Templanza económica | ¿Cómo piensan los inversionistas?
20/09/2025.- En la sociedad actual, la reproducción del capital (simple y ampliada) es el motor que impulsa la industria y el comercio. Según Carlos Marx, es el proceso por el cual el capital se mantiene o expande mediante la circulación constante de medios de producción y fuerza de trabajo. La reproducción es simple cuando el capital se mantiene sin crecer, o ampliada cuando aumenta su escala.
Todo inversionista actúa conforme a esta lógica de perpetuación del sistema. Las entidades reguladoras deben comprender estas premisas al diseñar políticas, en especial en un contexto de transición: el paso de un Estado básicamente distribuidor de renta petrolera hacia uno que promueve la diversificación productiva. La meta es superar la mentalidad rentista, sustituyéndola por una que fortalezca la formación de capital fijo como base para multiplicar la riqueza.
Esta transformación es crucial en un momento en el que los recursos públicos se ven afectados por el asedio multiforme del imperialismo norteamericano. Olvidar que el inversionista espera un retorno sobre su capital es tan ilógico como pretender iluminar una ciudad solo con deseos. Un proyecto nacional viable no solo debe tener méritos; debe estar estructurado para retribuir lo invertido. De lo contrario, el motor productivo se apagará.
Ante la coincidencia de un cambio civilizatorio global con el agotamiento del modelo rentista local, nuestras instituciones deben acelerar la adaptación de sus destrezas administrativas, sin perder la orientación humanista, para armonizar las transformaciones políticas y culturales con la conversión de la base productiva para avanzar irreversiblemente hacia el socialismo.
Una restricción a incluir en la ecuación del modelo de desarrollo en construcción es el necesario equilibrio entre Estado y mercado. En una economía mixta y abierta como la venezolana, con un proyecto socialista en formación, no basta con confiar ciegamente en el mercado; la planificación debe ser imperativa, dejando de lado el estilo indicativo con el cual se ha llevado la planificación con anterioridad. En especial, en el diseño de las políticas para atraer capitales, es vital comprender su naturaleza, sin que ello signifique someterse a ella de manera indiscriminada. La experiencia de China es ilustrativa: no fue la apertura irrestricta, sino una estrategia soberana un factor de su éxito, basada en dos pilares que Venezuela podría adaptar.
En primer lugar, es vital la selección y origen del capital. China priorizó inicialmente la inversión de ciudadanos de origen chino provenientes de Hong Kong, Macao, Taiwán y otros vecinos asiáticos. Estos inversionistas comprendían mejor el contexto cultural y político, y existía un vínculo de confianza. Para Venezuela, debe preferirse la participación de socios estratégicos, de venezolanos en el exterior y de países no alineados con el cerco coercitivo. Es importante también promover la inclusión de inversionistas locales que han apostado al desarrollo nacional. Por ello, la selección del origen es la primera herramienta de la planificación imperativa.
En segundo lugar, priorizar sectores y establecer vedas en otros. China delineó con absoluta claridad un catálogo donde se incentivaba la IED (manufactura liviana, transferencia de tecnología...) y una "lista negativa" de sectores vedados o restringidos (aeronáutica, telecomunicaciones estratégicas...). Venezuela debe definir con la misma claridad su propia lista para sectores como energía y recursos minerales estratégicos, asegurando el control mayoritario estatal o nacional y eximiendo otras áreas de ciertas limitaciones, como la agroindustria, el turismo y la manufactura.
Los hitos establecidos en el amplio debate de las 7T, en particular la "transformación económica, más allá del petróleo", deben reforzarse con una política integral de formación de capital fijo. La atracción de Inversión Extranjera Directa (IED) puede incrementar el acervo de capital existente y restituir capitales constituidos previamente con fuentes de la renta petrolera.
Es indudable que continuaremos siendo una potencia petrolera, pero superar la dependencia absoluta de este bien exige diversificar la producción, interpretando correctamente el papel de la IED como catalizador del desarrollo. La IED requiere compromisos de largo plazo. Los inversionistas buscan control y gestión sobre los proyectos, a cambio de aportar capital, tecnología, conocimiento y acceso a cadenas globales de valor. El Estado, a su vez, debe regular acertadamente, brindando incentivos suficientes para un retorno que compense el "riesgo país", lo que implica superar el cerco coercitivo.
Atraer IED no es un fin en sí mismo, ni una caridad. Es una relación simbiótica de largo plazo donde el inversionista busca retorno y el Estado ofrece incentivos para diversificar la base productiva, generar empleo estable y complementar, con nueva capacidad instalada, los ingresos provenientes de la explotación de los hidrocarburos.
Una política integral de formación de capital fijo es una visión estratégica que utiliza todos los instrumentos disponibles de manera coordinada para construir una base productiva sólida, moderna y competitiva.
Marcial Arenas