Letra veguera | un héroe de Malvinas

 
 
09/10/2025.- De Óscar Polteonieri escuché a un viejo amigo de la Patagonia, residenciado en El Bajo de Buenos, que fue un héroe de los que nacen y tal vez mueren atropellados por el tiempo marchito, como un anónimo enamorado de un tango de arrabal.

Me contaba que Óscar, en pleno acto de rendición del ejército argentino frente a la legión británica, decidió continuar peleando por las Malvinas con una metralleta en mano y pocas municiones: solo sus 18 años y una costa espiritual (y material) de orgullo, y añejos recuerdos de las hazañas de sus antepasados guerreros que comandaba Giuseppe Garibaldi, le permitieron adentrarse mar a fondo alzando su proclama ante sus compañeros que emprendían la retirada, cargados de heridos o pertenencias de los muertos.

—¡Váyanse ustedes, que tienen hijos! ¡Yo me quedo! —les gritó Óscar Ismael Poltronieri disparando desde mar adentro contra más de 600 ingleses, allá en el Monte Dos Hermanas de las Islas Malvinas hace más de 37 años de una historia confusa.

Óscar Ismael Poltronieri tenía 18 años y era analfabeto. En la Guerra de Malvinas fue operador de una ametralladora, y desoyendo la orden de retirada y quedándose combatiendo él solo, permitió el repliegue de todos sus compañeros (más de 150 soldados, incluidos sus superiores, dice una nota tipo efeméride publicada en las redes). Esta acción permitió un cierto resguardo a zonas seguras de sus compañeros sobrevivientes, disparando al enemigo como si fuera un dragón lanzando fuego por la boca.

De ese modo frenó el avance de todo el dispositivo ofensivo británico durante más de 10 horas. No se trató de un tiempo cronológico, sino existencial, como el respirar del enamorado de un tango de Goyenese mirando al infinito desde la ventana de un bar.

No podía mover un músculo debido a las heridas en el cuerpo salado. Escogió el enigmático y ciego costal del honor que tiene ese sabor a sudor solidario: quedarse cubriendo la retirada de sus compañeros, consciente de que, herido como estaba, los iba a retrasar. Solo, herido y de noche, se dedicó a enfrentar a los soldados más poderosos del mundo.

Por este acto recibió la medalla La Cruz de la Nación Argentina al Heroico Valor en Combate, dice una nota.
Luego de la guerra, Óscar intentó suicidarse, vendió baratijas en los colectivos y trabajó de taxista.

Pero lo más importante fue que soldados y oficiales ingleses lo buscaron para expresar su admiración por él y fue condecorado en Inglaterra con la Cruz de Hierro al Valor.

En los colegios de la vieja Argentina, los alumnos "no" lo conocen, "no" saben quién es.

 
Federico Ruiz Tirado

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