Historia viva | El Caribe como objetivo de guerra
26/11/2025.- ¿A qué se debe que el Gobierno de Estados Unidos haya desarrollado una campaña tan agresiva contra Venezuela y Colombia recientemente? ¿Por qué la provocación en México? ¿Son casualidades o se trata de otra razón? No son preguntas solo para unos estudiantes de Geopolítica o Historia, son preguntas que todos debemos analizar desde nuestro ciclo vital y desde nuestra perspectiva futura. ¿Cómo lidiar políticamente con la locura fascista de Marco Rubio? Esa pregunta la pudiese responder un médico psiquiatra, un psicólogo o un trabajador obstinado de las imposiciones de una moneda que no es la suya y que le reduce cada día la capacidad de alimentarse dignamente. Las respuestas pudieran ser las mismas; analicemos.
Tratemos de ser lo más científicos posible y quizás encontremos muchas respuestas si hacemos una revisión crítica de la historia de la región. En esa revisión histórica encontraremos un patrón, no un ciclo porque la historia no es cíclica, pero sí un seriado de agresiones que tienen cada vez un perfil donde las palabras control y dominación política territorial tienen un denominador común.
Lo único nuevo en estos escenarios actuales son los dispositivos tecnológicos de que disponen los centros de poder para ejercer ese dominio, la precisión con que cautivan a los y las jóvenes (más de 60 millones hay en América Latina y el Caribe) y también a los mayores.
Analicemos el caso de Trinidad y Tobago, cuya primera ministra salta de un columpio a otro como gimnasta atropellada de acuerdo a lo que diga la política exterior de Estados Unidos, sin un ápice de consideración por su soberanía nacional. Cuando Gran Bretaña invadió Trinidad en febrero de 1797, ya había abonado una estrategia de colonización para controlar un territorio que representó y aún representa una llave y un candado que permiten la salida de las riquezas del continente suramericano que para entonces representaba el cuero y la carne salada de ganado, el añil para teñir las telas y el cacao, entre otros bienes comerciales producidos en tierra firme, así como la entrada de productos de importación de las industrias europeas que ingresaban a Suramérica y el Caribe; los negocios de los mercaderes británicos tenían que tener control de esa llave y candado que fue y es Trinidad y Tobago.
No hay cambios geográficos en las corrientes marinas; sus ciclos de aguas frías que bajan desde el Atlántico norte recorren las costas del norte de Suramérica y el Caribe; se calientan y suben por el borde occidental de Centroamérica para anidar en el golfo de México y de nuevo enrumbarse al norte por las costas de Estados Unidos. Ese ciclo permanece igual desde hace miles de años; lo que sí ha cambiado son las condiciones sociales de producción del ser humano, que ha desarrollado en un período de doscientos cincuenta años una transformación geohistórica que es evidente en algunas zonas del Caribe donde aún persiste la colonialidad. La estrategia de colonización que aplicó Gran Bretaña para apropiarse de Trinidad y Tobago tuvo una táctica que usa todo colonizador, y la de la corona de Londres no fue la excepción, como tampoco lo es hoy para Estados Unidos.
España mermó su capacidad militar y de control territorial en las Américas desde mediados del siglo XVIII, se plantó y consolidó en sus principales fortalezas intraterritoriales, pero no pudo con sus enclaves marítimos geoestratégicos en el Caribe, por lo que se vio obligada a ceder en el celo que guardaba en sus “dominios” de ultramar, donde autorizaba solo el ingreso de colonos exclusivamente españoles. La incapacidad española de control militar en Trinidad permitió el ingreso de extranjeros que Gran Bretaña “facilitó” para mover desde sus enclaves en el Caribe, África o tan lejos como la India para generar la proliferación de una población de habla inglesa colonizada; de allí el lenguaje como recurso de control. Era población trabajadora mísera, otros forzados desde África o la India, controlados por comerciantes inescrupulosos, pero sobre todo con mentalidad domada. Los colonizadores británicos, como los brasileños, nunca permitieron en sus dominios gente "mandinga", pueblos africanos rebeldes contestatarios, fetichizados por la cúpula eclesiástica como "diablos". Muchos de ellos fueron a parar a las hoy costas venezolanas y colombianas; de allí la rebeldía de esos pueblos.
La misma historia se repite doscientos años después cuando mandatarios colonizados ofrecen al nuevo dominador sus espacios soberanos para anclar los controles del pretendido propietario del mundo y, como ayer, hacerse de las riquezas de los pueblos del continente, ya no con ganado ni añil, sino petróleo y gas que necesita su insaciable industria devoradora de energía para suplir el despilfarro de las élites de poder occidental.
Al pueblo de Trinidad, como a los del Caribe, les toca la histórica virtud de conocer su pasado y su capacidad mandinga para entender el presente y enfrentar a quienes pretenden controlarlos para apropiarse de sus propios recursos y su posición geoestratégica y abrir la llave de la liberación para un mejor destino antes de caer en las fauces de la locura fascista.
Aldemaro Barrios Romero

