Rostro de mujer | Militantes por la dignidad y la alegría en la vejez
15/11/2025.- En tiempos de Revolución Bolivariana, nos vemos obligados a destacar que la ancianidad es considerada como la más maravillosa etapa de la humanidad, un ciclo de honor y sabiduría, donde las canas son reconocidas como una "corona de vida honrada" y un símbolo de entendimiento. Pero los tiempos presentes de posmodernidad estimulan otra matriz, donde los adultos mayores deben optar por transitar sus últimos días de vida en un ancianato.
Este contraste de la sociedad moderna lo vive día a día Norma Torres, como presidenta del comité de abuelos en la populosa parroquia de La Candelaria; guaireña de nacimiento, pero se asentó en este sector de Caracas tras casarse a los 20 años, mujer con un corazón y sentimiento de gran compromiso social. Su niñez en la región litoral, junto a sus dos hermanos y una madre que les inculcó valores de honestidad, forjó su carácter, a pesar de la ausencia de su padre biológico.
Su matrimonio de casi 40 años fue una gran dificultad: se casó bajo obligación familiar y sin amor por su esposo, un hombre que, aunque responsable con sus hijos, era "odioso, malandro, bebedor y consumidor de drogas". A pesar de convivir bajo el mismo techo, vivían separados, hasta el fallecimiento de su pareja hace 21 años.
Norma, quien estudió hasta el tercer semestre de Ingeniería en Sistemas, se definió como una mujer que ha aprendido a vivir con lo fácil y lo difícil, sin quejarse. Para ella, lo que más le gustaría repetir es su niñez, y lo que borraría es la situación vivida con su esposo. Actualmente, se siente feliz por la labor que desempeña en beneficio de las personas adultas mayores. Se define como una mujer "bella, joven, echada para adelante" y siente que ha hecho las cosas bien, sentimiento que comparte junto a sus tres hijos y sus seis nietos.
Su camino hacia el trabajo social con los adultos mayores comenzó tras una lesión en el manguito rotador (era masajista) que la obligó a dejar su trabajo. Esta situación, que la deprimió, la impulsó a buscar un nuevo propósito. "Me lancé a la calle, a ver quién estaba necesitado", y fue allí donde empezó a ayudar a los abuelos solos, acompañándolos al hospital, dando inicio a su labor.
Hoy en día, Norma Torres, el ángel madrina de los y las abuelas de La Candelaria, a sus 74 años de edad desarrolla diversas actividades en los amplios espacios de la casa cultural. En esa zona, organiza talleres, conversatorios, bisutería, manualidades y panadería, logrando una excelente receptividad y la integración de 50 a 60 personas en algunas reuniones. Afirmó que los abuelos, quienes participan de los programas y actividades, se sienten productivos, reconocidos y valorados gracias a esta labor.
En el marco del encuentro con Rostro de mujer, hizo un llamado a la integración y valoración del adulto mayor, destacando que tienen mucho que dar. Su mensaje es contundente: "Que sea más valorado el adulto mayor, que se les dé más atención. Aún persisten ciertos factores sociales que desestiman el valor humano de las personas mayores". Ella propone contrarrestar estos rechazos, "abocándose más a ellos" y demostrando un interés genuino en ayudarlos y brindarles atención y amor.
La vida de Norma Torres, marcada por la resiliencia frente a las adversidades personales y la dedicación tras un quiebre profesional, es un testimonio vibrante de cómo la búsqueda de un propósito puede transformarse en un motor de cambio social.
No cabe duda de que Norma encontró en la vulnerabilidad de los abuelos solos su nueva vocación; ha creado un verdadero refugio de dignidad y productividad en el que las personas de la tercera edad han roto el ciclo de la soledad y la invisibilidad, probando que la edad es solo un número cuando hay voluntad y un lugar donde ser valorados.
En la actualidad se encuentra en la búsqueda de un nuevo espacio adecuado, dado que tuvo que entregar hace poco la ubicación anterior. A pesar de este desafío, su visión sigue firme: mira hacia el futuro con un proyecto más ambicioso y amplio, diseñado para albergar a un mayor número de adultos mayores.
Este esfuerzo no es solo una labor social; simboliza la necesidad imperiosa de que la sociedad abra sus puertas a la inclusión y reconozca que nuestros abuelos y abuelas aún tienen un papel fundamental en la vida. El compromiso de Norma Torres es un llamado a la acción colectiva para devolverles el respeto, el amor y la atención que merecen a quienes nos dieron la vida y la historia. Como sentencia la Biblia: "Nunca hables con dureza a un anciano, sino háblale con respeto como a tu propio padre y trata a las ancianas como a tu madre".

Norma Torres, sembradora de sonrisas en la etapa dorada
Nirman García

