Comentarios noticiables | Sitiar a Venezuela, objetivo de EE. UU.

Con la instrumentación de la CIA

25/10/2025.- La Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos de Norteamérica (EE. UU.), engendro que se sobrepuso al Congreso norteamericano que lo creó, mafia de asesinos que actúa en lo interno del territorio estadounidense y en el extranjero donde le satisfaga; fundada en 1947 de conformidad con el artículo 108 del Acta de Seguridad Nacional firmada por el presidente de Estados Unidos de Norteamérica (EE. UU.), Harry Truman. En 1949 se amplió el Acta sobre esta agencia que extendió los poderes de su director y aumentó su independencia respecto al Congreso de esta poderosa nación. Anteriormente, EE. UU. había tenido varias entidades de inteligencia; una de las más importantes era la Dirección de Servicios Estratégicos, en esta trabajaban Allen Dulles, Richard Helms, William Casey, que después serían directores de la CIA. El director de ese servicio era el general William Donovan, que durante la guerra civil en Rusia representaba a EE. UU. ante el ejército blanco contrarrevolucionario que dirigía el almirante ruso Aleksandr Kolchak, quien también contó con el apoyo del Reino Unido, Francia y Estados Unidos.

La CIA es un aborto de la seguridad estadounidense. El presidente Nº 38 de EE. UU., Gerald Rudolph Ford, que gobernó del 9 de agosto de 1974 al 20 de enero de 1977, tras la renuncia de Richard Nixon, lo afirmó en varios informes sobre la CIA; dos aspectos de uno de estos informes tuvo que ver con la actuación de esta agencia. Uno referido a la actuación interior y el otro relacionado con su actividad en el extranjero y los planes para promover golpes de Estado, planear asesinatos de presidentes de Latinoamérica y el Caribe que no se sumasen a Washington; en cualquier conflicto que provocasen sería interés de la Casa Blanca. Ha sido un milagro el que la CIA no haya asesinado al presidente Ford, que se salvó por los pelos, debido a su postura crítica contra la CIA y su sincero pesar por las acciones injerencistas que no eran de incumbencia de la agencia. Temiendo un gran escándalo, la CIA suspendió el magnicidio del presidente Ford. Esta sucia historia no concluyó allí, la CIA aún sigue torpedeando los cambios revolucionarios de los países en desarrollo, en reducir a los movimientos sociales de liberación antiimperialista y alentando la contrarrevolución. Para acentuar esto, esgrime la desgastada consigna de la lucha contra el terrorismo y el narcotráfico internacional. La CIA culpa de terroristas y narcotraficantes a todos cuantos luchan por la soberanía y la independencia de sus países.

Por obra de la CIA, se llevó a cabo el asesinato del dictador de República Dominicana, Rafael Leonidas Trujillo, el 30 de junio de 1961; del presidente de Corea del Sur, Ngó Dhin Diem, títere de Estados Unidos, el 2 de noviembre de 1963; del presidente norteamericano Nº 35, John Fitzgerald Kennedy, en Dallas, Texas, el 22 de noviembre de 1963. Otros asesinatos, el del general Omar Torrijos, en Panamá; de Jaimes Roldós en Ecuador, de Salvador Allende en Chile, etc., los cuales son atribuidos a dicha agencia. Toda una estadística de derechos humanos agredidos y aplastados, asesinatos, mafias, drogadicción a personas inocentes, causándoles graves trastornos físicos y psíquicos, que en la mayoría de los casos conducen a las víctimas al suicidio. La CIA en Estados Unidos ha producido cientos de hechos grandes y pequeños en su tormentosa historia, que son auténticos productos del culto a la violencia y el terrorismo absurdo e irracional. En el segundo mandato del presidente de EE. UU., Donald Trump, se han producido dos intentos de asesinarlo en su estructura corporal, es casi seguro que la CIA estaba detrás de este complot, el primer intento, el día 13 de julio de 2024, fue ejecutado por Thomas Matthew Crooks, en Butler, Pennsylvania; el segundo intento, el 15 de septiembre de 2024, por Ryan Wesley Routh, en las inmediaciones del Trump International Golf Club en Florida. Esta es la CIA, a la que Trump autorizó para poner en práctica acciones militares aéreas, navales y terrestres contra Venezuela con un supuesto pretexto del combate al narcotráfico. Al señor Trump le decimos que el narcotráfico está en todo el territorio de EE. UU. y lo que debe hacer la Casa Blanca es combatirlo en casa. Ya es hora de dejar de fingir su deseo de tratar de robar el petróleo venezolano y tratar de impedir que se sigan concretando las nuevas estructuras sociopolíticas de un nuevo socialismo a la venezolana.

En Venezuela, afirmó el presidente Nicolás Maduro, la CIA ha operado encubiertamente durante más de 60 años. El reciente canje de 10 agentes terroristas de la CIA, convictos y confesos, que operaban en el país, se pudo lograr para liberar a los 252 venezolanos secuestrados en El Salvador. Al respecto dijo que jamás un gobierno norteamericano había autorizado a esa agencia a matar, a derrocar y acabar con los países. Nuestro pueblo está claro, está unido, está muy consciente, tiene millones de ojos, millones de oídos, para derrotar la conspiración abierta contra la paz en Venezuela.

La guerra desatada por la CIA en nombre de la Administración norteamericana contra la Revolución Bolivariana, forjada como política de Estado, ha quedado históricamente demostrada desde el 2 de febrero de 1999 y es plenamente constatable a través de las múltiples informaciones que han sido reconocidas en Estados Unidos en los últimos tiempos, en las que se puede apreciar una variedad de acciones políticas, paramilitares, militares, económicas, diplomáticas, propagandísticas, de espionajes, medidas coercitivas, golpes de Estado, actos terroristas y de sabotaje, intentos de magnicidio, la organización y apoyo logístico a grupos armados y mercenarios clandestinos, el aliento a la deserción y emigración (hoy al revés); todo lo cual se demuestra mediante declaraciones públicas de sus respectivos portavoces estadounidenses, así como de las incontables e irrebatibles pruebas acumuladas por las autoridades venezolanas.

El Gobierno norteamericano ha pretendido tradicionalmente apoderarse de nuestro petróleo y del gas. Esto se comprueba fácilmente porque lo explotó durante mucho tiempo y la CIA, como instrumento político del imperialismo yanqui, dirigía a los funcionarios públicos que tenían el mando de los controles de nuestra industria petrolera. Gracias a la llegada del comandante Hugo Chávez al poder para encaminar la titánica tarea de romper el orden económico petrolero imperante en anteriores gobiernos pitiyanquis, que vino a salvarlo de un derrumbe estrepitoso.

Los venezolanos que soportaron la política entreguista de la pasada pseudodemocracia saben que aquella política no debe hacerse realidad nunca. No hay otro camino que no sea el de la paz; el de la provocación, la amenaza y el chantaje de Estados Unidos y la CIA no tiene futuro alguno y sí enormes riesgos para toda América Latina y el Caribe. No olvide la CIA las inmensas posibilidades del pueblo venezolano, que tiene una moral y la ideología de hierro de nuestros libertadores.

 J. J. Álvarez

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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