Xin chào | Yanqui en calzones
En la guerra no se cometen faltas impunemente, y una acumulación de ellas conducen simplemente hacia la derrota.
Simón Bolívar
26/09/2025.- No hay que extrañarse ante el ridículo que está protagonizando el Tío Sam en las aguas del mar Caribe, con la supuesta trama del tráfico de drogas del Cartel de los Soles o del Tren de Aragua, que raya la "impecable imagen" del imperio del norte. Pareciera que el señor Trump ha agotado aceleradamente el libreto para este tambaleante segundo mandato, tras el fracaso de la batería de aranceles contra cualquier país que pretenda sabotearle su nueva gestión desde la Casa Blanca. Venezuela no podía ser la excepción en ese nada original repertorio del magnate neoyorquino. A estas alturas, es evidente que no se ha enterado de los dolores de cabeza que le ha dado el bravo pueblo venezolano a los supuestos dueños del mundo, sin ir muy lejos, desde que fue derrotada la dictadura de Marcos Pérez Jiménez.
Martes 13: sube el telón
La llegada del para entonces vicepresidente de Estados Unidos, Richard Nixon, al Aeropuerto Internacional Simón Bolívar, aquella mañana de un martes 13 de 1958, no fue precisamente la más apropiada cuando hacía apenas dieciséis semanas que el pueblo caraqueño protagonizaba una inusitada euforia tras haber depuesto al general Marcos Pérez Jiménez. Su gobierno había contado con el apoyo de la Casa Blanca, igual que en la mayoría de los países latinoamericanos, como Argentina, Uruguay, Paraguay, Chile, Perú y Bolivia, donde también la presencia de Nixon originó gigantescas protestas populares.
La atropellada carrera política de Nixon pareciera haberse iniciado entre el Aeropuerto Internacional Simón Bolívar de La Guaira y el Panteón Nacional de Caracas, cuando el Cadillac negro, con escolta incluida, fue vapuleado por una multitud que repudió la inoportuna presencia del representante de la Casa Blanca.
Ese martes 13, cual símbolo de mala vibra, conmovió a la tierra del Tío Sam, particularmente a su presidente Dwight Eisenhower, ante los reportes que llegaban de Caracas. Llegaban informaciones sobre el ruidoso repudio ocasionado por la visita del importante político gringo, cuyo lujoso vehículo fue destrozado —en la avenida Sucre— por piedras de variados tamaños que, además, fracturaron el protocolo oficial que debía cumplir el ilustre personaje en el Panteón Nacional. Ahí, otra manifestación de liceístas destrozó las coronas que la delegación gringa pretendía ofrendar ante el sarcófago del Libertador.
Los acontecimientos de Caracas mostraban la algarabía política que recorría la Abya Yala por la victoria del 23 de enero, los triunfos vietnamitas frente al colonialismo francés y el logro de la Revolución cubana, precisamente días antes de la llegada del vicepresidente gringo a la capital venezolana.
La protesta antiimperialista recorría el mundo, sobre todo desde 1954, cuando se produjo la caída de los franceses en la batalla de Điện Biên Phủ, y luego con las continuas derrotas de las tropas yanquis en el sur de Vietnam.
Moscoso en apuros
La llegada al poder del puntofijista Rómulo Betancourt alimentó el viacrucis de los vecinos del norte, de la mano de Dwight Eisenhower, quien hubo de lidiar con el apuro del embajador gringo Teodoro Moscoso en los pasillos de la Facultad de Arquitectura de la UCV, el 4 de junio de 1961, tras ver que los estudiantes ucevistas incendiaban la limusina del imperio.
Ese día, el diplomático, gringo de origen, nacido en España, fue despojado de su maletín de secretos, que días después fue mostrado por el Che Guevara, el 8 de agosto de ese mismo año 1961, en la Conferencia Económica de Punta del Este (Uruguay). Así, el líder guerrillero reveló numerosos planes de la CIA para los países considerados por los gringos su "patio trasero".
Los papeles de Moscoso detallaban planes de financiamiento y de operaciones del servicio secreto yanqui para América Latina, como asesoramiento militar del ejército venezolano y de cuerpos policiales como la Digepol, la PTJ, el DIM y, sobre todo, sus planes para la lucha antiguerrillera.
Gringo en paños menores
El 6 de junio de 1963, una unidad de la guerrilla urbana de Caracas tomó e incendió la Misión Militar de Estados Unidos, ubicada en la avenida El Paseo del Caracas Country Club, cerca de Chacaíto. La acción fue de gran impacto, porque los muchachos y muchachas de las FALN neutralizaron a los policías militares venezolanos y a la oficialidad gringa que protegía el lugar, para cargar luego con los archivos de la misión militar yanqui y echarle candela a la instalación, sin afectar al personal militar.
Una fotografía de un coronel estadounidense en paños menores, portando su guerrera (chaqueta militar), fue la nota resaltante del incidente, porque ilustró las primeras planas de la prensa nacional e internacional. No era para menos, porque esa operación miliciana ponía en ridículo a la potencia militar más importante del mundo.
Operación Nguyễn Văn Trỗi
El próximo jueves 9 de octubre se cumplirán 61 años de la captura, en la calle Suapure de Bello Monte, al este de Caracas, del teniente coronel Michael Smolen, para el momento segundo jefe de la Misión Aérea de EE. UU. en Venezuela, un piloto que venía de bombardear pueblos vietnamitas.
Se trató de una operación del Destacamento Livia Gouverneur de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN), ejecutada con el propósito de impedir el fusilamiento del combatiente revolucionario Nguyễn Văn Trỗi, acusado de preparar un atentado contra el secretario de Estado (EE. UU.) Robert McNamara, en la ciudad de Saigón, al sur de Vietnam.
El gobierno títere de Saigón había prometido liberar a Văn Trỗi si los guerrilleros venezolanos dejaban libre al piloto gringo, por lo cual las FALN liberaron a Smolen en la avenida Las Acacias de La Florida, al noreste de Caracas. Sin embargo, el Pentágono dio la orden de fusilar al combatiente vietnamita, quien fue llevado al paredón el 15 de octubre, a las 9:45 h, en la cárcel Chi Hoa, de Saigón.
En esa calle de Bello Monte, el 26 de noviembre de 1963, la misma unidad guerrillera de la FALN había capturado al coronel James K. Chenaut, segundo comandante de la Misión Militar de Estados Unidos en Venezuela, en una operación de propaganda política, ejecutada por la unidad táctica de combate (UTC) Iván Barreto Miliani, comandada por Noel Quintero (Comandante Omar).
Nuevamente, los militares yanquis fueron el hazmerreír, como hoy, a 62 años de aquella insólita operación del Destacamento Livia Gouverneur de las FALN. Aquella vez el escenario había sido una zona de Caracas, pero, en esta ocasión, el escenario es el mar Caribe, donde la Armada estadounidense está quedando al desnudo con su pretendida ofensiva militar marítima contra lanchas pesqueras venezolanas. Tal es el caso del tunero Carmen Rosa, que, mientras cumplía sus faenas habituales en aguas venezolanas, fue abordado por una moderna nave de guerra yanqui de última generación que "vigila" las aguas venezolanas.
Una vez más, el gobierno estadounidense, esta vez representado por Donald Trump, ha quedado al desnudo con sus mentiras, como esa de estar tras la pista de narcotraficantes venezolanos, que supuestamente utilizan las aguas del Caribe para llevar drogas hacia Estados Unidos. La realidad indica que es por el océano Pacífico por donde navegan como Pedro por su casa navíos de Perú, Ecuador y Colombia, con el 80% de cargamentos ilícitos hacia el imperio, donde la cocaína y el fentanilo constituyen el pan nuestro de cada día.
Ángel Miguel Bastidas G.
Referencias
Martínez, R. E. (1973). Aquí todo el mundo está alzao! S.c.: Ed.125, c. a.
Zambrano, N. (2014). Escritos de una combatiente de la guerrilla urbana en Caracas. Caracas: Fundación Amigos de los años 60.