Tinte polisémico | ¿Cómo va la guerra?... ¿Quién la está ganando?

31/10/2025.- Ante esa interrogante que aún se formulan muchos, inclusive quienes no creían o negaban la guerra, ignorando que en el 2015 Barack Hussein Obama declaró a Venezuela como “amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad nacional de los Estados Unidos de Norteamérica”, cabe preguntarles hoy si pueden verificar a través de los medios de comunicación la existencia de operaciones aeronavales desplegadas en el mar Caribe, por parte de efectivos de las fuerzas y equipos militares plenamente identificados con el Gobierno de los Estados Unidos. ¿Quién amenaza entonces a quién?

Para los sensatos, una amenaza desproporcionada en este ámbito geográfico, zona de paz, de no conflictos. Otros, por el contrario, lo justifican, absolutamente alienados, carentes del más mínimo sentido de la soberanía, la autodeterminación. Son los parias quienes no se identifican con su propio pueblo e ignoran la historia patria y consideran que la vía del “asedio” y, en última instancia, el de una invasión es la salida para un cambio político. Habrase visto semejante estolidez en pleno siglo XXI.

Pero vayamos a una parte de la médula del asunto; nos circunscribiremos a aspectos eminentemente de orden económico y para ello nos ubicaremos en el año 2013, el momento en el que asumía la presidencia de la República, por la vía democrática y constitucional, el ciudadano Nicolás Maduro Moro.

Referiremos como fuente un informe preparado por el equipo de economía de El Universal, con fecha domingo 21 de abril de 2013, y que se publicó en la página 1-9: “Maduro recibe una economía en apuros”. Como subtítulo indicaba: “Los diez grandes problemas de la economía nacional”.

Seguidamente se enumeran, según el artículo antes citado, cuáles eran esos problemas: sequía de dólares, inflación, déficit fiscal, endeudamiento, petróleo, electricidad, manufactura, agro, empresas básicas y laboral.

Así transitamos por los gobiernos de Obama, Biden y los que corresponden a Trump, cuyas políticas exteriores manifiestamente adversas al Gobierno venezolano han demostrado la relevancia geopolítica y geoestratégica de la República Bolivariana de Venezuela (RBV), que la ha convertido en un “objetivo cotizado” en plena fase de transición que sufre la arquitectura internacional hacia un orden multicéntrico y pluripolar.

La RBV ha sido sometida a especulación cambiaria, desabastecimiento, ataques al corazón de la economía nacional a través de las medidas coercitivas unilaterales (MCU), embargos arbitrarios, congelación ilegal de activos y fondos bancarios, bloqueos del acceso a los sistemas de pagos, inversión y financiamiento internacionales, migración inducida, terrorismo y fascismo (intentos de magnicidio, guarimbas, contratación de empresas mercenarias, creación de institucionalidad paralela, ataques y saboteos al sistema eléctrico), embates en el campo diplomático (conspiraciones de grupos y representantes de organismos internacionales), informativo y jurídico (lawfare, fake news), y por si fuera poco, también se conjugó la pandemia (covid-19). Negar esa realidad concreta, comunicacional y públicamente comprobable es, sin lugar a dudas, un exabrupto. Ha sido una cruda jornada, una épica, de una guerra multimodal, de la cual el país salió victorioso. Y para comprobarlo basta consultar y verificar las cifras de organismos multilaterales como FMI, BM, CEPAL, entre otros, que señalaron oportunamente en sus reportes e informes oficiales los índices y estadísticas de recuperación económica de la RBV.

Después de doce (12) años, al cierre del 2025 podríamos apreciar y verificar un balance, con reflexión, con actitud honesta, lo más objetivamente posible, en el ámbito de lo social, económico y político, y podríamos respondernos que quienes efectivamente hemos triunfado, sin ignorar costos, heridas y daños colaterales sobre el bravo pueblo, somos los hijos de Bolívar, Zamora, Urquía, Guacaipuro, Apacuana, Tiuna y tantos otros.

Una directriz muy reciente de los ataques se concentró en Guyana en el marco y contexto de nuestro diferendo y la controversia limítrofe con ese país, con la confabulación y maniobras tras bastidores, carentes de eticidad empresarial, por parte de la Exxon Mobil Corporation. Ahora se persiste en las mismas proximidades geográficas, ¡qué curiosidad!, precisamente donde se ubican yacimientos de hidrocarburos, la geoeconomía de la energía, en Trinidad y Tobago. Todos conocemos las necesidades energéticas de EEUU y las consecuencias y efectos de su confrontación económica comercial con el gigante asiático, la República Popular China.

A la luz del ya comprobado asedio, la amenaza bélica, con demostraciones del poderío aeronaval, con terrorismo militar, nos adentramos con mayor intensidad en otro campo de conflagración, el cognitivo, en el plano y la dimensión de lo psicológico, el de la psique. Es la misma batalla que pretende desarticularnos, romper nuestra cohesión interna, desesperanzarnos, hartarnos, debilitarnos, deprimirnos, fracturarnos y doblegar nuestro férreo espíritu de lucha. Conscientes de ello, contraatacamos en el ámbito de lo comunicacional-cultural, educacional y lo político, sin descuidar la seguridad y defensa integral, porque sencillamente nos asiste nuestro legítimo derecho a salvaguardar nuestra soberanía y la libertad como los bienes más preciados de todas y todos los venezolanos.

Héctor Eduardo Aponte Díaz

tintepolisemicohead@gmail.com

 

 

 

 

 

 

 


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