Tejer con la palabra | Ellas tienen cuerpo, presencia, voz
A propósito de nuestro aniversario
En un paisaje de sombras, ellas tienen cuerpo, presencia, voz. Es un caso único en Roma: una joven independiente y culta que insiste en su derecho al amor; una poeta de cuya vida y sentimientos habla ella misma, con sus propias palabras, sin mediaciones masculinas.
Irene Vallejo
El infinito en un junco
05/11/2025.- Según Irene Vallejo, Sulpicia vivió en el siglo dorado del emperador Augusto, que comprende el período entre los años 27 a. C. y 14 d. C., y fue una escritora. Solo seis de sus poemas se conservan. Las mujeres siempre hemos escrito, pero no siempre hemos podido publicar. Más de una vez me he topado con un razonamiento que pretende decir que las mujeres antes no escribíamos. Por esta razón quise traer a estas líneas a Sulpicia, para desmentir eso, segura de que hay muchas más Sulpicias en las diversas culturas del mundo, en todos los tiempos.

¿Cuál es la importancia de reseñar autoras? En primer lugar, tendríamos que referirnos a qué es estrictamente una reseña. De manera concisa podemos decir que una reseña muestra la lectura que realiza una persona de la obra de otra, que la valora, la explica y la difunde. Las reseñas orientan al lector y lectora sobre qué leer. Desde Tejer con la palabra, además de elaborar reseñas en su sentido amplio, hemos venido realizando crónicas de lectura, siempre de escritoras. Una crónica de lectura no va tanto a la valoración crítica del texto, sino que se centra más en las condiciones que rodean el acto mismo de la lectura: si tenemos relación con la autora, cómo llegó a nuestras manos el libro, qué nos impactó. La crónica de lectura es impresionista, mientras la reseña es más cercana al trabajo de la crítica. En Tejer con la palabra, tenemos esa multiplicidad de registros, valoramos la diversidad que ello supone y lo nutritivo que ha sido para cada una de nosotras.

Una segunda cuestión a tomar en cuenta es la existencia de un canon. El canon va formándose con el tiempo, con los años, y orienta a lectores y lectoras en el infinito universo de la palabra escrita. Nos orienta entonces sobre qué leer. Este canon se va creando mediante los "circuitos de legitimación literaria", esto es: editoriales, publicaciones, premios, programas de estudio, reseñas, entre otros factores. Todos estos sistemas han hecho visibles a unos autores y autoras, pero lamentablemente han desdibujado a otros, en este caso, mayoritariamente a otras. El canon occidental, del cual formamos parte, se caracteriza por ser profundamente patriarcal, como lo ha sido Occidente mismo durante la mayor parte de su historia.

En este contexto, ¿por qué promover a escritoras? La primera respuesta es porque somos escritoras nosotras cuatro*, y, además, lo son todas las que conforman la Comunidad de Autoras Tejer con la Palabra, colectivo de mujeres escritoras venezolanas de donde parte esta iniciativa. También porque muchas de estas escritoras que promovemos han logrado, con mucho esfuerzo, hacer o comenzar a hacer una obra que merece ser leída y difundida, pero no se encuentran en igualdad de condiciones. La mayor parte de las publicaciones, los premios y los homenajes se dirige, aun hoy, a escritores y no a escritoras. Esto puede tener múltiples explicaciones: una cultura patriarcal, la carga de cuidados domésticos que recae la mayoría de las veces en la mujer —limitando así el tiempo disponible para la escritura— o estructuras que no terminan de aceptar que lo que decimos tiene el mismo valor que lo que ellos dicen.

Quiero decir que, en lo personal —y creo que puedo hablar por el grupo—, la obra de una autora no vale únicamente por su condición de género. Nosotras promovemos dentro de las escritoras a las que tienen calidad, altura literaria, a las que nos conmueven, a las que poseen una propuesta estética que merece ser leída y valorada.

Considero que difundir la obra de escritoras es también un acto de justicia. Además de abrir el horizonte lector hacia otros destinos, la mirada del mundo de una mujer es completamente diferente —entiéndase bien que digo diferente y no mejor— a la de un hombre. Y es esa mirada la que queremos rescatar, la que hemos venido valorando.

Sin embargo, en nuestro país hay grandes avances en ese sentido, como la colección Yo misma fui mi ruta (Editorial Fundarte), dedicada a la obra de escritoras, y el esfuerzo del Festival Mundial de Poesía por visibilizar la obra de poetas mujeres, cosa que antes se hacía muy tímidamente. En lo personal, desde hace un año dirijo en Pdvsa La Estancia el Círculo de Lectura Entre los Árboles: Mujeres Poetas del Siglo XX, donde leemos a nuestras poetas venezolanas de ese período. También incluyo el Encuentro de Escritoras que se hizo en nuestro espacio por dos años consecutivos y que esperamos vuelva a realizarse pronto. Otro de esos esfuerzos, desde nuestra trinchera, es el que venimos haciendo aquí, en la sección Voces de Ciudad CCS con nuestra columna, conscientes de que nuestro empeño se viene a sumar a una determinación colectiva de abrir caminos a la escritura de las mujeres y, con ello, a la superación de estructuras patriarcales. Sigamos entonces leyendo a mujeres, comprando sus libros, leyendo sus reseñas y visibilizándolas. Sigamos tejiendo con la palabra.**
Mariajosé Escobar Gámez
@tejer_lapalabra
@marijo_escobarg
*Equipo coordinador de la columna: Rosa Elena Pérez Mendoza, Penélope Toro León, Mariajosé Escobar Gámez y Sarah Espinoza Márquez.
**Texto leído en el conversatorio Tejer con la Palabra, como parte de la programación de Ciudad CCS en la Feria del Libro de Caracas, el pasado 1.° de noviembre.

