Al derecho y al revés | Negociar con un tramposo
19/11/2025.- No me alegra pegarme semana a semana con el ping pong mediático, cuyo personaje central es un pillo de siete suelas, megalómano, al que solo por mencionarlo en nuestros artículos y opiniones ya gana de comienzo.
Pero hay que hacerlo porque no se trata de un pillo y violador cualquiera, es el presidente de Estados Unidos, país de mala memoria en la América hispana porque prácticamente no hay nación al sur del Río Grande a la que no haya invadido o amenazado desde hace más de un siglo.
Y este presidente con pasado de violador de mujeres indefensas, heredero de empresas que fraudulentamente ha quebrado varias veces, defraudador comprobado en un país donde pagar el impuesto es religión, que ha hecho del cargo una teta a la que obscenamente mama él y toda su familia, compuesta por motolitos y defraudadores, nos amenaza usando varios métodos.
El básico es declarar a nuestro país como “Estado narcoterrorista”, con lo cual puede ordenar ataques militares contra cualquier blanco que señalen los gringos como “salido de Venezuela”, al menos por un mes, porque los legisladores yanquis se negaron a modificar leyes vetustas que le permiten a Trump asesinar a cualquiera sin tener que mostrar las pruebas de lo dicho.
De otra manera tendría que seguir los protocolos internacionales que exigen a cualquier país demostrar la acusación y llevar a los supuestos traficantes ante un tribunal donde sería juzgado “con el debido proceso”.
Otro método es el chantaje y su prima la mentira.
Este procedimiento supone que Donald Trump, en vez de apaciguar, sirve de escalera para acusar a países enteros como “narcoterroristas”, y cuando las víctimas de sanciones y alzas de las tasas para sus productos se preparan para la guerra, repentinamente se muestra dispuesto a negociar con la víctima que, ante tal reculada, respira aliviada.
Los pobres ignoran lo que viene a continuación con el yerno, que es sionista, o Marco Rubio, que es peor, que al estilo de los peores malandros procede a obligar a que le entreguen ora un avión totalmente remodelado, ora que que le creen un monopolio a sus familiares y amigotes, etcétera.
En ese caso estamos los venezolanos que vemos cómo el barril con patas Trump, después de asesinar pescadores o contrabandistas venezolanos, después de movilizar al Caribe una flota equipada con lo último en materia militar, ahora insinúa que puede negociar con el presidente Nicolás Maduro.
Y aquí es donde el país entero debe decir no.
¿Cómo es eso que después de poner 50 millones de dólares por el asesinato de nuestro Presidente, después de vilipendiarnos, ahora quiere negociar?
Lo único que a Trump y la oligarquía yanqui les interesa de nosotros son las reservas petroleras por las cuales hace unos años afirmó que en su primer mandato “estuvimos a punto de quedárnoslas gratis”.
La única garantía y la carta sólida que tuvieron los gobiernos venezolanos para poder adelantar obras sociales fue y seguirá siendo el petróleo.
Y ahora Trump quiere arrebatárselo al pueblo venezolano mediante el cuento de que “hay que quitárselo a los chinos y rusos”, que menos mal que sirven de pararrayos ante tal lluvia de abusos.
Nicolás Maduro tiene la experiencia de sindicalista negociando, pero esta guerra no es solo de militares; el pueblo también tendrá que hacerse presente.
Y demostrar masivamente que no estamos dispuestos a traicionar nuestra patria, salvo que, embrujados de sayonismo, lleguemos a creer que un país invadido por Estados Unidos puede progresar.
Pero mosca, que los gafos también proliferan, y los que desde su mediocridad admiran todo lo que venga del Country Club, son unos cuantos.
Domingo Alberto Rangel
