Araña feminista|Bajo los buques, nuestras vidas: un llamado por la paz

13/10/2025.- El Caribe es carne y memoria, son olas inmensas que nos cobijan; no es un tablero donde mover flotas como fichas. Nosotras, las que cocinamos, parimos, trabajamos en la calle y sostenemos los barrios, sentimos cada ráfaga de viento costero en la piel: la llegada de buques que patrullan el sur del mar caribeño no es una escena distante, es una amenaza que respira sobre nuestras costas, sobre la pesca que alimenta a nuestras familias, sobre rutas que llevan a la escuela. Cuando la política internacional se enamora de los símbolos, las vidas de los pueblos quedan en el intersticio de las decisiones: la paz se juega en esos intersticios.

No podemos olvidar lo que ocurrió en las calles: las guarimbas convocadas por figuras opositoras, espacios que en la práctica fueron bloqueos y violencia desatada contra la gente del pueblo de a pie dejaron una huella de miedo en nuestros barrios. Ese pasado importa porque hoy, bajo el brillo mediático de ciertos reconocimientos internacionales, se habilitan lecturas políticas que no son inocentes. Un premio puede servir para abrir canales, pero este solo sirve para legitimar campañas que empujan a la tensión.

Peor todavía: ya han ocurrido ataques a embarcaciones venezolanas en aguas internacionales. No hablamos de abstracciones: hablamos de ejecuciones extrajudiciales, de botes pesqueros, de vidas que navegan buscando sustento y que han sido alcanzadas por maniobras que tensan la región. Esas acciones particulares, cuando ocurren, ponen en riesgo inmediato a comunidades costeras y reavivan el temor de que la escalada se convierta en algo más devastador.

Desde nuestra perspectiva, la paz es una política del cuidado. No es neutral: prioriza la vida diaria, la continuidad de las escuelas, la alimentación de las niñas y las redes de apoyo que sostienen la vida. Sabemos que, en cualquier conflicto, las mujeres y las niñas pagan más caro: desplazamiento, violencia sexual usada como arma, hijas e hijos sin hogar, niñas y niños en la zozobra interrumpiendo sus estudios. Si algo debe guiar la acción pública ahora es la protección de cuerpos e historias.

Por eso llamamos con voz clara y sin rodeos: desescalamiento inmediato de cualquier presencia militar que tensione el Caribe; cese de maniobras que pongan en peligro embarcaciones civiles; apertura de espacios multilaterales de diálogo que prioricen la diplomacia y no las consignas políticas de naciones extranjeras.

La paz que proponemos no es tregua frente a la injusticia: es una estrategia emancipadora que protege a los más expuestos y defiende la soberanía de nuestra república frente a toda amenaza. Nosotras, feministas chavistas, no renunciamos a la combatividad política, pero la combatividad más honda es la que preserva la vida. Hoy convocamos a las mujeres de todas las orillas a ponerse a la cabeza de ese llamado: que el Caribe nos recuerde por su canto, por su trabajo y por su cuidado, y no por la furia de una guerra que no queremos y que destruiría la alegría de nuestras comunidades.

Que la diplomacia gane; que el trabajo y la memoria popular sean la brújula. Defender la patria / matria es también defender la paz que permite a nuestras hijas crecer en plazas y escuelas, jamás en ruinas.

Eduvigis Boada


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