Punto de quiebre | Casos como el de Ariana pululan por doquier

15/10/2025.- Ariana se fue y nunca nos dijo por qué. Muchos sabían que le pasaba algo, porque de un tiempo a esta parte andaba toda tristona y se aislaba de sus grupos tradicionales, pero quienes le preguntaron qué le pasaba, no tuvieron éxito y solo escucharon frases como: “No, vale, no me pasa nada”, “yo me siento normal”, “soy la misma de siempre” o, cuando mucho, “algunos problemitas, pero nada del otro mundo”.

Con quien sí intentó abrirse en varias oportunidades fue con su amiga Rosalba, pero esta, inocente de cuanto ocurría, lejos de entender o imaginarse lo que le pasaba y escucharla, siempre le salía, sin querer, por supuesto, con expresiones como: “Ya vas a empezar tú con tus vainas, tú lo que tienes que hacer es ponerte las pilas” o “hay gente mucho más jodida que tú y no anda con esas pendejadas”, “ya no eres una carajita” o "hazte ver con un brujo, porque yo creo que a ti te echaron un daño”.

En fin, nunca se sabrá si tenía algún problema de salud mental, como ansiedad o depresión, y si era así, cuáles fueron los hechos que dispararon esa situación; o si presentaba alguna crisis emocional por problemas con algún ser querido, acoso o problemas de dinero; o simplemente si se sentía muy sola, aislada, porque hay veces en que las personas están acompañadas, pero solas, es decir, llevan su calvario por dentro, quizás ante la creencia de que lo que tienen no es nada grave, sino algo pasajero, de lo que se encargará el tiempo en su debido momento.

En su casa era peor, pues cada quien andaba en lo suyo y casi ni la tomaban en cuenta. Su mamá sí notó algo raro, e incluso una vez le dijo: “¿Qué te pasa, mi niña?, te veo como despalomada, como ida”, pero Ari, que es como llamaban a Ariana, le dijo que no tenía nada, que a lo mejor era debilidad, o que le quería dar gripe. La pobre mujer estaba preocupada, pero no tenía las herramientas necesarias como para ayudarla, orientarla, aconsejarla y, menos aún, si ella no le contaba la verdad verdadera de lo que le estaba pasando.

Ari contaba con 36 años de edad y residía en el sector El Escondido III, municipio Atures (Puerto Ayacucho), que es uno de los 7 municipios que conforman el estado Amazonas. Trabajaba desde hacía varios años en la empresa Corpoelec y tenía una hija de 12 años. En apariencia, era una mujer de lo más normalita, sin mayores problemas.

En una ocasión se metió por internet y comenzó a investigar sobre lo que le pasaba y todo parecía indicar que sufría de una gran depresión y de que necesitaba ayuda profesional, es decir, ser atendida por un psicólogo, antes de que el problema escalara, con consecuencias impredecibles.

Es así como Ari dio con un psicólogo y quedó en verse con él. La consulta resultó costar 40$, que ella no tenía, pero que consiguió como pudo. Se vio con el profesional y estuvo una hora con él, y este le dijo que sí, que era un problema grave de depresión, pero que no era un mal de morir si se lo trataba, y le dijo que debía acudir todos los martes a consulta. Es decir, debía “parir” 40$ cada martes, lo que para ella era imposible porque lo que ganaba casi que solo le alcanzaba para sobrevivir.

Intentó buscar alternativas con algún psicólogo público, pero no tuvo éxito, pues no había muchos en la región, si es que había alguno.

Ari decidió darse por vencida, pero la cosa iba de mal en peor, e incluso comenzó a presentar fallas en sus labores cotidianas. Un día cualquiera, Ari fue localizada muerta en el interior de su casa. Había decidido quitarse la vida. La noticia conmocionó a los vecinos y residentes del estado, muchos de los cuales la vieron crecer desde niña.

“Qué triste noticia, mi niña tan linda, por eso es que a los hijos hay que hablarles de Dios desde temprana edad, hablarles de que él es nuestro salvador y el único amigo que tenemos en los momentos difíciles. Hay que sembrarles esa semilla en el corazón para que ellos, cuando se encuentren en una situación difícil, por dura que sea, se puedan agarrar, como dicen por allí, de las chivas del Señor, porque de verdad que lo digo con propiedad, hay momentos en la vida en que uno siente que está solo, que no tienes a nadie, que no hallas dónde encontrar ayuda y, si uno tiene claro ese amor hacia Dios, puede salvarse y no caer en una desesperación. Solo Dios nos puede sacar del foso o nos puede mantener hasta que nos pase esa tormenta”, dijo en el velorio una amiga de la familia.

Pero la muerte de Ari no se trata solo de una estadística lejana, sino del rostro de alguien que los vecinos vieron corretear por sus calles, alguien que formó parte de sus círculos de amigos y conocidos, en una ciudad como Puerto Ayacucho, donde casi todos se sienten como familia. La muerte de Ari nos obliga a mirar de frente un problema que, por miedo o desconocimiento, hemos mantenido en silencio.

“Creo que debemos hacer una campaña y talleres para concientizar a la colectividad sobre la importancia que tienen estos casos y prestar oídos, corazón y abrazos a quien más los necesite, porque con ese tipo de personas que está sufriendo ese trastorno o condición es muy difícil comunicarse. Creo que se necesita de manera inmediata información en todos los aspectos de la salud mental, dónde acudir, dirección de centros de salud públicos, campañas, información en general, de todo un poco sobre ese tema. Su partida es un doloroso recordatorio de que la salud mental es un asunto urgente que nos afecta a todos”, refirió una docente que consolaba a la familia en el velorio.

Expertos en psicología y salud mental enfatizan que el suicidio no es un acto egoísta, sino el resultado final de un sufrimiento emocional insoportable.

Recomendaciones:

 * Aprende a reconocer las señales: Presta atención a cambios drásticos de comportamiento, el aislamiento, la falta de interés en actividades que antes disfrutaba, o si alguien habla sobre la muerte o la desesperanza.

 * Escucha sin juzgar: Si un amigo o familiar se abre contigo, tu labor es escuchar con empatía. A veces, solo necesitan un abrazo, un espacio seguro para hablar de lo que sienten.

 * Pregunta directamente: No temas preguntar a alguien que parece estar en riesgo: "¿Estás pensando en quitarte la vida?". Preguntar no aumenta el peligro, sino que puede ser el primer paso para buscar ayuda.

Wilmer Poleo Zerpa


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