Rostro de mujer | Amor humano y solidario con personas discapacitadas

27/09/2025.- La nueva era que experimenta Venezuela no solo trajo cambios radicales en el modelo social, cultural y político; además, imprimió en el sentimiento del venezolano un inmenso y sublime espíritu de solidaridad entre la gente, la comunidad y la nación, un impacto del alma donde la resiliencia y la empatía van marcando cada vez más el corazón del pueblo.

Además, desde mucho tiempo, allá por los años 40, cuando la guerra mundial, vino al país una avalancha de migrantes europeos. Allí pudimos ofrecer al visitante una receptividad solidaria de gran amor, una hospitalidad inconmensurable hacia los recién llegados. Esta característica fraternal es el pilar fundamental de nuestra identidad, reforzada ahora por el reconocimiento legal y la acción social del Estado para asistir a quienes sufren necesidades o están en situación de desplazamiento.

Un fiel reflejo sincero de este concepto humano de solidaridad lo vamos a compartir en Rostro de mujer, con la historia de Franci Franco Buitrago, quien tomó la determinación y el compromiso de cuidar a su vecino de la tercera edad. “Independientemente de que su familia no le aporte al 100%, no cuestionó esa decisión, pero mi persona decidió cuidar voluntariamente a un ser humano en difícil situación, solo por amor al prójimo”.

Indicó que este abuelo de 90 años de edad hace varios meses sufrió una caída, y cada tarde al regresar de su trabajo lo visita con el fin de “asearlo, hablar con él. Creo que una persona necesita compartir, indistintamente de la edad, para poder levantar su ánimo y pienso que su estado emocional lo ha ayudado mucho a progresar”.

En algunas oportunidades lo ha llevado en su silla de ruedas y andadera a la plaza Bolívar de la ciudad capitalina para que pueda despejar su mente y de alguna forma ejercitarse. “Su familia le ayuda económicamente. Sin embargo, a veces no es el aporte monetario, es el estar con él, acompañarlo, ver la televisión, conversar; eso le llena y contribuye a mejorar su estado de ánimo”.

Manifestó que el compartir con él le ha ayudado como terapia, pues ha puesto en práctica los libros de autoayuda que ha leído a lo largo de su vida. “Estoy comprometida en ayudar, pues si yo puedo ser empática con mi familia, también podría serlo con otras personas necesitadas y lo hago sin nada a cambio”.

Igualmente, esta responsabilidad ha contribuido a sentirse útil; “el apoyo y la colaboración desinteresada están haciendo una diferencia en la vida de alguien y es muy gratificante. De alguna manera, es una muestra del poder que tenemos para transformar la realidad, incluso si se trata de acciones pequeñas”.

Al ser consultada sobre su familia, manifestó que se crió en un hogar donde estuvo ausente la figura paterna: “No era un padre que estuviera presente como cualquier otro, era raro cuando iba a casa. Creo que una vez al año y eso era como mucho. Mientras, mi madre fue una mujer superluchadora, pendiente de nuestra crianza, los estudios y que tuviéramos valores”.

Al tiempo, expresó que no tener a un padre en su crecimiento no la traumatizó, “pero sí afectó. Hoy en día, que soy adulta, me doy cuenta de que es bueno tener la figura masculina y la femenina, pues hacen una especie de equilibrio en toda la composición como humano, bien sea en la parte psicológica, afectiva, de comportamiento y aprendizaje. El hecho de que no estuviera también afecta la parte emocional; lo que tengo es indiferencia, no es alguien importante”.

Prevé a mediano plazo consolidar un emprendimiento en el ámbito textil o en el área de manualidades. “Mi especialidad es la confección. Soy autodidacta; lo que realizo, en su mayoría, es para mis hijos y sus compañeros de estudio se interesan por las prendas que ellos llevan con orgullo y encargan mis confecciones”.

Exhortó a las mujeres a que, pese a las vicisitudes, “no se dejen vencer por la tristeza; nos permitimos sentirnos afligidas un día, pero al siguiente debemos tener la mejor actitud; con una sonrisa podrías lograr cualquier cosa en la vida”.

Asimismo, “cada caída a lo largo del proceso de mi vida es un aprendizaje; siempre, de una u otra forma, aprendo de todas las experiencias, buenas, malas, regulares, las que sean; ellas nos dan una enseñanza, siempre algo bueno sale de esas situaciones o circunstancias de vida”, expresó con seguridad, reforzando sus vivencias.

Finalmente, dijo que la ausencia de la figura paterna no la limitó y no la llenó de resentimiento, sino de una profunda empatía. Con el tiempo, supo que su propósito era convertirse en el apoyo para ayudar a otras personas desfavorecidas, a las que la sociedad había olvidado. Su trabajo es una lección de que las ausencias no definen quiénes somos, sino cómo elegimos llenar esos espacios vacíos.

Franci Franco Buitrago

 

Nirman García Berbeo

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