Araña feminista | Cerrando filas por la paz en el Caribe

Marcha Mundial de las Mujeres

22/09/2025.- Creo que muchas y muchos nos imaginamos lo que podía significar para Trump “hacer América grande de nuevo”. Decir que nos sorprende que esto signifique el reimpulso de un régimen de terror, militarización e impunidad en la región sería mentir. Sin embargo, es imposible que el corazón no se nos encoja cuando vemos cómo sin vergüenza y con la anuencia de tantos se viola la paz del Caribe y se convierte en una zona de agresión bélica.

La militarización del Caribe es una historia conocida y vieja, encarnada en un número no conocido de bases y puertos militares gringos. Es la historia de territorios ocupados de forma ilegal como Guantánamo, producto de pactos oligárquicos que seden soberanías como en Panamá o de fragante colonización como en Puerto Rico.

No hay nada más machista que el militarismo, el control de territorios, sean terrestres o marítimos por la fuerza. Es el mismo mecanismo de disciplinamiento y cumple la misma función que las violencias machistas o basadas en género que sufrimos mujeres, niñeces y disidencias sexuales. Desde este análisis es que los movimientos del feminismo popular construimos nuestras posturas de defensa del territorio-cuerpo y los derechos de las mujeres a tomar decisiones sobre este de forma soberana, tanto como de defensa de los espacios que contienen nuestros afectos, bienes comunes, creencias, ancestralidades, es decir, de la tierra y, claro, de nuestros mares.

Estamos en tiempos de mutación del capitalismo hacia un capitalismo corporativo, cuyo nacimiento está marcado por la utilización de las guerras como mecanismos de lucro en sí. Millones y millones de dólares se mueven en el sistema financiero internacional de manos del pueblo norteamericano, lleno de necesidades no cubiertas a manos de corporaciones transnacionales que se lucran de forma redonda con situaciones como las del mar Caribe, Haití, Palestina, el Sahel y un largo etcétera.

Medios de comunicación, del entretenimiento, información y redes sociales crean enemigos y escenarios perfectos, fabrican conflictos. Mientras que las corporaciones armamentistas venden la única solución posible y luego los paquetes de reconstrucción.

En el ultimo mes se ha materializado la amenaza electoral de Trump en el Caribe, porque hacer “América grande” no significa que las y los ciudadanos estadounidenses van a tener mejores vidas o un nuevo estado de bienestar. Para la administración trompista, significa reeditar la doctrina Monroe.

Ya son muchos los años que vemos cómo se sirve esta mesa. Son años anidando en el sentido común global la idea del Estado corrupto, del narcodictador, haciendo necesario “por un bien mayor” la actuación al margen de toda legalidad de los “paladines” de la justicia, y no es un mal guion de una serie tipo b, son los relatos que justifican que se haya violado el mar territorial de un país, se hayan realizado ejecuciones extrajudiciales en mares internacionales y se haya hostigado a pescadores con la total anuencia de la comunidad internacional que así como con Palestina no dijeron nada por dos años, tampoco están diciendo nada por el desproporcional movimiento de tropas para “neutralizar” peñeros pesqueros venezolanos.

La farsa de la lucha antidrogas no logra enmascarar a quien realmente protege a la marina estadounidense, a la Exxon Mobil y sus intereses de explotación ilegal de gas y petróleo en territorios en disputa entre Venezuela y Guayana. Disputa que durante años siguió la vía del diálogo y el buen vecino hasta que los intereses corporativos se involucraron en ella.

La movilización desproporcionada de tropas, la impunidad, así como el presidente Trump se vanaglorian de delitos internacionales, que son los más claros indicios de que junto al capitalismo corporativo se pretende instalar el fascismo global y la recolonización de un continente que en la última década, en un escenario alterno de la misma operación, enfrenta el resurgimiento de la ultraderecha y el neoliberalismo: Bukele, Miley, Boluarte, Noboa, Peña Abinader, etc.

En este contexto, mas allá del llamado a la unidad, a las mujeres que construimos la paz real y digna en nuestros territorios, que sostenemos la vida y que soñamos y hacemos realidades alternativas, económicas, sociales y culturales para la transformación, nos toca cerrar filas por la paz, contra las guerras y el capitalismo que vulneran nuestras soberanías y derechos al buen vivir.

Alejandra Laprea


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