Punto y seguimos | Mezquindad

11/11/2025.- América Latina no ha sido sino mezquina con Venezuela; especialmente desde los supuestos progresismos, que prefieren morderse la lengua hasta sangrar antes de concederle al país algún mínimo reconocimiento, sin importar cuán justo, urgente o históricamente correcto sea el mismo. En medios y redes, Lula, Petro o Scheinbaum aparecen como los abanderados oficiales de la “no derecha” y se les suele alabar como si alguno estuviera diciendo algo nuevo o descubriendo el agua tibia. No es que no se aprecie que al menos con ellos sobreviva algo de las necesarias posiciones a favor de la humanidad desde un continente que ha caído sin misericordia en manos de ideologías nefastas, derechas antinacionalistas y serviles que solo apuestan a postrarse ante Estados Unidos, Israel o Europa; pero ninguno se atreve a reconocer abiertamente ni al Gobierno ni al pueblo venezolanos en su rol histórico de liderazgo progresista en la región.

Molesta que en los discursos de la “izquierda”, los voceros (principales y secundarios) se anden con rodeos, eufemismos y evasivas a la hora de sentar posición sobre algo tan grave como la amenaza militar estadounidense en el Caribe, que está dirigida frontalmente a Venezuela, pero que afectaría a todo el continente. Incluso Gustavo Petro, con la vocería más clara de la zona, evita reconocer a voz en cuello la presidencia de Nicolás Maduro, por ejemplo. No importa que en los hechos exista una relación obvia entre ambos gobiernos; el caso es que nunca es admitida de frente y por la calle del medio. En México y Brasil se decantan por una palabrería diplomática y vueltera en la que se posicionan contra el despliegue, pero no a favor de Venezuela. Cristina Kirchner no pronuncia una sílaba. Ninguno usa todas las palabras y todos los nombres. Pareciera que hacerlo sería pronunciar un tabú; y no tienen el valor de afrontar con argumentos la pelea mediática que conlleva, porque, seamos claros, la cultura de la cancelación y el miedo en redes es real y el músculo no es tan fuerte. La izquierda vive aterrada de las opiniones de los trolls y los fanáticos anónimos que mueven encuestas.

Lula, otrora amigo “incondicional”, no contento con impedir el ingreso de Venezuela a los Brics —restándole una plataforma de apoyo poderosa al país en estos tiempos de amenaza— se presenta en foros internacionales como la ONU o la Celac como un pacifista de izquierda, defensor de la paz y la soberanía de la región, pero evita mencionar a Venezuela y, más aún, al presidente. Vaya manera de retribuirle a un país y a un gobierno que en cada espacio nacional e internacional le brindó apoyo discursivo, moral y hasta económico en los tiempos negros de Bolsonaro y la cárcel. Es Lula evidencia de la desunión que él mismo mencionó en la cumbre Celac-UE, esa que nos puede llevar al desastre, pues es exactamente así como nos quieren, desunidos y dominados. Con qué decepción los miraría Chávez, ese al que también evitan mencionar y dar crédito, a pesar de que fue, sin dudas (mención aparte para Fidel), quien trajo a la palestra del continente nuevamente las ideas de bolivarianismo, revolución, socialismo y multipolaridad. Como una locomotora. Una a la que estos mezquinos no le llegan ni empujados.

Mariel Carrillo García 

 

 

 

 

 


Noticias Relacionadas