Templanza económica | El potencial dormido de los hidrocarburos

10/10/2025.- Los combustibles fósiles (petróleo, gas y carbón) aportan 82% de la energía que moviliza el planeta, dadas sus aplicaciones indispensables en la gigantesca y cada vez más sofisticada maquinaria tecnológica de la economía. De hecho, los hidrocarburos representan 58,3% de la matriz energética mundial, siendo la industria más grande sobre la tierra, a la cual Venezuela está engranada por poseer las mayores reservas probadas.

Paradójicamente, con la quinta parte de las reservas, la industria venezolana contribuye a la producción mundial de hidrocarburos en 1%. Su capacidad instalada le permitiría cubrir hasta el 2,5% de los 104 millones de barriles consumidos diariamente, además de satisfacer la creciente demanda de gas. Somos parte del motor de la industria global desde antes del nacimiento de la llamada era del petróleo en 1910, un ciclo que aún no muestra señales de agotamiento. Incluso, las nuevas fronteras tecnológicas son alcanzables gracias a la expansión del sector energético. Como ejemplo están los requerimientos incrementales de la naciente industria de la inteligencia artificial.

Venezuela fue el primer exportador desde 1928 hasta 1970. La participación relativa de nuestra industria se estancó coincidiendo con la paralización de las inversiones de las multinacionales ante la inminente extinción del régimen de concesiones. Sin embargo, el factor determinante fue la inercia infligida por la mal llamada "internacionalización" de la industria, caracterizada por la errada política asumida por gestiones entreguistas de absorción de capacidad instalada en el exterior, en detrimento de las metas de duplicación de la producción de crudos. La ausencia de inversión en capital fijo necesario para redefinir el papel de nuestros crudos en el escenario global se profundiza con la contradicción "internalización versus internacionalización". Un ejemplo claro es el riesgo de perder Citgo, la mayor inversión de Pdvsa en el exterior, valorada en alrededor de treinta mil millones de dólares, sin contar las pérdidas indirectas y los ingresos no percibidos por la República. Esas gestiones entreguistas fueron vencidas en buena lid por la dirección del comandante Chávez, culminando en la llamada renacionalización de la industria.

Mientras la sociedad venezolana disfrutaba la confortabilidad económica de la transferencia de recursos externos y sufría las limitaciones de la escasez al caer cíclicamente los precios del crudo, las transnacionales, en complicidad con sectores de la burguesía banquero-importadora, tejían en silencio las limitantes al desarrollo industrial. Este patrón se agravó con la inédita situación originada en la imposición de medidas coercitivas unilaterales, que castigan aún más los precios de nuestro crudo por la necesidad de sortear el bloqueo financiero y frenan la producción por la restricción del acceso a repuestos, piezas y la ampliación de la capacidad productiva. Por primera vez, el ingreso petrolero se ve afectado simultáneamente en precio y volumen. Quedó expuesta la yugular de nuestro modelo económico-social dependiente al impedirse la natural compensación de precios por volumen y viceversa, subsumiendo la ecuación del ingreso externo.

La correcta conducción de la crisis por parte del presidente Nicolás Maduro Moros, el ingenio de la fuerza trabajadora, el respaldo de empresarios patriotas y el apoyo de aliados internacionales han permitido superar uno a uno los obstáculos en la recuperación de la producción, que avanza hacia los tres millones de barriles diarios. Actualmente, alcanzamos el hito de 1,1 millones de BB/día e innovamos con proyectos como la primera plataforma flotante en las aguas del lago de Maracaibo.

Es crucial desmontar los factores que limitan la producción nacional. Primero, vencer las consecuencias del asedio externo, incluida la amenaza militar, para consolidar la soberanía plena. Segundo, continuar el avance hacia un nuevo modelo productivo. Como señaló Salvador de la Plaza en El petróleo en la vida venezolana:

El problema que tiene planteado Venezuela es el de construir su economía nacional; que los venezolanos produzcan lo que consuman y vendan en el exterior los excedentes de su producción, a fin de que la riqueza que con su trabajo crean quede en el país y con ella se incremente el desarrollo económico general y se asegure bienestar para toda la colectividad.

Se trata de participar en el hecho productivo, rompiendo con el pernicioso rentismo que ha inhibido la oferta interna de bienes básicos.

Además, es vital continuar sustituyendo progresivamente las importaciones de bienes esenciales con el fortalecimiento de las cadenas productivas. Los recursos petroleros son un inestimable factor multiplicador. Por ello, se propone activar el potencial dormido del petróleo, aprovechando, por ejemplo, los cortes de refinación no combustibles, que hoy representan alrededor del 10% de los derivados, impulsando las cadenas petroquímicas y el sector servicios a la industria, incrementando el valor agregado nacional y diversificando la base productiva.

 

Marcial Arenas


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