Letra veguera | La gracia de Alfredo Maneiro

29/10/2025.- "El gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo" fueron las palabras de una periodista de Barquisimeto, pronunciadas en tono principista y proclamático, mientras se aprestaba a realizar la entrevista a Alfredo, a quien habíamos llevado previo acuerdo con el director del diario para hablar sobre su propuesta de reducir la producción petrolera a lo estrictamente necesario para el desarrollo nacional y así evitar, entre otras cosas, una pavorosa corrupción, y alejar la economía de aquel infortunio de la renta proveniente del sobreingreso petrolero en los tiempos de CAP I.

La periodista, en alta voz, y mirando a Maneiro con desdejo y, además, detrás de unos Ray-Ban gruesos y oscuros, nos encalambró los nervios a las tres personas que lo acompañábamos.

La comunicadora se acercó mientras Alfredo la escuchaba y dejó en el ambiente una mueca que nosotros conocíamos: la del Quijote frente a los molinos de viento y la "solitaria" eterna de Sancho Panza.

De pronto, dirigiéndose a Alfredo y con los brazos explayados, dijo: "¿Qué nos va a explicar el gran Moisés Moleiro sobre la democracia como gobierno del pueblo, bla, bla, creada por filósofos grecos?".

Sin inmutarse mucho, más bien con una asombrosa seriedad, le aclaró:

"Tendrás que preguntárselo a Moisés. Yo me llamo Alfredo Maneiro", y con una sorprendente simplicidad, pero de incontestable profundidad, le fue explicado que esas palabras las pronunció Abraham Lincoln, definiendo la democracia en Gettysburg, el 19 de noviembre de 1863, en medio de una sangrienta guerra civil.

Siguió sin parar, pero ya de pie, como señal de quererse ir, y le dijo: "El origen de este conflicto fratricida es un dilema democrático esencial y circula en libros que usted puede comprar usados y leerlos.

"Yo creo que en la democracia griega, por cierto —continuó—, se pueden encontrar datos importantes. Creo en ella, y seguro Moleiro también, pero sin los esclavos y con la participación de la mujer en los asuntos públicos, con derecho al voto.

"Lincoln se preguntaba cómo conciliar la presencia de la esclavitud en los estados del sur con el ideal de igualdad. Los sudistas no veían ninguna contradicción —le dijo pícaro y con ganas de correr—. Al contrario, los abolicionistas del norte, moralmente, no podían aceptarlo".

Se dirigió hacia la puerta y nosotros lo seguimos. Alfredo, ese día, repitió una especie de credo interno que soltaba en ocasiones como esa:

"Estamos jodidos, bien jodidos... Los únicos que estamos pensando en serio en transformar este país somos nosotros".

Terminamos ese día comiendo chivo asado en un viejo restaurante de la ciudad crepuscular.

 

Federico Ruiz Tirado


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