Psicosoma | Única mirando al mar

07/10/2025.- Única mirando al mar es el título de la novela del escritor costarricense Fernando Contreras y en adaptación por la profesora de teatro, Ana Lucía Rodríguez Soto, que estamos ensayando todos los sábados las actrices y actores del elenco de la Municipalidad de Escazú por más de tres meses, por tres horas. Es inevitable involucrarse e identificarse con los personajes, sentir cómo van naciendo y nos van llevando a conversar y reflexionar.

Verlos ya no es igual todos los días porque esa personificación se adentra, respira y tiene características propias y mañas. Al darles vida, de repente se apodera de sus dolores y su soledad. Mi personaje, doña Única Oconitrillo, es una maestra pensionada que imagino como de 85 años, desgreñada y olorosa a basura porque vive de ella. Es renca, media coja y con el frío que hace en octubre se pone peor. Sin embargo, tiene un corazón inmenso y cría a su hijo desde los dos añitos cuando se consiguió al bacán, que ya pronto cumplirá 25 años.

El asunto es que ella vive no solo cuando ensayamos; ahora se hace presente con los hombres de verde, que vienen rápido a recoger la basura, con ese color del uniforme "verde que te quiero verde''. Son veloces, con guantes dispares de color, todavía en buenas condiciones. Siempre son tres muchachos dicharacheros; los conozco y nos saludamos en volantines y vienen todos los miércoles y sábados puntuales a recoger la basura. Jóvenes ruidosos con el clásico chirriar del camión que espanta al gato que viene volando al cuarto.

El sábado me desperté muy tarde, muerta de frío; el deshumificador se desbordó de tanta agua, y el gato y yo amorochados, y no pude juntar la basura; al medio escucharlos me da chance de lanzar la bolsa que no quería, pero el chamo me hizo señas y llegó a sus manos enguantadas. Era imposible bajar las escaleras empinadas y abrir el portón pesado.

Desde que vivía en Venezuela he mantenido buenas relaciones con ellos; les obsequiaba regalos de aguinaldo, ropa, comida, etc. Sus manos siempre eran sus herramientas. La gente del aseo, los basureros, buzos, son en parte eslabones de parias; un cuento de Eunice Odio habla de Las alas de la mariposa, de algo real maravilloso. Mi esposo me enseñó a cuidarlos. Al botar vidrios, lo hacíamos envueltos en periódico y en las cajas escribíamos: "¡Ojo!, frágil". Él les daba café, arepas y ahora soy la "reina de la basura".

Me mata el parlamento del monólogo de Única: Al principio, yo tenía un jardín aquí. Lo había ido haciendo poco a poco, con siembras que me regalaba la gente de la vecindad cuando todavía no le tenían tirria a los buzos, cuando ni siquiera nos decían buzos. A mí me decían: "La señora que vive allá en un ranchito en el basurero". Vos sabés, Momboñombo, un jardincito aquí... pero la tierra después como que se fue secando, muriendo. Cuando yo hice este ranchito aquí, el basurero quedaba todavía lejos, pero fue creciendo; teníamos más aire y más espacio. Y yo tenía un jardín con pudreorejas, clavel de poeta y unas begonias, y las gloxinias; rosas no, porque aquí no hay manera de que peguen (mira la cuarta pared).

Ahí donde se ve todo pelado, había zacate de limón y yo tenía unas violetas lindísimas sembradas en unos tarros de leche en polvo y hasta unas guarias, pero, como te digo, la tierra se fue poniendo como arcillosa, esta tierra no era así, se fue lavando y el polvo fue poniendo todo así, como amarillento. Hasta una tortuguita que tenía se me murió. Y empezaron a llegar las cucarachas y las moscas, por la basura... Vos sabés que yo he llegado a pensar que la basura también es mujer. Mirá, es "la basura" como la mujer, de género femenino, entonces, al principio a todo el mundo le gusta cuando está nuevita y apenas se pone vieja ya nadie la quiere, pero esas son tonterías mías... (Mira a Momboñombo, que la mira de vuelta). ¡Ay, Momboñombo!, vos te me quedás viendo y me ponés tanta atención que le dan ganas a uno de seguir hablando y hablando... Hacía tanto tiempo que no hablaba yo así con nadie.

Bien, ya seguimos dando vidas más que una gata y la obra nos concientiza en torno a la basura y a percibir la humanidad de esos seres que ni siquiera descansaron en pandemia. Amo a los personajes de Oso Carmuco, que es el cura autoasignado de los buzos; al bacán, que es el hijo de Única; Momboñombo Moñagallo, un hombre mayor que se tira a la basura; la Llorona es la mujer que perdió al hijo; buzos son personajes que rotan según el cambio de escena; Retana es el viejo marinero que vive fuera del botadero y el locutor.

Rosa Anca


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