Memorias de un escuálido en decadencia | Nacionalidad
14/11/2025.- ¡Yo soy venezolano de la pura capital! Ahora la dictadura quiere quitarle la nacionalidad al poeta del Verso Largo y el Verso Corto, o sea, al compañero de La Salida Sin Llegada, Leopoldo López, y también al compañero del premio Milton Friedman, el excelentísimo ciudadano Yon Goicoechea. Eso no es más que una manera de hacernos perder el tiempo en reclamos, porque, como sabe la gente decente y pensante de este país, o sea, nosotros, eso es imposible, porque la nacionalidad venezolana es un derecho que adquiere uno al nacer, y ahí está contemplado en la Constitución de la república, no voy a decir bolivariana, porque eso sería reconocer lo que no reconocemos nunca. Uno que salió en defensa de los compañeros antes citados por mí, no por ningún cuerpo policial, fue el insigne exalcalde de Caracas, el compañero Antonio —Pensionado— Ledezma, quien, a pesar de tener preso a un yerno corrupto, salió a escribir una columna en el diario El País de España para decirnos, con inteligencia y talento, que no es lo mismo, pero es igual, dónde está la identidad, eso que un montón de sociólogos e investigadores de las ciencias sociales tienen años buscando como locos por todas partes. Para el compañero Ledezma, según lo publicado en su artículo, aquí está nuestra identidad: "Nuestra identidad está en las flores de Galipán y en el señorial cerro Ávila, que custodia Caracas irradiando sus prismas terrenales". Y no contento con ese concepto, el hombre fue más allá del ramillete de cursilería que nos escribió y dijo: "La identidad de Venezuela está en los esteros de Camaguán, en sus morichales, en el vuelo de sus garzas, gavilanes, carraos y alcaravanes. La hora de nuestra identidad la marca 'el sol de los venados'. Somos venezolanos con nuestra esencia enredada en los manglares de Tucupita. Nuestra identidad vuela entre las brisas que pasean por los tepuyes, se hace escuchar en el silbido de turpiales, en el bullanguero revoloteo de los loros, pericos y guacamayas y luce exuberante en los pétalos de nuestras orquídeas". ¡Qué grande! Es una lástima que se haya fugado ese cerebro de la patria, pero en algún momento volverá para seguir dándonos unas páginas memorables como esa.
Y mientras el compañero Ledezma escribe, nosotros seguimos aquí, preocupados por el rumbo que está tomando la invasión que nos prometió el compañero Trump. Parece que el hombre anda como volador sin rabo, porque China y Rusia están metiendo muchas armas en nuestro país y esa vaina es violar la soberanía. Ya van más de setenta pescadores asesinados en el Caribe y el Pacífico por el compañero Trump, y siguen llegando barcos, y anuncian que viene la mamá de los barcos para ver si se asustan los hombres de la dictadura y entregan el poder de buena manera, pero esa vaina parece imposible, porque el dictador acaba de aprobar una ley que llaman de Comando para la Defensa de la Nación, donde ponen a todo el mundo a tomar las armas, por si acaso los soldados de nuestra segunda patria se nos vienen encima sin carnaval ni comparsa.
El papá de Margot llegó de la calle diciendo: "Dicen que no hay plata, ¿pero cómo carajo hacen para comprar tanta vaina? En el centro de Caracas no se puede caminar porque todo el mundo anda viendo y comprando vainas navideñas, y nosotros, creyendo que la gente está pendiente de salir de la dictadura. ¡Olvídense! Esos carajos acaban de hacer unas elecciones para elegir jefes de un montón de consejos comunales, y nosotros pensando que Trump nos va a salvar. ¡No me jodan!". Y se fue al cuarto y agarró la puerta y le metió un coñazo tan duro que la vecina salió gritando: "Quítenle la nacionalidad a este carajo para ver si se muda".
—Los amorosos salen de sus cuevas, temblorosos, hambrientos, a cazar fantasmas... —me declama Margot.
Roberto Malaver

