Psicosoma | Danzar sana
La danza es un poema donde cada movimiento es una palabra.
Alicia Alonso
Fuiste silvestre una vez. No te dejes domesticar.
Isadora Duncan
18/11/2025.- La adaptación por primera vez en danza de La loca de Gandoca, obra de la escritora costarricense Anacristina Rossi Lara, publicada en 1992 (cuyo eje principal es el amor, el ser, la naturaleza, la Pachamama, para cuidar la riqueza ecológica del Refugio de Vida Silvestre Gandoca Manzanillo en el litoral atlántico de la provincia de Limón, Costa Rica), fue presentada por estudiantes de la Escuela Municipal de Artes Escazú, Municipalidad de Escazú, el sábado 15 en el auditorio del Centro Cívico Municipal.
Las voces, aplausos, emociones, gritos, sentimientos, con más de doscientas personas, hacían del espacio "cuna de artistas" una plaza sonora al canto amoroso humano de libertad, que solo es posible con la manifestación, resistencia artística de un pueblo de "brujas y brujos" o, como bien decía ya subida al escenario la preciosa Anacristina: "Yo vivo en esta tierra; después de largos viajes por Europa vine a vivir en la tierra de la bruja Zárate", y es cierto, aquí todo es un encantamiento, regalo de las diosas y dioses, familiares que nos acompañarán con ese amor del cuido de las hijas e hijos de todos los días, al acudir a clases, manifiesta el profesor de frase icónica: "Sé tú misma", como el equipo docente que las cuida y prepara como a las jóvenes y adultas.
Amamos la danza; "bailar es sentir, sentir es sufrir, sufrir es amar". ¡Usted ama, sufre y siente! ¡Usted baila!, nos recuerda la genial Isadora. ¡Y es verdad!, se va más allá de lo terrenal, porque ya no se siente el cuerpo, se vuela y abraza a las estrellas, en silencio sentido que nace en cada brazada al viento, en cada punta de pie y talón que aún hace posible elevarnos. Soñar en conjunto desde una disciplina, técnicas que diariamente alimentan los docentes, pero es "el impulso vital" que nos transporta pasión y habla el cuerpo, entrañas, desde ser un aliento invisible a un color azul celeste Pachamama, un puntico invisible. La tierra se mantiene por aborígenes, campesinos, ambientalistas, seres humanos amantes de la madre, y no hay nada más tierno que el nacer puro de niñas y niños al lenguaje primigenio del movimiento. Danzan desde el vientre, con sus latidos, el cordón en acuosa fertilidad, y así somos conformados al universo, estrellas fugaces, y en tierra somos impulsos, brotes verdes, amarillos, naranjas, batir de palmeras, risas de monos, ulular de lechuzas, gruñidos, rugidos de jaguares, maullidos, rumor y caídas de aguas, ríos, playas. "No volví a la playa del árbol de uva" (leo y canto porque recuerdo mi pelea con las playas del Cono Sur de seres aventados desde helicópteros), pájaros, árboles de cipreses, cedros, espíritus de los bosques de la selva, Apus... Realmente es amar, amar lo que nos hace vivir y, como bien dice la protagonista Daniela: "He amado tu reino como se ama a un hombre".
Al venir del despojo, de muertes, sobrevidas, la naturaleza nos resucita con el impulso vital y se alejan disculpas, desganos, enfermedades, porque solo bailar trasmuta pesares y, desde una silla de ruedas, encamada por un largo tiempo, Alicia Alonso decía: "Bailaba en mi cabeza, sin poder ver, sin poder moverme, quieta en mi cama...".
Todo flotaba en la noche mágica del sábado 15; "era una sensación deliciosa ser parte de un árbol, parte de las aves y la noche tibia. Mis brazos, mis piernas, mi pelo, flotaban. Era una sensación prodigiosa, como si me hubiera liberado de todo... (La loca de Gandoca). Siempre al releer una obra me provoca inhalar sus palabras y suenan música, ritmos que acompañan al poema y danzar al mundo indecible casi es inevitale, o prende la mano para fijar letras, como "Daniela, hace pocos meses, cuando el hombre de los diez bypasses o sus amigos te amenazaron con quemar tu casa y vos llegaste a mi oficina a contarme. Dijiste: "Ahora solamente me queda la palabra (...), la palabra escrita".
Rosa Anca

