Xin chào | Confucianismo y revolución
Es precisamente muy justo considerar
cada campesino que liaba una haz de arroz
como un centro de resistencia.
Pallu de la Barrière
03/10/2025.- La masiva incorporación de venezolanas y venezolanos a la milicia como componente militar de la República Bolivariana de Venezuela se ha constituido en una bandera de particular importancia en estos momentos en los cuales el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y su secretario de Estado, Marco Rubio, continúan amenazando a la patria de Bolívar y Chávez, desde el mar Caribe, con la presencia de sofisticados navíos militares que ya han activado sus cañones con la pretensión de amedrentar, no solamente al pueblo venezolano, sino a todo el continente, al cual consideran su patio trasero, según la caduca doctrina Monroe, anunciada al mundo hace ya dos siglos por James Monroe.
Olvida el binomio Trump/Rubio, que el mundo de hoy no es el mismo de hace dos siglos, a la luz de notables cambios que desde hace rato muestran fuerzas emergentes que tienen voz y fuerza propias, como el caso de la República Popular de China, la Federación Rusa, India, Irán y otras naciones que se han unido a los Brics, un grupo de fuerzas que, desde ya, muestra musculatura, no solo desde el aspecto económico y liderazgo político.
Olvida la otrora primera fuerza militar del mundo (EE. UU.) que pequeñas naciones como Vietnam, Corea del Norte, Laos, Cuba, Nicaragua, Honduras, Colombia y Venezuela hoy se atreven a responderle en alta voz al señor Trump, quien pretende amedrentar con sus cañones a vecinos cercanos y lejanos.
Escucha, yanqui
Acertado título de la obra de Charles Wright Millis sobre la derrota avisada de Estados Unidos en la pequeña isla de Cuba (1961), que contó con el apoyo moral de todo el continente, evento que demostró que un pueblo unido y cargado de conciencia es capaz de vencer a la mayor potencia del mundo, según palabras del gigante vietnamita Hồ Chí Minh.
Son muchos los reveses sufridos por los gringos, no solamente en el campo militar, como el pasado fin de semana, cuando el “perro faldero” preferido de la Casa Blanca, el convicto Benjamín Netanyahu, fue abucheado por la mayoría de embajadores que asistió a la conmemoración de los 80 años de las Naciones Unidas, donde casi todos los representantes diplomáticos abandonaron las bancas del importante recinto cuando el presidente israelí tomó el micrófono.
La ocasión fue propicia para que el mundo apreciara la inmensa movilización que se produjo cerca de la sede de Naciones Unidas, en Nueva York, en apoyo al pueblo palestino y de repudio ante la masacre en la Franja de Gaza por parte de Israel.
A propósito de las milicias
El pasado 31 de agosto se cumplieron 167 años de la invasión de las tropas francesas por las playas de Da Nang, en el medio Vietnam. Se trata de un capítulo poco difundido fuera de Indochina, debido a que las contiendas libertarias de mayor relevancia se dieron después del año 1936, cuando el Tío Hồ regresó a Vietnam tras vivir 25 años en Europa, donde asumió protagonismo como líder marxista-leninista al ingresar en la III Internacional Comunista (Comintern), en representación de Asia.
La contienda contra los invasores europeos se inició en el mismo momento en que los intrusos pusieron sus botas sobre el territorio annamita, porque ese oprimido campesinado estaba forjado en las confrontaciones frente a los invasores chinos, como los Ming y las mismas tropas imperiales de la última dinastía vietnamita; los reyes Nguyen, un régimen feudal decadente que fue manipulado a placer por los jefes militares franceses.
La resistencia vietnamita fue verdaderamente una milicia en todo el término de la palabra, que muy bien podemos retratar como los propios descamisados, descalzos, cuyos cuerpos solo eran protegidos por un taparrabo, sin miedo de perder la vida porque estaban seguros de que todo el campesinado estaba resuelto a liberar la tierra annamita.
Confucianismo y revolución
Bien informado de la realidad vietnamita, en plena expansión, el imperialismo francés enfrentó a partir de 1858 a una monarquía feudal decadente, como la disnastía de los Nguyen, que había hecho camino después de reprimir un poderoso movimiento insurreccional. Así, los Nguyen habían restaurado el régimen feudal con toda su fuerza. Sin embargo, las milicias descamisadas continuaban poniendo a prueba al aparato administrativo compuesto esencialmente por un cuerpo mandarinal formado por la ideología confuciana, sumamente conservadora y ritualista, chapeada en las aldeas por un cuerpo de nobles procedentes del latifundismo.
Ante la presencia de los invasores franceses, los altos dignatarios de la Corte le temían al ejército invasor y preferían el diálogo en la entrega pasiva de las tierras; sin embargo, las tropas reales enfrentaban a las milicias campesinas, que, a pesar de estar en desventaja frente a los invasores, nunca rehuyeron al combate frente a las tropas extranjeras, que, progresivamente, se fueron apropiando de todo el territorio vietnamita, sobre todo del sur, que era el de mayor productividad y riqueza.
La Corte de Hue, donde estaban enclavadas las autoridades reales, como le temían a las modernas armas de los franceses preferían enfrentar a los rebeldes campesinos, que en esa etapa de la resistencia no tenían una organización política que los orientara hacía la unificación nacional, pero esa situación comenzó a cambiar radicalmente 72 años después, cuando Hồ Chí Minh regresó a Vietnam para ponerse al frente de la contienda revolucionaria, con una ideología clara, que incluía la creación de una organización partidista que fue creada el 3 de febrero de 1930, en la peninsula de Kow Loon, al sureste de China, donde nació el Partido Comunista de Indochina, que reunió a diversos grupos revolucionarios que no habían sido capaces de unirse para enfrentarse con mayor fuerza a los invasores franceses.
El Tío Hồ, quien había regresado a Vietnam como Nguyễn Ái Quốc (El patriota), impulsó con Võ Nguyên Giáp la creación del primer ejército vietnamita, en la frontera noroeste con China. Con esa incipiente tropa, de 250 mil combatientes, el historiador hecho soldado, Nguyên Giáp, derrotó en 1954 al moderno ejército francés en la famosa batalla de Điện Biên Phủ que conmovió al mundo porque demostró que un pueblo unido y armado de conciencia era capaz de vencer a la mayor potencia, como lo afirmara en una oportunidad el Tío Hồ.
Aquella valiente lucha de millones de milicianos, armados de arco y flechas de bambú, durante 72 años, creó las condiciones para que en 1945 se produjera la Revolución de Agosto y naciera la República Democrática de Vietnam.
Ángel Bastidas G.
Referencias:
- Nguyen Khac Vien (2010). Vietnam, una larga historia. Ed. The Gioi.
- Mai Ly Quang (2004). Vietnam, un panorama. Ed. The Goi.