Psicosoma | La cita poética con Julieta Dobles

(...) Este es el junio de mi tierra. Hay otro / junio que me persigue como

/ sombra de amor, / cuando ya se despide entre fulgor y tarde. / Es mi padre, y

su aliento festivo / de joven que se niega a envejecer. / Por eso es siempre

 negro su cabello / y su sonrisa sigue ignorando la muerte (...)

Julieta Dobles

09/09/2025.- El cielo plomizo, aires fríos con silbidos finos me aguzan al oído: ve rápido a la cita, y los trajines me retrasan y veo partir al tren, ya en media hora viene otro, escucho; y bullen en mi cabeza los rituales cotidianos, olvidos, diálogos, confusiones que en cortica conversa conmigo misma las pongo en orden pausado y estoy menos adolorida por la muerte de mi madre hace siete meses; siento, sé de los bemoles que van tejiendo nuevos porvenires al paso del tiempo cronológico con menos dolor, pero laten extrañas voces crueles de mi vida paria y cuesta diluirlas más en este mes de septiembre, mi signo de vida, del perecer de mi padre un cuatro de septiembre, fecha del matrimonio a un festejo de 70 años de bodas, que se quedó en la espera infinita de mi madre y así, voy volando, espantando nubes, y en medio de esas cavilaciones me siento mirada por una anciana bellísima, me sonríe y agradezco su atención; su fuerza ahuyenta pesares y motiva al canto vital, oxigenante, que me espera.

Retomar las actividades culturales me producen alegría y compartir un recital poético en voz de su autora es una gran fiesta espiritual, una transfusión vivificante de la poeta con alma intemporal, Julieta Dobles, y tan solo poder verla y abrazar en el Teatro Nacional.

Al bajar del tren en la estación del Atlántico, atravieso veloz los parques húmedos y ya vienen unos goterones gruesos en medio de un cielo arrebatado, nuboso, oscuro. "De la noche venimos y hacia la noche vamos", repetíamos jóvenes el poema del gran poeta Vicente Gerbasi, éramos estudiantes de la Universidad Central de Venezuela y recorríamos la avenida de Los Próceres llenos de esperanza y amando las madrugadas en los bancos de los parques.

Estar en primera fila del Teatro Nacional aumenta mi emoción y cuando ella irrumpe corro al abrazo, a su rostro cálido, tierno, sereno, de mirar comprensivo; arranca a la hora pautada y se termina con un recital emotivo de una hora y media sin interrupciones. Qué maravilla oír de sus labios la palabra Amor en sus variantes, desde el deseo, pasión, dolor, sufrimiento del ámbito personal, subjetivo al amor colectivo social, hermanada en la justicia social, la solidaridad, sororidad y nada es "al vuelo de los guácharos". Nos enseña esta mujer poeta consagrada la más pura humildad, y la oímos cantar al inicio de varios de sus poemas y cómo enfatiza en la necesidad de los talleres literarios, del pulir las palabras, del amor a la familia, cuatro varones y una mujer, a quienes les ha dedicado sus obras.

Una gran verdad en torno al funcionamiento de los talleres literarios porque casi todo libro no está concluído, sigue abierto el poema a lecturas e interpretaciones, con esa infinita pasión, deseo y goce de seguir escribiendo; casi al filo de la vida todo se transmuta y fluye, fluye en esa respiración que la poeta acompasa casi siempre al logro del equilibrio y ella es un libro abierto en su recorrido biográfico literario de la Antología New York Poetry desde 1965, con más de veinte libros (desde 1965 con Reloj de siempre; el Peso vivo, 1968; los Pasos terrestres, 1976; Hora de lejanías, Madrid 1982; los delitos de Pandora, 1987; una Viajera demasiado azul, 1990; Amar en Jerusalén, 1992; Costa Rica poema a poema, 1997; Poemas para arrepentidos, 2003; Casas de la memoria, 2005; Fuera de álbum, 2005; Hojas furtivas, 2007; Cartas a Camila, 2007; Trampas al tiempo, 2014; Lunaridades, 2014; Envejecer cantando, 2015; Poemas del esplendor, 2016; Poemas del reencuentro, 2019; Desde la alta ventana de los años , 2020; Como la vida misma, 2023...

La presentación del recital está en conjunto con la dirección cultural del Teatro Nacional y la Academia de la Lengua, con la conducción de la poeta Marta Rojas y el vicepresidente de la Academia de la Lengua costarricense. El tiempo y espacios geográficos van denotando ese hilado profundo con puntos que ella conoce e inicia un discurrir retrospectivo del ámbito familiar, historias, anécdotas que, para mí, eran una cinta cinematográfica con monólogos, diálogos amatorios, filiales. Y me llama al corazón: "Si yo tuviera un corazón", resuena la voz del padre, sus bailes, risa, el patio de la casa con los animales y las cinco niñas con el perro Prince. "Solo le falta hablar", le decía su mamá a la muchachita comedora de fresas, y las "locuras" inventadas de su papá siempre me llevan a recordar mi casa antigua en la que mis tres hermanos y hermanita montábamos al carnero con cuernos inca y la casa era un ¡Olé!, con la danza de papá y su única pareja de bailes.

En los relatos Como la vida misma, 2023, amo más a San José, la casa de la poeta de San Pedro de Montes de Oca y la luz con muchos soles iluminan Semblanza de mi padre, epígrafe a la memoria de mi padre, Jorge Dobles Ortiz, portador de asombros en mi niñez. Hermosa redención en los recuerdos y honra a los seres que nos dan vida, y el poema Junio a su padre me envuelve en esperanzas y de algún día poder escribir a mi papá; eso, transmutar, ¿cuándo será?, todo me duele, punza, habla a "la noche más oscura del alma" con un tiempo cruel y ella plena el recinto de amor, es el amor: "Aún puedo ser feliz" —Al compás del corazón— de Raúl Berón suena en el tocadiscos, un tango que le gustaba a papi (...)

Camina firme y entusiasmado, / y sus manos, ¡benditas manos fuertes!, / tienen el vigor que sostuvo, con una antorcha / su madurez de joven que no pudo / cruzar hacia el umbral de la vejez. / Junio es mi padre, / y aquel, su almuerzo de cumpleaños / de familia femenina y ritual: / espárragos amables, sidra española y fresca / aliviando la canción sofocante / del mediodía y sus tambores sordos. / Y el queque decorado exactamente / para su paladar de niño / furtivo entre la fiesta (... ). Costa Rica poema a poema.

 Rosa Anca

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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