Memorias de un escuálido en decadencia | Discurso
26/09/2025.- ¡Púyalo! Excelentísimo compañero Donald Trump, usted se botó con su discurso en la ONU. Usted, de la manera más arrecha, mandó a todo el mundo al carajo. Incluso, le dijo a la ONU que era puro bla-bla. Y lo más importante, cuando dijo allí, en el concierto de las naciones, que: “Hemos empezado a usar al poderoso ejército estadounidense para destruir a los terroristas venezolanos y las redes de tráfico que dirige Nicolás Maduro y a todos los matones que envían drogas a EE. UU. que sepan que los vamos a bombardear para que dejen de existir, no tenemos más opción que eso”. Allí, los pocos que estamos en la clandestinidad, nos pusimos de pie y a coro gritamos: “Púyalo, carajo”. “Así, así es que se gobierna”. “Al carajo los enfermos”. “Échele plomo a esos carajos”. Todo ese montón de vainas gritamos porque nos emocionamos con sus justas palabras. Usted está casado con nosotros y nosotros con usted. Un matrimonio perfecto. Es verdad que cada día somos menos, porque en la clandestinidad es muy jodido mantener esta lucha, pero los pocos que quedamos estamos con usted hasta el final. Estuve a punto de escribir hasta la victoria siempre, pero esa frase es comunista y Dios nos libre, ni de vaina, eso sería conciliación de clase.
Pero antes de llegar a comérsela en ese histórico escenario de la ONU, usted también se había botado con unas declaraciones (de paso, usted se bota cada vez que abre esa boca y nos deja a nosotros con la boca abierta). Dijo usted que el dictador de Venezuela tenía que recibir a los locos que les había enviado a EE. UU. junto con sus delincuentes, y de no hacerlo, tenía que correr con sus consecuencias. Usted verdaderamente es único. Ningún presidente en EE. UU. se había atrevido a tanta brillantez, y llegó usted y los dejó encandilados con sus declaraciones. Y nosotros, cada vez que usted ataca a Venezuela, o mejor dicho, a lo que queda de Venezuela, nosotros nos empinamos para aplaudir. Esos locos que están en EE. UU. seguro son aquellos que se fueron porque el dictador anterior los tenía locos. Recuerde que los chavistas decían: “Chávez los tiene locos”. Y esos locos se fueron a vivir su locura allá en nuestra segunda patria. Seguro ya formaron una especie de Cartel de los Locos para desprestigiar su buen gobierno. Debemos sincerarnos y decir que muchos de esos locos seguimos aquí, soportando esta pena tan honda. Y esperando que usted termine de una buena vez de cumplir con su palabra y nos libere de la oprobiosa dictadura, como se lo hemos solicitado de rodillas siempre.
También es bueno decirle que el castrocomunistachavista Gustavo Petro lo ofendió con su discurso en la ONU. Nosotros, desde aquí, desde la clandestinidad, seguimos fieles a usted y nos hacemos solidarios con sus palabras, las de usted, claro, ni por un momento vaya a pensar que nos hacemos solidarios con ese presidente colombiano que nos ofende. Pidió el comunista ese que lo juzgaran por haber asesinado a los diecisiete hombres en el mar Caribe, y le dijo que usted, en vez de descertificarlo a él, tenía que descertificarse usted porque en EE. UU. están los mayores consumidores de droga y los carteles más grandes, e incluso, entre sus funcionarios están los más grandes traficantes de cocaína. Ese montón de barbaridades sin fundamento que le dijo ese comunista no serán nunca recordadas, como sí serán aplaudidas y recordadas siempre las palabras que usted dijo en ese histórico lugar.
El papá de Margot estaba viendo al presidente Gustavo Petro en la computadora mientras daba su discurso en la ONU, y a medida que el presidente hablaba, el hombre decía: “Así es. Dale por la boca a ese anaranjado del carajo que ya nos tiene arrechos. Pégale más duro. Así es, cóbrale lo que nosotros no le hemos podido cobrar, porque no termina de hacer lo que tenía que hacer hace tiempo, es decir, sacarnos de esta dictadura”. Y cuando Petro terminó su discurso, el papá de Margot se fue aplaudiendo hacia el cuarto y agarró la puerta y le metió ese coñazo tan duro que la vecina salió gritando: “Carajo, dale más duro, que esa te la puso Trump”.
—Desde el fondo de ti, y arrodillado, un niño triste, como yo, nos mira —me declama Margot.
Roberto Malaver