Vitrina de nimiedades | ¿La IA podrá hacernos mejores?
25/10/2025.- Ser más rápidos, eficaces y precisos: esa parece ser la incesante búsqueda humana, la misma que le ha dado impulso a la tecnología. En esa inquietud, se ponen a prueba las habilidades de cientos de hombres y mujeres: quienes se adapten mejor y crezcan más con cada nueva herramienta, avanzan. Pero eso requiere un marco analítico, una referencia mínima que permita apropiarse debidamente de los recursos técnicos para construir una mejor humanidad. En el caso de la inteligencia artificial, estamos extraviados en el diseño de esa base que nos garantice un mejor porvenir.
Aún le estamos buscando los “peros” a un recurso que se expande mucho más rápido mientras nuestras reflexiones, aunque necesarias, corren el riesgo de ir un paso atrás frente a las transformaciones del mundo tecnológico. En el ámbito educativo, por ejemplo, la IA ofrece cada vez más recursos para docentes y estudiantes a un ritmo poco digerible y aturdidor. En lugar de entender y generar consensos, nos preocupa la transparencia y el rigor de las evaluaciones, un principio innegociable, sin duda, pero insuficiente si no sumamos nuevos elementos y entendemos el panorama. La definición de un propósito, la capacitación técnica y la habilidad para expandir el pensamiento deben conjugarse para la creación de protocolos en las aulas dirigidos a asimilar las novedades sin sacrificar el objetivo central: la formación con sentido crítico.
Cuando abordamos estos ejes, nos damos cuenta de la inmensa deuda que tiene el sistema educativo con las nuevas generaciones. Nos guste o no, hay colectivos dedicados al uso y promoción de herramientas que muy probablemente desconocemos, y ese punto ciego puede comprometer la eficacia de cualquier práctica educativa. Sobran las voces que reconocen la ventaja del alumnado, criado en un ambiente cada vez más tecnificado, sobre las habilidades de sus profesores en estos ámbitos. Si bien parece una mancha moral, asumir un panorama como ese solo obliga a pensar cuál debe ser el objetivo real de la educación en el mundo contemporáneo.
Una posible ruta para encontrar soluciones y responder a los nuevos retos es fomentar una nueva visión sobre la tecnología, su utilidad para la humanidad y los beneficios reales que obtenemos cuando usamos IA. Y todo ello, en palabras simples, pasa por una elección: querer simular habilidades para complacer a un sistema o aprovechar los recursos disponibles para lograr un mejor desempeño. Escoger la primera posibilidad parece un camino fácil, pero costoso en el mediano plazo, porque delegaremos en cualquier plataforma las tareas que nos sentimos incapaces de asumir, o que simplemente deseamos eludir.
Optar por crecer implica un desafío mayor: competir contra las corrientes predominantes, explorar las posibilidades que otros no ven y desarrollar nuevas competencias. Lograrlo, sin embargo, supone una relación completamente distinta: estar presente en cualquier proceso de producción, apropiarse de esa dinámica. ¿Cómo se logra? ¿Es posible crear un consenso para ir en esa dirección? Poder ser mejores con la IA es un camino inexplorado.
Rosa E. Pellegrino

