Punto y seguimos | Enanos morales

04/11/2025.- Al hermano del rey de Inglaterra le acaban de quitar su corona de príncipe y demás títulos nobiliarios. Quizá en una sociedad como la inglesa ese sea un gran castigo, pero a efectos del mundo soberano, no es mayor cosa. Un hombre nacido y vivido como príncipe, con todos los privilegios que conlleva, muy difícilmente pasará a tener una vida de pobreza al perder el respaldo público de su casa matriz (la monarquía inglesa es, en efecto, una empresa) y, sobre todo, parece improbable que pague, como el delincuente que es, por los delitos que cometió, la pedofilia, el más notorio de ellos.

A pesar del escándalo del que se hacen eco los medios europeos, son muy pocas las notas o análisis que van al meollo del asunto. El expríncipe Andrés no es señalado por acostarse con menores de edad, sino porque le hayan descubierto la “mala asociación” con Jeffrey Epstein, quien, como pocos de cuello blanco, cayó en desgracia y “expuso” a sus amigos del jet set internacional como asiduos consumidores de servicios sexuales, cuyas víctimas —muchas menores de edad— fueron incorporadas a una red de explotación que, no por ser de “alto nivel”, era menos predatoria y perversa que cualquier otra red de trata.

Las declaraciones de Virginia Giuffre, víctima y denunciante en el caso Epstein & Maxwell, expusieron al príncipe y hasta fotos llegaron a difundirse, entablando una demanda en el año 2021 que se resolvió con un acuerdo monetario. El descaro fue tal que llegó a decir: “Es sabido que Jeffrey Epstein traficó con innumerables niñas a lo largo de muchos años" para luego arrepentirse de haberse asociado con él. El arrepentimiento por tener relaciones con una Giuffre de 16 años en esas condiciones sí que brilló por su ausencia. La sombra de la mala prensa fue lo único que afectó a Buckingham, pero ni con el escándalo que implicó la muerte de Epstein, la detención de Maxwell, la publicación de la lista o el suicidio en 2025 de Giuffre, hubo acciones reales contra Andrés, hasta la ruptura con la casa real este mes, que, dicho sea, no representa ninguna acción de justicia.

Con la misma liviandad se ha tratado al resto de implicados en el caso, empezando por el presidente Donald Trump, en cuya quinta de Mar-a-Lago en Florida se desarrollaron varios de estos encuentros sociales donde se ofrecía a niñas como pasapalos. Bill Clinton, Alan Dershowitz, Stephen Hawking, Bill Gates, Andrés Pastrana, Ted Kennedy o John Kerry son otros de los “prohombres” a los que no se les reprocha o acusa de nada. No tienen coronas que les puedan ser removidas y, ciertamente, no pagarán ni siquiera con sus reputaciones, pues al mundo poco le importa la talla moral de sus líderes. Y así nos va.

Mariel Carrillo 

 

 


Noticias Relacionadas