Hablemos de eso | Cavilación de asesinos

25/10/2025.- 100 mil personas marcharon pacíficamente en Berlín el sábado 27 de septiembre. Todas al grito ¡Viva Palestina libre!, rechazaban la masacre israelí en la Franja de Gaza. Las manifestaciones se repitieron en diversas ciudades alemanas y en el resto de Europa. “Entre 2020 y 2024, Alemania fue el segundo mayor proveedor de armas a Israel, y sus exportaciones representaron el 33% del total de las armas compradas por Israel, según el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo”, eso lo reportaba CNN.

Las manifestaciones y la indignación de la población alemana contra la carnicería, habían llevado al Gobierno a asegurar que suspendería la exportación de armas para el ente sionista. Sin embargo, la movilización no se detuvo; exigían el fin de la matanza. El Gobierno alemán se escudaba en la deuda moral adquirida por el asesinato de millones de judíos durante el régimen nazi. Es decir, en la lógica de la guerra, un genocidio se pagaba con el apoyo a otro genocidio.

Las protestas en favor de Palestina habían ocasionado el 14 de septiembre la suspensión de la final de la Vuelta a España. Para sorpresa de muchos y pese a las protestas de los fanáticos de la derecha, el presidente español Pedro Sánchez defendió a los manifestantes.

Sí, las masivas movilizaciones y la indignación pública habían hecho retroceder a los gobiernos europeos que durante años mantuvieron su apoyo hacia Israel y su liderazgo asesino. Macron anunciaba el reconocimiento del Estado palestino, en una “jugada sorpresiva”, según la AFP. Porque es una “jugada” más que un ataque de conciencia (que nunca ha demostrado tener).

La movilización popular opera milagros. En Estados Unidos no fueron menos quienes levantaron su voz. Pese al chantaje sistemático de los medios de propaganda sionista y al histórico maridazgo entre las élites estadounidenses y el Estado de Israel, el levantamiento se tornaba amenazante para el gobierno de Trump. Más aún cuando se combinaba con las reacciones formidables en Los Ángeles o Chicago y otros cientos de ciudades contra la política de violación sistemática de los derechos de las y los inmigrantes.

La incidencia de las movilizaciones ha llegado hasta algunos partidarios de Trump que reclaman, en arrebato de supremacismo, que un país tan pequeño como Israel tenga una incidencia tan fuerte en la política exterior de un “gigante” como Estados Unidos. Al señor Trump le gusta amenazar, intimidar, abusar, mostrar su desprecio por otros, pero hasta una personalidad como esa tiene que administrar sus frentes. Y entonces varía su posición del anuncio de querer instalar un complejo turístico de lujo sobre las ruinas de Gaza, hacia una “propuesta de paz”. Expresión que debe ir entrecomillada, porque no puede llamarse propuesta a lo que es una imposición bajo amenaza (o aceptan o los destruiré) y no se trata de paz, sino apenas de un alto al fuego (para disminuir la presión).

La matanza indiscriminada ejecutada por Israel en Gaza (más de 67 mil asesinatos conocidos, a los que habría que sumar un número no determinado de víctimas enterradas bajo los escombros, con cientos de miles de desplazados), contando solo desde octubre de 2023, ya debe ser calificada como genocidio, es decir, como acción intencional realizada con el propósito de exterminar o expulsar a una población de un territorio. Este grave crimen contra la humanidad intenta hacerse pasar por debajo de la mesa.

Buena parte de la población palestina celebra tímidamente e intenta regresar a ver si queda algo de sus hogares (pues las fuerzas israelíes han destruido, entre bombardeos y demoliciones programadas, viviendas, escuelas, centros de salud, templos, negocios…). Justo entonces los asesinos reanudan su “ofensiva”. La excusa es la violación del cese al fuego por la organización palestina Hamás: dispararon contra fuerzas israelíes que estaban destruyendo infraestructuras, como puede leerse en la prensa más imperialista. Pero la respuesta ha sido el bombardeo sobre Rafah. Escúchese bien: no persiguieron o dispararon contra quienes supuestamente habrían roto el alto al fuego, sino que iniciaron un bombardeo contra una ciudad. La desproporción se entiende cuando se leen las declaraciones del Gobierno israelí: “Guerra”, escribió en X, sin disimular su entusiasmo, el ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich; Hamás “pagará un alto precio por cada disparo y cada violación del alto al fuego”, escribió en la misma red social el ministro de Defensa (y no hay que olvidar que las represalias de su gobierno siempre incluyeron el asesinato de miles de civiles, incluyendo niñas y niños). Netanyahu increpa a sus militares para utilizar toda su fuerza. “Exhorto al primer ministro a que ordene a las Fuerzas de Defensa de Israel que reanuden por completo los combates en la Franja de Gaza con toda su fuerza… La organización terrorista nazi debe ser completamente destruida, y preferiblemente cuanto antes”, escribió en sus redes sociales Ben Givr, el ministro de Seguridad Nacional de Israel, un “colono” y “convicto en el pasado por incitación al odio contra los palestinos, vandalismo y apoyo al terrorismo”, como nos informa swissinfo.ch. “Colonos” es como llaman a los paramilitares israelíes que han asediado y siguen asediando a la población palestina para que desalojen sus casas y sus tierras, para después demolerlas y apropiárselas. Ben Givr, sin embargo, es hoy ministro de Seguridad Nacional y sigue impunemente predicando y practicando el odio.

Trump no deja duda de a quién apoya. Declaró que en caso de no cumplir con su “propuesta”, el “fin” de Hamás será “rápido, furioso y brutal”.

Amenazas y agresión, salvando las distancias

El que hace de periodista dice, para referirse a la presencia militar estadounidense en el Caribe: “Lo que califican de amenaza (los gobiernos de Venezuela y Colombia)”.

Si un niño dice “te voy a matar”, apuntando con un palito a otro niño, es bueno aconsejarlo. Pero si Billy muestra la cacha de su pistola a Jim mientras lo exhorta a entregarle todo su dinero, creo que está cometiendo un delito.

Donald, en medio de un discurso enfurecido, ordena el emplazamiento de ocho barcos de guerra, cargados de misiles, 12 mil efectivos militares y un submarino atómico. Conforme al sentido común y la inteligencia artificial, esto constituye una “agresión”.

Una amenaza constituye agresión cuando es un mal futuro y grave… Los requisitos clave son que la amenaza sea seria, que sea un mal constitutivo de delito y que la víctima se sienta coaccionada…

Y aunque no tenemos miedo y levantamos nuestra historia como seguridad de que no seremos coaccionados, claro que es evidente la intención de coaccionarnos.

La agresión ha implicado violencia efectiva aunque intente minimizarse: son ya unas treinta las personas asesinadas en lo que se denomina “ejecución extrajudicial”. Para ilustrar a los que intentan minimizar el asunto, haciéndose pasar por periodistas, les transcribo la definición de Wikipedia:

Una ejecución extrajudicial es, según el derecho internacional humanitario, un caso de violación a los derechos humanos que consiste en el homicidio de manera deliberada de una persona por parte de un funcionario público que se apoya en la potestad de un Estado para justificar el crimen, sin pasar por ningún proceso judicial…

En este caso no pudiera estar más claro: se ordena el asesinato sin ni siquiera dar a conocer los nombres de las personas asesinadas. Los que repiten subterfugios para encubrir la acción de Donald son cómplices de esos crímenes.

Mientras tanto, en Venezuela se habla de otras ejecuciones. La ejecución de cientos de obras por parte de las comunas y circuitos comunales: arreglo de canchas deportivas, centros juveniles o comunitarios, dotación de consultorios odontológicos, sustitución e impermeabilización de techos… Los recursos se multiplican en manos del poder popular.

Sin duda, estamos en una lucha en defensa de la humanidad.

Humberto González Silva 

centrodescolonizacionvzla.wordpress.com

 

 

 


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