Denuncian desaparición forzada de tres migrantes salvadoreños

Familiares dicen que fueron deportados desde EEUU y no aparecen

En el Cecot, el trato inhumano hacia los migrantes es ya reconocido por organismos de DDHH.

 

29/09/25.- ¿Dónde están José, Brandon y William?, se preguntan sus familiares, desde que los tres migrantes salvadoreños fueron presuntamente deportados por las autoridades estadounidenses y cuyo paradero se desconoce.

Es así como José Osmín Santos, Brandon Sigarán y William Martínez fueron presentados ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) como posibles desapariciones forzadas por parte del Gobierno de Estados Unidos (EEUU).

De acuerdo con denuncias de las familias y el acompañamiento de organismos internacionales, los tres hombres habrían sido enviados en vuelos que trasladaron a más de 250 venezolanos, señalados sin pruebas de pertenecer al Tren de Aragua, hacia las celdas del Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot), la cárcel de máxima seguridad impulsada por el presidente Nayib Bukele.

La Fundación Democracy Forward reveló el acuerdo millonario entre el presidente Donald Trump y el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, en la deportación de los 300 migrantes, por un total de 4 mil 760 millones de dólares, y ser llevados al Cecot, ubicado en la capital salvadoreña, dice Telesur.

El caso más visible es el de José Osmín Santos. El 9 de abril de este año logró comunicarse por última vez con su hermana Sulma desde un centro de detención migratoria en Nueva York, donde llevaba semanas recluido. En esa breve llamada advirtió que sería trasladado a El Salvador y que llegaría alrededor del mediodía. Sin embargo, la comunicación se cortó repentinamente.

A su hermana Jovelina, quien acudió al aeropuerto salvadoreño para esperarlo, le notificaron que su nombre había sido eliminado de la lista de pasajeros. No obstante, las autoridades estadounidenses aseguraron que sí había sido deportado en ese vuelo.

Sin embargo, ante la falta de información, el abogado Kelvi Zambrano, quien asumió de manera gratuita la representación de las familias, denunció que las instituciones estatales se han limitado a dar respuestas contradictorias.

El abogado advirtió que todas las familias “han presentado recursos de hábeas corpus, han acudido a todas las instancias competentes, y en ningún momento se les ha ofrecido una respuesta clara sobre el paradero de estas personas”.

Por su parte, la madre de William Martínez, de 21 años, otro de los jóvenes secuestrados, relató que en los últimos seis meses ha podido reconocerlo en fotografías, aunque nunca ha recibido información oficial sobre su estado ni ha tenido la oportunidad de hablar con él. Aun así, está convencida de que su hijo permanece en El Salvador.

Según relata a la prensa, William había llegado a Estados Unidos hacía unos siete años para reunirse con su madre. Allí ingresó a la secundaria, pero abandonó sus estudios a los 17 años cuando supo que sería padre y se puso a trabajar.

No obstante, en diciembre pasado su vida cambió al ser arrestado mientras llevaba en su coche a un amigo, menor de edad y ciudadano estadounidense, al que la policía encontró con una pequeña cantidad de droga. Según su madre, esa acusación recayó injustamente sobre William, y en cuestión de días fue deportado a El Salvador.

En el otro caso, la historia de Brandon Sigarán, de 22 años, también evidencia irregularidades. En febrero de 2024 fue interceptado por la policía cuando se dirigía a trabajar de madrugada junto a su hermano mayor.

Los agentes se enfocaron únicamente en él, mientras dejaron libre a su hermano. Durante más de un mes la familia no tuvo noticias hasta que logró comunicarse desde el centro de detención migratoria de Bluebonnet, cerca de Dallas, donde informó que lo acusaban de cruce irregular de frontera y de vínculos con una pandilla, cargos que siempre rechazó.

El pasado 13 de marzo Brandon volvió a comunicarse y contó que ya estaba a punto de ser deportado. Según explicó, un juez le aseguró que, al no tener antecedentes penales, sería liberado apenas llegara a El Salvador. Sin embargo, esa promesa nunca se cumplió.

Uno de los factores que parece haber marcado su destino son sus tatuajes. Entre ellos, la palabra bullet ,“bala”, en inglés, que eligió en honor a su antiguo perro. Coincidentemente, “Bullet” es también el alias de un conocido pandillero en El Salvador, lo que habría bastado para que fuera criminalizado y secuestrado.

CIUDAD CCS


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