Trinchera de ideas | La guerra de Trump contra Venezuela...
y su inserción en la dinámica regional y global
02/10/2025.- Quisiera entregar algunas pautas que aporten a la comprensión de la guerra de Trump contra Venezuela y su inserción en la dinámica regional y global. Creo que esta situación hay que verla a partir de dos dimensiones: la internacional y la interna de Estados Unidos.
En primer lugar, me parece necesario decir que en el mundo de hoy ningún hecho está aislado del otro. En esa medida, analizar los fenómenos que ocurren de forma aislada no permite tener una visión holística del asunto. La conflictividad mundial que se manifiesta en diferentes latitudes y longitudes del planeta y en todos los continentes es expresión de una crisis general de la hegemonía occidental, en particular de Estados Unidos. En última instancia, es una crisis del capitalismo como modelo económico social que no ha podido resolver los grandes problemas de la humanidad. Esta crisis se diferencia de las anteriores en que no es de carácter cíclico, sino que manifiesta elementos de índole estructural y que, en su desarrollo dialéctico, avizora un cambio de época y de sistema.
En su desarrollo, está generando condiciones para la emergencia de un mundo nuevo, con contornos difusos aún, pero que expresa un indudable avance con respecto al pasado. Así, se manifiestan tres características fundamentales que dan cuenta de la transformación estratégica de la hegemonía:
1. El espacio noratlántico está dejando de ser el eje de las decisiones políticas en el planeta. Ese rol está siendo asumido por Eurasia. En este territorio, la presencia de Estados Unidos y Europa es irrelevante ante el determinante papel que están jugando China y Rusia en él.
2. A diferencia del pasado, que exponía una preponderancia de los mares y océanos, ahora tal foco se manifiesta desde un espacio terrestre. Eso implica la necesidad de una transformación estructural de la doctrina militar y, por tanto, de la organización y las misiones de las fuerzas armadas, que deben pasar de la preponderancia naval a la terrestre. Los portaaviones dejaron de ser el arma ofensiva más importante. Ese rol lo juegan ahora los misiles hipersónicos, que solo poseen Rusia, China, Irán y la República Popular Democrática de Corea.
3. Ahora, la hegemonía no solo se está construyendo desde el poderío bélico; también está influyendo de forma determinante el potencial económico y financiero y, sobre todo, el científico-tecnológico, donde Estados Unidos está perdiendo la batalla.
Estados Unidos y Occidente están enfrentando conflictos en Ucrania, Palestina, África, Asia Occidental (en varios lugares de su geografía), Yemen, Irán, Europa y… el Caribe. En la medida en que está perdiendo la guerra en su dimensión estratégica en los planos económico, comercial, científico y tecnológico, y considerando que el dólar está siendo usado cada vez menos, su única posibilidad de responder a esta situación de alta conflictividad es a través de la amenaza, el chantaje y la violencia, ya sea usando instrumentos bélicos o, de igual manera, los comunicacionales, culturales y mediáticos. Estos factores están presentes en todo el mundo y, por supuesto, en la agresión imperialista contra Venezuela desde el mar Caribe.
Por otra parte, deben ser considerados los particulares factores internos de Estados Unidos, que están incidiendo como nunca antes en la dinámica internacional. Tal vez sea esta la primera vez en la historia que el gobierno de Estados Unidos no pueda ser caracterizado como una administración claramente republicana o demócrata.
Hoy, el gobierno de Estados Unidos es bipartidista y multisectorial. Se podría caracterizar sencillamente como "la administración Trump", formada, de manera obvia, por republicanos, pero también por demócratas (Tulsi Gabbard, directora de Inteligencia Nacional, y Robert F. Kennedy Jr., secretario de Salud y Servicios Humanos lo son… o, por lo menos, lo eran).
Asimismo, forman parte de la administración los neoconservadores de la ultraderecha neofascista estadounidense, que han hecho una alianza con el lobby cubano-americano para intentar mantener a Estados Unidos en una guerra fría ideológica, tal como en el siglo pasado, con la única diferencia de que antes el enemigo era la Unión Soviética y ahora es el Partido Comunista de China.
Otros componentes fundamentales del régimen de Trump son el grupo político e ideológico que le es más próximo, el conocido como MAGA ("Make America great again"), además de sus familiares y amigos más cercanos, así como los multimillonarios, de los cuales el más connotado (pero no el único) es Elon Musk.
Trump tiene, además, que hacer que estos grupos de interés de su administración convivan con el "Estado profundo", que tiene opiniones propias —Fuerzas Armadas, comunidad de inteligencia, sistema financiero (Wall Street), medios de comunicación, complejo militar industrial, transnacionales energéticas, la gran industria farmacéutica y el narcotráfico, manejado y organizado de forma sistémica por la DEA—, sin ninguno de los cuales puede sobrevivir un presidente de Estados Unidos, porque todos ellos configuran el sostén de su sistema político.
Todo ello significa que hoy no se puede hablar de Estados Unidos como si fuera un país monolítico y cohesionado, y no se puede hablar de "gobierno estadounidense" como si hubiera uno solo. Hay muchos gobiernos dentro de una misma administración. Trump los une, ellos lo necesitan para conservar espacios de poder y Trump, a su vez, los requiere y los usa para sostenerse en el poder. Es una relación simbiótica.
En el caso de Venezuela y sus relaciones con Estados Unidos, esta situación es particularmente notoria. En simultáneo, el gobierno del presidente Nicolás Maduro debe vincularse con los MAGA (Richard Grenell), con quien se tiene una cierta relación de respeto que ha permitido que Estados Unidos, por instrucciones de Trump, resuelva con prontitud los tres problemas que tenía con Venezuela: el restablecimiento del envío de petróleo, la recepción de los venezolanos deportados y el retorno a su país de los estadounidenses presos en Venezuela por actividades terroristas y delincuenciales. La negociación y el diálogo han permitido solventar estos diferendos en cada caso.
En paralelo, sin embargo, la misma administración, bajo el gobierno de los neoconservadores y los líderes neofascistas cubano-americanos, con anuencia del mismo Trump, que le ordena a Grenell negociar y dialogar, ha desplegado una flota para amenazar a Venezuela con acciones militares bajo argumentos falsos, que no se han podido probar ni demostrar.
Este manejo difuso de Trump responde a ese carácter multisectorial y de intereses variopintos de su administración y, por cierto, a la personalidad ególatra, soberbia, prepotente, narcisista y grandilocuente de alguien que se crio como niño rico y que se acostumbró a vivir de esa manera, es decir, obteniendo todo lo que quiere por vía del dinero o de la adquisición por la fuerza cuando algo no está a su alcance. Los pueblos del mundo tienen que comprender esta dinámica y aprender a actuar en las condiciones que ella genera.
En el caso de la amenaza a Venezuela, una invasión militar al país es poco probable por varias razones:
1. No existe consenso en la administración estadounidense sobre la validez de una acción de este tipo.
2. No hay apoyo de la opinión pública de Estados Unidos a la realización de un ataque de estas dimensiones.
3. No hay convicción absoluta en las Fuerzas Armadas de Estados Unidos de poder lograr una victoria inmediata, a fin de que su acción no derive en una larga guerra de resistencia, que tampoco desean.
4. No existe un consenso regional de apoyo a una invasión a Venezuela. Hasta los gobiernos leales y subordinados a Washington lo rechazan. No existe el Grupo de Lima.
5. No está Duque en Colombia ni Bolsonaro en Brasil para dar el apoyo terrestre necesario para una potencial operación desde el mar.
6. Y lo más importante: no hay un frente interno que reciba a los invasores para darles apoyo y soporte. La oposición terrorista configura hoy una minoría ínfima que solo existe por el apoyo financiero y logístico de los sectores políticos neoconservadores de Estados Unidos y Europa. Esa oposición desarticulada no tiene proyecto y está bajo control de los órganos de inteligencia de Venezuela, que actuarán contra ella en el mismo momento que Washington dé un paso para invadir el país.
No obstante todo lo anterior, no se puede descartar que Estados Unidos produzca alguna acción terrorista de otro tipo contra Venezuela. En el contexto, su gran problema es cómo salirse del conflicto en que se metió con una "victoria" que le permita demostrar ante su opinión pública que la acción tomada hizo que Estados Unidos fuera más seguro. Eso no es tan difícil ante esa opinión pública idiotizada por el poder mediático...
Por ello, Venezuela debe estar alerta. Las armas de Venezuela son un pueblo unido y movilizado, un liderazgo sólido del presidente Maduro, una fuerza armada desplegada y en total disposición de combate y, sobre todo, un pueblo con innegable voluntad de combatir y de vencer.*
Sergio Rodríguez Gelfenstein
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*Texto revisado y ampliado de la ponencia presentada en el XXIX Seminario "Los partidos y una nueva sociedad", organizado por el Partido del Trabajo (PT) de México, realizado en la Ciudad de México el pasado 27 de septiembre de 2025.