Punto y seguimos | Sobre cualquier ley
02/12/2025.- El Ministerio de Salud palestino actualizó el 29 de noviembre la cifra de muertos por ataques israelíes desde octubre de 2023. Un total de 70.100 almas y 170.983 heridos en poco más de dos años, un número que sigue en aumento, puesto que el Estado sionista no respeta acuerdos ni treguas, y ciertamente no está siendo sometido a consecuencia alguna por sus actos, sin importar cuán atroces sean los mismos.
Los informes de funcionarios íntegros de Naciones Unidas y otras organizaciones, los reportes de médicos, voluntarios y periodistas de varias partes del mundo, no parecen incidir en los centros donde se deciden las acciones. Mientras un Donald Trump obsesivo y delirante vuelve su mirada al continente americano, aplaude las acciones de sus socios y espera la “limpieza” de los territorios palestinos para ser parte de la “reconstrucción” y empezar a facturar del negocio inmobiliario planificado. Y si por ello recibe un Nobel, mejor aún. Parece simple cinismo, pero es más.
Las élites de derecha no solo han hecho las leyes a su conveniencia, sino que ahora dicen de frente y sin empachos que no les aplican. Las famosas “reglas del juego”, tanto de cada nación como las internacionales, son hoy obstáculos a sus intereses, obstáculos que no están dispuestos a franquear. La respuesta es la acción directa y, si acaso, pedir disculpas después. Los ataques ilegales en el mar Caribe son una prueba; el genocidio en Gaza, otra. Incluso dentro de sus propias estructuras se usa esta “lógica”. Hace pocos días, Benjamín Netanyahu envió una carta al presidente Isaac Herzog en la que solicita ser eximido de las acusaciones que la justicia israelí lleva en su contra desde el 2022, por actos de corrupción durante sus mandatos previos. Alega que los juicios van en contra del “interés nacional” y que crean tensión en medio de la guerra contra Gaza.
Palabras más, palabras menos, Netanyahu le dice a su propio gobierno que no le toque un pelo porque obstaculiza sus planes que —según él— son los mismos de la nación. Un cheque en blanco versión 3.0. El primer ministro israelí, genocida y corrupto comprobado, se toma en serio aquello de “se vale todo” por un ideal. No muy distinto a aquel que aniquiló a 6 millones de los suyos, también por un “ideal”. El supremacismo como ideología lleva sin remedio a considerar que no hay límites ni morales ni legales para garantizar el establecimiento de sus esquemas. Las leyes son para los otros, los que no pueden ni deben decidir, porque son menos. Menos en todos los sentidos.
Los valores de igualdad, libertad y fraternidad de los que tanto se jacta Occidente nunca habían estado tan en riesgo de irse al caño globalmente como ahora, con la instalación en la opinión pública de la aprobación de una lógica bajo la cual estos valores no pueden sostenerse; y es la lógica de la diferencia, pero no la de la diversidad natural que nos hace humanos, sino la diferencia evaluada en términos dicotómicos: mayor y menor, buena y mala, bonita y fea, rica y pobre, salvable y exterminable. En este sentido, el Sur Global es útil en recursos; estos son deseables. Las personas que vivimos en los territorios dueños de los recursos somos exterminables. Sin matices. Así piensa el supremacista, y a ese peligro estamos expuestos todos.
Mariel Carrillo García

