran Pulpería del Libro?

—La Pulpería empezó en el Pasaje Zingg, en el año 1981. Su acta de nacimiento formal está en documentos del registro mercantil en el año 86, porque mi papá en el 81 es cuando empieza a hacer la Pulpería, la empieza a montar. Entonces, yo cuento el año de nacimiento de la librería desde que mi papá empezó a hacer la estantería y comenzó a montar sus primeras secciones, sus primeras temáticas, y llevando libros.

Aparte, como ya venía mi padre con la experiencia de haber tenido otras librerías, ya tenía el conocimiento, estaba en el área de poder comprar y adquirir librerías aquí y allá, estando en el medio desde niño, desde los 15 años. A los 16 años trabajó en un periódico en el estado Trujillo, y esa pasión por la lectura, por las letras, por lo nuestro, es lo que lo lleva a montar esas librerías, primero para luego montar la Pulpería del Libro, con libros ya totalmente que fue comprando en Colombia, en distintos sitios donde él estuvo también de carrera diplomática. Mi papá fue encargado de negocios en Paraguay, fue cónsul de Venezuela en Colombia y fue director de publicaciones de la Presidencia de la República durante muchos años. Entonces, siempre rodeado de cultura en el mundo del libro, fue comprando bibliotecas aquí y allá donde estuvo, y esas bibliotecas las trajo y son esos libros con los que comienza a hacer después parte del inventario de la Pulpería en el Pasaje Zingg.

¿Cuáles considera que son los aportes de La Gran Pulpería del Libro?

—Se ha convertido en una memoria cultural invaluable para nuestro país, ya que dentro de su estantería hay una inmensa cantidad de material bibliográfico de una importancia vital, desde incunables venezolanos, a partir de 1808 hasta nuestros tiempos, donde existe un gran inventario de escritores venezolanos que son desconocidos para gran parte de la población venezolana. Y bueno, es eso, es una memoria, es un archivo privado que puede ser adquirido por las personas e instituciones y se encuentra ahí en este local maravilloso que alberga el saber dentro de su exposición.

¿Cuántos ejemplares de libros mantiene en inventario?

—Poseemos actualmente unos tres millones de libros, alrededor de un millón 500 mil títulos y tres millones de libros como inventario.

¿Quiénes son los asiduos visitantes de la Pulpería?

—Hablar de los visitantes asiduos a la Pulpería es complejo. Desde historiadores, escritores, investigadores, todos pasan por aquí buscando material para redactar alguna investigación, escribir alguna novela, documentarse a veces y poder adquirir ese libro que no se consigue en librerías de novedades, porque es una librería de formación, de libros usados, donde puedes hallar ese título que ha desaparecido del mercado; es el fuerte de la Pulpería.

Ese libro que desapareció y que a veces no llega a otro tipo de librería, sino que la Pulpería lo tiene porque mi papá en algún momento compró cantidad de ejemplares viendo el futuro y están allí por ello. Muchachos, hay muchos chamos ahorita jóvenes, vamos a decir de edades comprendidas desde los 15 a 30 años, que visitan mucho la Pulpería. Estos chamos que también están buscando una ventana donde poder decir sus palabras, poetas jóvenes, ensayistas jóvenes, se acercan a la pulpería y comparten en ella y son las personas asiduas que nos llegan a la librería normalmente.

Además de la comercialización de libros... ¿Qué otras actividades realizan?

—Nos hemos vuelto una ventana cultural. No solo hacemos actos y bautizos de libros de quien se acerque y quiera hacerlo en la Pulpería, sino que también somos una ventana para artistas plásticos, para talleres de poesía, talleres de literatura. Ahí va gente a tomar fotografías por lo que representa la Pulpería. También tenemos música, estamos haciendo conciertos; lo que busca la Pulpería es atraer lectores y que vean que las librerías no solo son sitios para leer, sino que son sitios de reunión, de encuentro, para cualquier actividad artística, llámese como se llame. Esas son las actividades que hoy estamos procurando llevar en la librería. Es un lugar para que cualquier persona que esté en el mundo cultural que quiera que su voz sea escuchada; la Pulpería está para ellos.

¿Cómo es la recepción o consignación de libros para las personas que deseen venderlos a la Pulpería?

—La consignación es, por lo menos, en los libros nuevos de escritores venezolanos que quieran promocionarse en la Pulpería. Es sencillo, llevan la cantidad de tres ejemplares o cinco, como mucho, y los ponemos a la venta a través de una consignación de la persona que sugiere el precio, y la Pulpería lo que gana es el 40% de la venta de ese 100% del libro. Normalmente, el escritor se lleva el 60%; aceptamos cualquier tipo de libro, todo lo que se llame cultura, todo lo que sea poesía, ensayo, no importa la temática; las puertas de la Pulpería siempre están abiertas para todos porque eso es la librería, es un portal para cualquier escritor, para cualquier artista que quiera ser leído; están siempre las puertas abiertas.

Mi papá compraba bibliotecas en un momento de la vida de la librería. Hoy tenemos un inventario tan cuantioso que no estamos comprando libros en estos momentos ni tampoco estamos aceptando donaciones, ya que no tenemos el espacio para poder albergar y darles el debido curado, las debidas condiciones para esos libros que llegan y que tienen que ser preservados y bien llevados en una librería.

Tenemos una casa, que es la casa de mis padres también, donde albergamos por lo menos unos doscientos mil libros que todavía no hemos traído a la Pulpería porque no tenemos el espacio. Además, la Librería Historia también desapareció hace poco, que era la librería de mis tíos; el inventario que se pudo rescatar y salvar porque estuvo en un depósito en el que había mucha humedad y la mayoría de los libros se dañaron, lo tenemos en casa de mis padres, que pronto tenemos que llevar, y en algún momento debemos abrirle espacio en la Pulpería para que esos libros también puedan llegar a los lectores, a su público en general.

¿Considera que hay menos demanda de libros en físico hoy día?

—Yo creo que no, que siempre está el lector del libro en papel. El libro digital me parece también una herramienta maravillosa, ya que ese lector en digital siempre también en algún momento de la vida va a caer en el amor al libro de papel. Ambos van de la mano.

Además, como conversé contigo justamente en esta feria maravillosa del libro de la Alcaldía de Caracas, el libro en papel (preservado en óptimas condiciones) puede durar doscientos, trescientos, cuatrocientos años, y va a estar ahí. Hasta el momento, no sabemos cómo la tecnología digital puede en algún momento colapsar y apagarse todas las computadoras y que haya un blackout, y eso no va a impedir que el libro en papel siga estando y siga circulando y siga siendo leído. El papel siempre va a estar ahí, siempre va a existir y siempre va a haber lectores que lo busquen. Como decía Umberto Eco: “Los libros nunca van a morir”.

¿Cómo promover más la lectura de libros en físico?

—La mejor manera de incentivar y fomentar la lectura de libros en físico es hacer lo que ya se viene haciendo a través de ferias, a través de las mismas redes electrónicas que hoy uno ataca a veces diciendo que no permiten que las personas lean, utilizarlas justamente como herramientas para transmitir y llegar a aquellas personas que no leen porque no han tenido la oportunidad de ir a una librería, porque no se sienten convocados y el mensaje no les ha llegado, no conocen que cerca de sus hogares pueden tener un sitio maravilloso (librería, biblioteca, sala de lectura) donde tener esa nueva experiencia que se sería leer en papel y leer distintas temáticas que, también, ahí está la labor del librero, que hay que formar libreros, hay que incluirlo como una profesión, no solo como un oficio, y formar ciudadanos que lleven de la mano a esas personas orientándolas, que andan buscando en el horizonte conocimientos, y el libro puede constituir un disfrute supereconómico, como es viajar a través de las letras y a través del libro en físico puedan lograrlo.

Entonces, yo creo que la labor es seguir haciendo ferias, festivales, encuentros, promover un turismo cultural a través de las librerías, invitando de cualquier manera, desde cualquier trinchera, para que las personas visiten las librerías, las bibliotecas y puedan acceder a ese libro que está allí para ellos, para que los guíe en sus inquietudes y búsquedas que cada ser humano necesita y tiene.

El Estado venezolano tiene una política de promoción del libro y la lectura. ¿Qué hace falta para mejorar los programas y proyectos que ya están en marcha?

—Los proyectos que tiene el Estado, y que tenemos que acompañar las librerías también, es un trabajo no solamente del Estado, sino de todos. La lectura tiene que ser promovida desde cualquier área, desde cualquier sitio, desde cualquier esquina, desde el lugar más pequeño al lugar más grande. Es una labor donde hay que unirse y, a través de llevar de la mano a todos los lectores a que sigan leyendo, darles la oportunidad de que consigan libros con precios que estén a su alcance, que puedan ser pagados y no los aparte de esa necesidad, porque para algunos el leer es tan necesario como el comer. Entonces, yo creo que es acompañarnos todos en todas estas políticas y proyectos que lleven a la promoción de la lectura cada día mucho más.

Recomiéndanos tres libros imprescindibles para todo lector

—¡Qué reto! Recomendar tres libros que sean imprescindibles para cualquier persona, para todo lector, para todo ser humano es complicado. Considero que todos tenemos gustos y temáticas diversas y distintas.

Un libro imprescindible puede ser La Biblia para un cristiano, un católico. Para alguien que ande en el tema de la economía política, puede ser El capital de Marx; para mí, por lo menos, la Historia Política de Venezuela de Juan Úslar Pietri, que me parece un libro maravilloso que yo recomendaría a todo el mundo para leer. Pienso que por eso la lectura es maravillosa, porque existe un libro para cada quien y el conseguirlo y estar en esa inmersión, en ese mar de lo que significa llegar a una librería y recorrerla y poder ojear aquel libro que te va a llamar la atención y te permita entrar y nadar en el mundo de las letras y que sean ellos mismos, los libros, los que te digan cuáles son aquellos para ti.

La Odisea de Homero creo que es uno de los clásicos más leídos desde todos los tiempos, desde el papiro al día de hoy, como puede hablar Irene Vallejo en El infinito en un junco. Entonces, es complicado hablar de tres libros nada más.

Ricardo Romero Romero | @ItacaNaufrago | artedeleer@yahoo.com

Fotografías: Esso Álvarez

 

 


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