Historia viva | Desmadre epistemológico y paz cognitiva

12/11/2025.- La profesora y antropóloga Petra Josefina Moreno (UCV), en una conversación informal, señaló que aquellos que estudian e investigan asuntos sociales con metodología científica deben hacerlo de forma sencilla para obtener resultados igualmente sencillos. A esto, agrego yo, que debe hacerse de manera que la mayor cantidad de personas, en el contexto nacional e internacional, accedan a esos hallazgos novedosos y se produzca la fase fecunda de la democratización del conocimiento.

En un país como Venezuela, que es continuamente agredido por factores imperiales, la capacidad de producción de contenidos científicos no ha mermado, ni tampoco la incorporación de nuevas categorías, epistemes y novedades. Tanto investigadores profesionales como estudiantes siguen actuando como generadores creativos para nuevos desafíos epistemológicos. Si bien poco de esto se visibiliza y aunque se han visto afectados los presupuestos públicos para producir y financiar investigaciones y publicaciones del "saber" y el "hacer", hay que reconocer algunos esfuerzos notables de ciertas instituciones. Estas instituciones, derivadas de líneas políticas del Estado venezolano y con apoyo de la presidencia y el ejecutivo, siguen haciendo aportes para reducir la desaceleración creativa producida por las agresivas medidas coercitivas. Sin embargo, tampoco deben ser una excusa para dejar de producir conocimientos a través de investigaciones sociales y tecnológicas.

Así como algunos procesos judiciales no terminan con una resolución en un tribunal para enunciar una sentencia, muchos contenidos teórico-científicos y sociales se quedan en el manuscrito de los autores o en los archivos de las universidades. Peor aún, se van del país de origen, donde los depredadores internacionales se presentan y los atrapan cual "presa". Otros se asumen y venden como creativos editoriales. Son los terminators de autoayuda que cortan y pegan datos que "pillan" de las llamadas inteligencias artificiales (IA) justamente para producir “contenidos artificiales” con el fin de mercadear conocimientos ajenos. Este es un fenómeno global e histórico. Son especialistas en trampas y crear verdaderas emboscadas del conocimiento, asaltando las fuentes y el fondo de los asuntos epistemológicos. Son unos "misiles destructivos" que saquean presupuestos cognoscentes, no dejando rastros ni posibilidades de recuperación; unos verdaderos "desmadres epistemológicos".

No comulgo en absoluto con las ideas políticas renegadas del profesor e historiador venezolano Germán Carrera Damas. No obstante, cuando él era comunista y se ocupaba de pensar en los años sesenta y setenta, caracterizó a quienes realizaban trabajos de investigación en la historia de las ideas en dos grupos categoriales: los creativos y los reproductores. Los primeros se ocupaban de investigar, siendo el oficio del historiador auténtico; los segundos se centraban en repetir lo que otros producían para su divulgación.

Ahora es necesario agregar una tercera categoría: los depredadores. Generalmente, estos no tienen ni son del oficio, sino que se pegan como rémoras de los dos anteriores, sin fondo ético, desvestidos de dignidad e incapaces de dar crédito a los autores o de generar hallazgos desde la agudeza y rigurosidad del conocimiento científico. Es una práctica común y naturalizada en los grandes centros de pensamiento y constituye una lucha entre investigadores de pueblos emergentes y centros de dominación científica y tecnológica del capitalismo.

De esta historia hay una larga trayectoria de luchas que forjó conflictos comerciales mundiales. Podemos sintetizarla, desde el anecdotario, con el caso del fideo asiático —que algunos creen que los italianos plagiaron como spaghetti (es decir, poco spago, "pequeña cinta o cordón")— hasta la guerra cognitiva, un calco vulgar que hizo la OTAN de la invención de dos coroneles del Ejército Popular Chino, Qiao Liang y Wang Xiangsui, en su trabajo titulado La guerra irrestricta.

En ese sentido, indicamos que los avances epistémicos, que cada vez son más inmediatos y sorprendentes —por no decir maravillosos, si contribuyen al bien de la humanidad—, no dependen de quién los investigue y encuentre, sino de que tributen conocimientos positivos y democraticen sus alcances para la acción concreta en el bienestar humano.

Hemos dicho que la categoría 'paz cognitiva' no debe entenderse como un simple antónimo de la 'guerra cognitiva', ni la mera concepción de la paz mental. Más bien, trasciende y alcanza la proyección de la felicidad posible, la tranquilidad creativa-científica, la armonía entre el sujeto humano, la estabilidad política y el equilibrio con su entorno medioambiental; todos legados del pensamiento de Bolívar. A ello se agrega la razón ética de la verdad, por cuanto toda guerra se vale del engaño y la mentira para convencer al otro de que su semejante es su enemigo, lo cual es uno de los fundamentos de la llamada guerra cognitiva, que de cognitiva tiene poco o nada.

Si evocamos a Petra Josefina Moreno hoy, la profesora de la Escuela de Antropología de la Universidad Central de Venezuela de los años ochenta, recordada por sus lecciones de observación antropológica y su sencillez metodológica, aun mucho después de jubilarse y de alejarse con los espíritus de su memoria ancestral, ella sigue enseñando reflexiones y categorías contundentes como la del "desmadre", al que le he puesto el apellido de epistemológico.

Estamos en este trance de las luchas que forjan conocimientos humanos para el buen vivir y que estos tributen a objetivos sociales, y que no se queden en el camino en manos cortas de dignidad para alimentar megalomanías antrópicas.

 

Aldemaro Barrios Romero


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