Psicosoma | Silencio cómplice

¿... cuántas más tienen que morir?

Teresita Borge Céspedes

 

Y un entrañable calor me abriga / cuando el mundo me golpea. / Es el calor de otras mujeres, de aquellas que hicieron de la vida / este rincón sensible, luchador, / de piel suave y corazón guerrero.

Alejandra Pizarnik

Soy mujer (fragmento)

 

11/11/2025.- En la apertura del Día de las Muertas, el jueves 6 de noviembre del año en curso, en la Casa de la Cultura del Banco Popular, organizada por la Asociación Magnitude Zéro, acudí, por invitación de la artista Teresita Borge Céspedes, para una participación en el flash mob con el fin de visibilizar a las víctimas de femicidio en Costa Rica. Realmente me pareció justo y propicio colaborar para hacer frente a la peste criminal misógina, a pesar de que era en la tarde-noche y a esa hora San José suelta a la parca, vestida de hombres gentiles.

Acudir a estos pocos eventos feministas de tipo artístico, en los cuales me desenvuelvo, hace más colectivo el servicio, porque utilizan la integración de las artes para confrontar y reflexionar en torno a la condición humana de la mujer. Nos invitan a repensarnos el papel de las disciplinas artísticas en estos tiempos rudos, el cambio de civilización y el rol del arte en las manifestaciones feministas. Por ello, hice un alto en mi "cuartel de invierno". Salí de mi hibernación con gran aliciente e inspiración. Hades y el Día de las Muertas (reales) imprime vida. Estoy más viva que nunca, agradecida por tan emotiva y cruel realidad y por el dolor, llanto y moqueo de casi todas (y de unos pocos hombres). Son siempre ellas quienes nos acompañan desde donde se encuentren, porque reviven al ser conocidas sus historias, vistas sus imágenes y pronunciados de nuevo sus nombres.

Fue una noche tejida en la empatía del dolor. No fueron tardes de actos culturales miméticos que producen hartazgo. Más bien, me produjeron viajes y déjà vu a los actos de la Universidad Central de Venezuela (UCV), con la profesora y psicóloga social Elisa Jiménez, al inaugurar la Cátedra Libre de la Mujer Manuelita Sáenz, y luego en la Asociación Venezolana Educativa para la Sexualidad Alternativa (Avesa), para conocer el propio cuerpo y el derecho a una sexualidad libre, a mitad de los años ochenta en "Caracas, Caracas". Su gran aporte fue hacer públicas esas necesidades y derechos de la mujer como sujeto de acción. Demasiada agua ha corrido bajo el puente y hoy estoy en medio de la guerra contra la misoginia y los coletazos crueles del patriarcado, pero casi siempre el arte nos empodera.

En camino a la salida, voy con el "ojo pelao". Viajo iluminada con la luna gigante de Castor, y ¡zaz!, pienso en mi amigo Castor, el caminante...

Ciertamente, vivimos en un mundo femicida y es más notorio que antes. Sería fundamental que, aparte de los medios masivos, nosotras las nombremos, porque al visibilizarlas las sacamos del olvido y aprendemos de ellas. Hay que entender que "el amor es cuido, no violencia". Debemos aprender a no creer nunca más en falsas disculpas del potencial femicida. Por fin, gracias a los talleres de género, estos criminales son percibidos con sus garras y caen los montajes del "crimen pasional", tapaderas tradicionales que soportaron estoicamente las abuelas y madres mártires o las sacrificadas. Otras, las "atrevidas", locas o brujas, guerrilleras y doctoras en las luchas contras leyes ganadas, hicieron posible frenar la violencia de género y familiar. Aun así, falta muchísima educación en la familia y que el Estado asuma las muertes de sus ciudadanas.

Bien, seguimos, en cualquier punto del planeta, luchando sin cansarnos para que no nos sigan matando. En Costa Rica, solicitamos que se declare emergencia nacional el femicidio, porque no bastan las pírricas cuotas aprobadas por ley para reparar a las familias de las víctimas de femicidio. ¡Que el Estado y sus poderes dejen el desprecio cómplice!

Todavía el miedo y la vergüenza de no poder acusarlos, y de vivir por necesidad económica bajo el mismo techo, presionan a seguir "durmiendo con el enemigo". Las que pueden denunciar son acosadas y cruelmente asesinadas. Si algunas logran huir, estos, poseídos por la ira y el odio, las matan junto con sus hijas, suegras, hermanas, vecinas...

Las familias, grupos, colectivos, asociaciones y fundaciones seguimos con plena conciencia de lucha por nuestros derechos humanos e igualdad en todos los campos. Da grima la perversión de los últimos femicidios, marcados por la tortura, el canibalismo y, últimamente, por las bombas incendiarias...

En 1976 se usó por primera vez el término femicidio en el Primer Tribunal Internacional sobre Crímenes contra la Mujer en Bruselas, Bélgica, que desde entonces sigue en aumento en América Latina y el Caribe.

La joven mexicana Claudia Benítez, cofundadora en Francia del equipo de Magnitude Zéro (enlazado entre Costa Rica y México), nos trae el proyecto itinerante Día de las Muertas, que fue realizado en Francia en el año 2020. Busca visibilizar y sensibilizar sobre la violencia de género y los femicidios en Francia y el mundo a través del arte con performances, talleres, cantos, anécdotas, ilustraciones, intervenciones, fotografías, altares y conversatorios.

Particularmente, la voz es un instrumento alquímico ancestral, y cobra fuerzas en recuerdos, reclamos, protestas, llantos y sollozos. Crea una atmósfera de velación, de capilla ardiente en el altar, con las diez mujeres y dos jovencitas de doce y quince años, el jueves 6 de noviembre. Cada una tenía descripciones detalladas al pie de las fotos, con velas y flores anaranjadas. En realidad, todo crimen conmueve, y más aún, su certeza al ser contado por los propios familiares de la víctima. Para mí fue inolvidable cuando, en pleno proceso de duelo por la pérdida de mi esposo en el 2020, me enteré del femicidio de la madre Fernanda Melissa Sánchez y su hija de doce años, Raisha Ríos Sánchez, a manos del padre, Ríos Garro, su esposo. Eran del pueblo rural de Los Santos.

El hermano de Fernanda, Xavier Sánchez Aguilar, narra los detalles del acto homicida y cómo, al calor del dolor, forjó un canto de armadura libertaria para seguir repitiendo los nombres de las mujeres asesinadas. Nos pedía con fuerza, en llanto, no olvidarlas, nombrarlas: "Van treinta y tres reconocidas, con más de sesenta femicidios en investigación o pendientes". Luego, nos lee una lista de nombres, como Ángeles Espinoza, Sandra Oporta, Tatiana López, Samara Centeno, Maribel Mondragón, Sofía Campos, Yuryany Valverde (quince años), Andrea Aguilar...

Las desgarradoras descripciones y llamados a la reflexión de Xavier, las cartas recreadas y leídas por Teresita, la "cuenta cuentos", y la canción de su inspiración Porque aún caminan con nosotras, interpretada por Fernanda Chavarría, hicieron del público un mar de lágrimas. Todas y todos jipeaban. No podía anotar en el móvil por el lagrimeo. De pie nos mantuvimos, con velas, celulares y fotos, para seguir el ritual sacro del Día de las Muertas, el de repetir sus nombres, el de aplicar justicia diligente, el de que se cumplan las leyes para reparar a las familias de víctimas de femicidio, el de reclamar una educación humanista, el de concienciar a las familias y el de entender que el hombre es un producto del sistema...

Hombre pequeñito, hombre pequeñito,

suelta a tu canario que quiere volar...

Yo soy el canario, hombre pequeñito,

déjame saltar.

 

Estuve en tu jaula, hombre pequeñito,

hombre pequeñito que jaula me das.

Digo pequeñito porque no me entiendes,

ni me entenderás.

 

Tampoco te entiendo, pero mientras tanto

ábreme la jaula que quiero escapar;

hombre pequeñito, te amé media hora,

no me pidas más.

 

Alfonsina Storni

 

Rosa Anca


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