Hablemos de eso | Llegan los gringos
05/10/2025.- En estos días en que recibimos la "visita" de destructores y un submarino nuclear bien cerca de nuestro mar territorial y de nuestras costas, hay quienes todavía hablan de "conflicto entre Venezuela y Estados Unidos". Curiosa diferencia, expresada en una agresión unilateral de parte de un país cuyo presidente no reconoce a Venezuela como Estado soberano, sino como cínica base de narcoterrorismo, acusada de haber "forzado la entrada de miles de presidiarios y pacientes de asilos siquiátricos", que amenazan la "pacífica vida" de los ciudadanos estadounidenses. También nos acusa de no recibir a estos delincuentes y locos, que Estados Unidos persigue e intenta deportar.
Examinemos las acusaciones: no valen los hechos. Es cierto que en nuestras fronteras se produce la mayor proporción de la cocaína que entra en Estados Unidos, pero todos sabemos que es en Colombia donde se siembra y cosecha la hoja de coca, donde existen las instalaciones para convertir esas hojas en pasta de coca y los laboratorios para producir la cocaína. Es una mercancía que viaja sobre todo por el Pacífico (donde no tenemos costas), buscando sus mercados. Esa cocaína y el narcotráfico prosperaron y aumentaron bajo el auspicio de la estrecha colaboración gringa, que instaló allá bases militares y creó una "guerra contra el narcotráfico", que incluyó miles de millones de dólares aportados por el plan Colombia, que convirtió aquel país hermano en el mayor receptor de "ayuda militar" estadounidense, después de Israel.
Nosotros no recibimos a "locos y presidiarios", sino a nuestros ciudadanos y ciudadanas, que llegan todas las semanas expulsados de allá, donde escogen a quién mandan y hasta se les cuela un ciudadano estadounidense (deportado por error)…
Ahí vienen los gringos
En estos días de presencia amenazante cerca (y a veces dentro) de nuestro mar territorial, tan próximos a la costa, tan dispuestos a la provocación… el señor Trump había declarado que el golfo de México ya no es "de México", sino de América (que quiere decir "de los Estados Unidos", porque así como México son los Estados Unidos Mexicanos, ellos se creen América porque son los Estados Unidos de América). Además, o tal vez lo más importante, es que Donald no tiene noticias de ningún otro "estado civilizado" en el hemisferio: Guatemala o Chile son apenas nombres curiosos. Las islas del Caribe son eso mismo, islas, y no países, otros lugares de dictaduras y rebeldes (que necesitan tutor, por supuesto). México es "la frontera sur". Venezuela es apenas el Tren de Aragua. "Sitios" como Brasil son tan grandes que no se les puede ignorar y se les hace equivaler a Carmen Miranda bailando con frutas en la cabeza. Son gente que merece mayor atención (como curiosidad), pero que si no hacen lo que se supone que hagan, "les va a ir mal", como anunció Trump en las Naciones Unidas.
En la Asamblea se supone que hay más de 190 países, pero les habló apenas a los de Europa (y a los más grandes), solamente porque "le gustan". A ellos también les dice qué hacer y cómo hacerlo. Si no, fíjese usted, cómo presume de que les ha obligado a subir su "inversión" militar de 2% a 5% de su producto interno bruto (PIB) y les advierte: "No sigan permitiendo que invadan sus países. Fortifiquen su frontera y no dejen pasar a los migrantes-delincuentes".
Casi inmediatamente propone convertir a Palestina en un protectorado de Estados Unidos, con una "junta de paz" presidida por el propio Trump, con Tony Blair como virrey y encargada de todo asunto que no consideren "doméstico". Es la vuelta a un colonialismo sin ningún disimulo.
En estos días, decía, muchos recuerdan las mentiras usadas para justificar su invasión a Irak: Colin Powell mostraba un frasquito con lo que decía que era "virus de Ántrax", como demostración de la posesión de armas de destrucción masiva por parte de Sadam Huseín. Otros recuerdan la inexcusable y criminal invasión de Afganistán como consuelo por el derrumbe de las Torres Gemelas de Nueva York. En este último país, mantuvieron sus tropas por veinte años (durante los cuales se multiplicó la producción de opio), solo para escapar justo antes que los talibanes tomaran la capital, Kabul. De esa desastrosa retirada, a muchos se les olvida cómo dejaron a "sus colaboradores" (afganos que creyeron que estaban protegidos al servirle al ejército gringo ocupante). Abandonados en el aeropuerto, intentando montarse en los últimos aviones gringos que partían, que les cerraron las puertas en pleno rostro. De esos, quedó la más dolorosa imagen, la de un "colaborador" desesperado que se había agarrado del tren de aterrizaje de uno de los aviones (tal vez el último) y podía observarse cómo se desprendía al vacío mientras la nave levantaba vuelo.
El imperialismo siempre ha mezclado la intervención militar con la guerra psicológica, la propaganda y los hábitos del sometimiento, característicos de las clases dominantes de los países sometidos (les sale de buen grado consultar y asumir las ideas y las acciones de los Estados Unidos). Están acostumbrados a la guerra y la necesitan para su industria militar y el negocio de la reconstrucción, la afirmación de su dominio, el sometimiento de rebeldes… La fuerza no les es ajena ni a demócratas ni a republicanos durante el crecimiento y auge del imperialismo y en tiempos de decadencia.
Lo nuevo es precisamente el atolladero en que se encuentran ante una crisis total que muestra las limitaciones del modelo de dominación. Trump asciende como alternativa en medio de un país que mantiene un déficit comercial (es más lo que importan que lo que exportan, las compañías se enriquecen, pero el país ya no puede ofrecer las mismas condiciones de empleo a sus propios trabajadores y trabajadoras), un inmenso déficit presupuestario crónico (el gobierno gasta desde hace más de veinte años mucho más de lo que recauda), una economía fundada en la especulación (si la deuda pública es inmensa, la deuda total y la riqueza financiera es muy superior a la capacidad de la economía real) y una quiebra en la credibilidad del sistema (que ya tiene poco que ofrecer a una población que cada vez cree menos en el estatus). Como en algunos países europeos, la derecha extremista crece y Trump se convierte en su líder, consiguiendo enemigos fuera y dentro de sus fronteras. Para Donald y sus seguidores (que en realidad son varias facciones que se juntan bajo su liderazgo), los males están en los invasores (los inmigrantes, sobre todo latinoamericanos, africanos o asiáticos) y en los "izquierdistas" (desde los partidarios de cualquier disminución de las desigualdades —aunque sean muy tímidos— y los ecologistas hasta aquellos que sostengan un "lenguaje políticamente correcto").
No esconden su profundo racismo con subterfugios y hasta los demócratas (del Partido Demócrata) serían extremistas radicales de izquierda. El discurso los empuja a atropellar los propios derechos de las facciones disidentes en sus propias fronteras al militarismo interno (cuyo ejemplo más claro es el uso de fuerzas militares en ciudades estadounidenses gobernadas por "demócratas").
En su reunión con los altos mandos de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos en todo el mundo, anuncia que ya no permitirá que nadie se burle de la autoridad: "Nadie puede lanzar piedras contra transportes del gobierno. Están autorizados a bajarse y enfrentar a esa gente... Ustedes, los militares, saben cómo imponer la autoridad".
La democracia que pregona Trump es ejemplar: "Las elecciones (de Estados Unidos, cuando perdió con Biden en 2020) fueron un fraude", porque él no podía perder, ya que era "el mejor presidente de la historia". No se olviden, además, del comentario inicial: "Siéntanse cómodos. Aplaudan si quieren aplaudir. Si no están de acuerdo con lo que digo, pueden salirse… Claro, perderán su cargo y su futuro". Que se reafirma con otro comentario casi al final: "Creo que es muy acertado el nombramiento de Dan Caine (como jefe del Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos). Si alguien no está de acuerdo, que levante la mano… No veo ninguna mano levantada...".
Ahí vienen los gringos y nosotros y nosotras preparando la defensa de todo el pueblo, con nervios de acero y alegría, porque comenzamos la Navidad el primero de octubre, en resistencia prolongada y ofensiva permanente (solo en estos días hemos capturado y destruido más droga que la flota imperialista). Estamos en unión popular-militar-policial.
Humberto González Silva
centrodescolonizacionvzla.wordpress.com